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P.D.V. DE STILES:

En ese momento me sentí como la misma mierda. Agradezco a quien sea que Cora llegara y comenzara a gritarle a Derek por haberle colgado el teléfono, ya que pude aprovechar y salir corriendo de allí sin que ellos lo notaran. Corrí y corrí hasta que llegué a mi casa, antes de entrar recupere el aliento y recordé algo gracioso para sonreír y no preocupar a mi padre. Cuando entre él vino corriendo y me abrazó.

- ¿Estás bien? - Preguntamos los dos al mismo tiempo.

- Si papá, estoy bien ¿Por qué no lo estaría?

- Me han llamado de la escuela diciendo que golpeaste al entrenador Finstock ¿Acaso fue un ataque? - Negué con la cabeza.

- Él estaba gritándome y creo que perdí el control, pero no fue un ataque, solo me estaba hartando. Lo siento.

- Ay, hijo... - Mi padre volvió a abrazarme - No te disculpes, ese tipo es un idiota y me asegurare de que te reintegre al equipo de Lacrosse.

- No es necesario, ya no quiero jugar - Mi padre me miro sorprendido - Tengo otra actividad a esa hora.

- ¿Qué haces ahora?

- Algo así como boxeo... para defenderme y esas cosas.

- Wow... me alegro hijo, te deseo mucha suerte, ya verás que pronto tendrás unos músculos que las chicas amaran.

Ambos reímos y luego mi padre se fue de la casa, dejándome solo con mis pensamientos. Acababa de mentirle, aunque técnicamente no es mentira, de verdad estoy entrenando para defenderme, aunque aun no se de qué quieren que me defienda. Subí las escaleras y me metí a la ducha, dejando que el agua fría me empapara aun con la ropa puesta. Me quedé sentado en el suelo mientras esa lluvia artificial me empapaba hasta que la ropa se me pegó tanto al cuerpo llegando al punto en que hacía ruidos raros cuando me movía. Me la quite y la tire fuera de la regadera, para luego recostarme en el suelo aun con la ducha encendida, las pequeñas gotas de agua chocaban contra mi rostro provocando un cosquilleo agradable, eso sí que lograba relajarme en momentos como este. No se en qué momento le quedé dormido, pero me despertó un escalofrío asesino que sentí cuando el calefactor se apagó debido al prolongado uso, salí de la ducha desnudo y casi me da un infarto el entrar a mi habitación y ver a la Nigromante sentada en mi cama. Pegué un grito nada masculino y me cubrí con una chaqueta que estaba colgada en la perilla de la puerta.

- Cobarde - La escuche decir mientras reía - Tengo mas de 300 años, no tienes nada que no haya visto.

Regresé al baño y me cubrí con una toalla para luego volver al cuarto y quedarme viendo como la de cabello marrón jugaba con mi perro. Me sorprendió que esta vez no viniera con el suyo, se veían muy inseparables. Al verme cubierto rodó los ojos, yo deduje que estaba mas rojo que un tomate y tragué grueso.

- Como sea, me he enterado de tu escena de furia en la escuela - No me sorprende, a este punto todos debes saberlo - Así que... "El monstruo", es un buen apodo.

- ¿Qué tiene de bueno ser un monstruo?

- Ay, Stiles... debes dejar de buscar monstruos debajo de la cama y entender que los así llamados monstruos monstruos están en todos lados - Me dijo esto caminando hacia mí.

Retrocedí dos pasos que ella avanzó rapidamente, me miraba fijamente con una sonrisa de medio lado. Me daba mas miedo el verla sonreír que verla con el seño fruncido. Su sonrisa desapareció en cuanto el Nogitsune volvió a hablar, lo escuche quejarse de que ella se creía que podía acercarse tanto y ni siquiera nos decía su nombre.

- ¿Tanto te interesa saber algo tan superficial como quién soy? - Me preguntó con una expresión angustiosa, yo solo asentí.

Ella soltó un bufido y se sentó en mi cama, dándome la espalda para que yo pudiera vestirme. Lo hice y me acerqué a ella, dándole espacio.

No Vuelvas A Irte ||STEREK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora