[NARRADOR]
Derek estaba al borde de un ataque de ansiedad. Tenía nuevamente el presentimiento de que algo malo iba a ocurrir. Su lobo aullaba y gruñía lastimeramente mientras le clavaba las garras en el interior de su pecho, ya que el animal tenía la idea de que Stiles estaba en peligro. Aunque intentaba quitar ese pensamiento de su mente, ya que le pasaba cada vez que se alejaba de el menor. Y era algo realmente molesto, porque incluso le pasaba cuando Stiles iba a ver a su padre o simplemente le perdía de vista.
- Tu chico está bien.
La Nigromante se puso de pie a su lado y le habló como si le hubiera leído la mente. Llevaban casi una hora intentando encontrar alguna clase de rastro que les guiara a la bruja. Pero el difuso rastro que encontraron les llevó a un claro en el bosque. Y allí, obviamente, no había nadie.
- Llevamos horas buscando -Se quejó Scott.- ¿No se supone que puedes ver los rastros?
- Primero: solo ha pasado una hora -La Nigromante alzó un dedo.- Segundo: El rastro llega hasta aquí. Y tercero...
Scott frunció el ceño cuando vio que la italiana levantaba el dedo de en medio y le sonreía con sorna. Gruñó y se acercó dando zancadas hacia ella, intentando verse amenazante. Pero Derek se interpuso antes de que hiciera o dijera cualquier cosa.
- Basta -Habló súbitamente el mayor.-, los dos.
La Nigromante no borró su sonrisa, solo se dio media vuelta, se alejó a menos de un metro y se sentó en el suelo. Cruzándose de piernas como si fuera a meditar. Intentando de esa forma tener una mejor concentración.
- ¿Qué está haciendo? -Preguntó Scott en un murmullo.
- Silencio -Le calló Derek.
Ambos lobos observaron como la chica se quedaba quieta y en silencio por cinco minutos en el suelo. Haciendo lo que para ellos era meditar.
De repente, Micaela se puso de pie de un salto, volteó a verles y habló.
- La maldita no está sola -Gruñó.- Hay un lobo ayudándola a cubrir su olor.
Scott y Derek se miraron, serios. No había muchos lobos en la zona y, a menos que fuera un miembro de la manada, no entendían como es que no sentían el olor del desconocido. Eso era lo malo de que siempre estuvieran por el bosque, todo el lugar olía a la manada, por lo que ningún aroma se resaltaba más que otro lo suficiente como para que se pudiera notar si el que ayudaba a la bruja era un miembro de la manada.
- Será mejor que nos dividamos -Propuso Scott.
- Yo iré a vigilar la veterinaria -Agregó la Nigromante.- Allí hay muchas cosas que podrían ser usadas contra ustedes.
- No vas a ir sola -Sentenció Derek.- Yo iré con ella.
- ¿Por qué?
- Porque tú también podrías usar esas cosas contra nosotros.
La Nigromante bufó mientras miraba mal a Derek. No entendía por qué él aún no confiaba en ella, había pasado ya tiempo desde que la conocía.
- Bien, has lo que quieras -Se resignó la italiana.- Tú mejor ve por el bosque e intenta encontrar algún rastro ¿Tienes móvil, verdad? -Scott asintió.- Si encuentras algo nos llamas.
Cuando ya todo quedó organizado. Derek y Micaela emprendieron camino a la veterinaria. Durante la caminata, la italiana intentó varias veces tener una conversación con Derek. Pero el lobo o la ignoraba o respondía con monosílabos. Ni siquiera cuando estuvieron ambos en la veterinaria pudieron entablar una charla decente. No hasta que a la Nigromante se le ocurrió soltar una bomba.