[NARRADOR]
A Stiles le hubiera gustado que la proposición matrimonial y el anuncio a su padre de que salía con Derek y que, por cosas sobrenaturales, iba a ser padre, fuera lo más chocante que le fuera a pasar en ese mes. Pero no, porque él nunca tenía suerte.
Habían decidido con Derek que, por el momento, la manada no debía enterarse de el asunto del cachorro. Deaton si, porque era el que sabía de esas cosas, pero los demás ya estaban teniendo suficientes problemas.
En primer lugar, que al parecer la bruja que era tan buena amiga de la Nigromante se había escapado de Eichen House. Lo había hecho sola, dejando a todos sus secuaces que habían sobrevivido allí.
En segundo lugar, Liam se había distanciado considerablemente de la manada. Aunque con el otro asunto, no muchos lo notaban, puesto que lo había hecho de forma gradual hasta que, de repente, tenía las mil y una excusas para no ir a las reuniones.
Acerca de este segundo tema, Stiles era quien iba a hacer algo. Puesto que él sabía bien que cuando se pasa por un momento así no hay que estar solo, o Liam acabaría como acabó él: solo en el bosque culpándose de haber matado a Donovan cuando en realidad había sido todo en defensa propia.
Por eso, ese mismo día de clases le pidió a Derek que le prestara el Loft. Llevaría a Liam allí y hablaría con él, no le importaba si tenía que secuestrarle para que fuera, el fin justificaba los medios.
A la hora de salida, Stiles se quedó esperando a Liam frente a la puerta del edificio escolar. El rubio, al verle, intentó ignorarle. Pero obviamente el ojimiel le detuvo y le dijo que necesitaban hablar.
Para suerte de Stiles, el menor no se negó. Mejor así, la verdad es que ese día no se le antojaba secuestrar a nadie, otro día quizás, pero ese día no.
El ojimiel condujo hasta el Loft, sintiendo que la mirada de Liam estaba demasiado clavada en él. Aunque no de mala forma, sino más bien como si le estuviera estudiando.
Cuando llegaron al edificio, se bajaron ambos y subieron en silencio. Una vez dentro, seguro detrás de aquellas sólidas paredes. Liam se quebró.
El rubio comenzó a gemir y a sollozar lastimeramente, temblando de tal forma en la que Stiles temió que o perdiera el control o le fuese a dar un ataque de pánico.
Stiles pudo escuchar a Derek caminando en el segundo piso, probablemente nervioso y listo para saltar las escaleras si era necesario frenar al rubio. Pero el ojimiel no quería llegar a esas instancias.
Cogió a Liam por los hombros de forma protectora y lo llevó hasta el sofá que ahora se encontraba en el centro del Loft. Le hizo sentarse y se colocó frente a él. Observando aquellos ojos que ahora eran de un color azul eléctrico.
Nunca entendió bien por qué los ojos de Liam cambiaron de color, se supone que solo cambian cuando matas a alguien que no ha hecho nada malo. Pero los del beta cambiaron luego de la pelea, y era obvio que eso era lo que había provocado aquél cambio radical en el miembro menor de la manada.
— Tenemos que hablar de esto –Obvió el ojimiel.
Liam asintió con la cabeza, mirándose las manos mientras intentaba que estas dejaran de temblar. Ya que era preocupante, parecía que tiritara de frío, aunque no era así, eran los nervios.
— E-estaba junto a Kira, de repente la perdía de vista y la volví a ver forcejeando con uno de los tíos malos –Comenzó a explicar el rubio.— Un chico se le quiso acercar por detrás, era un niño más o menos de mi edad, sujetaba un machete con ambas manos y miraba hacia todos lados como perdido, como si no quisiera estar allí. No iba a atacarle, pero le vi levantar el machete hacia Kira y...
Stiles le cogió por los hombros cuando el rubio se quedó sin voz y comenzó a llorar.
— Fue como un maldito parpadeo, en un segundo estaba a dos metros de él y al siguiente... Le había rajado la garganta –Liam respiraba de forma rara.
— Estabas protegiendo a Kira, no fue tu culpa –Stiles intentaba calmarle.— Cualquiera de nosotros hubiera hecho lo mismo.
— Scott no...
Y Stiles no pudo contradecirle, porque en ese sentido Liam tenía razón. Era más que seguro que en la pelea Scott no mató a nadie, era obvio que no lo había hecho. Desde que era un alfa verdadero que era pura moral e inocencia, rozando muy de cerca la ingenuidad.
— Scott no haría muchas cosas –Admitió Stiles.— Pero no todos podemos ser alfas verdaderos, Liam. Algunos nos equivocamos, algunos nos tenemos que ensangrentar las manos de vez en cuando... Algunos somos humanos.
— Pero tú eres medio Nogitsune.
— Pero la humanidad sigue ahí. Incluso los lobos nacidos son humanos.
(...)
Derek escuchaba todo desde el piso de arriba, sorprendido y entendiendo a medias lo que sea que Stiles acababa de decir.
— No entiendo –Al parecer, Liam tampoco había entendido.
— Humano no es el que nace siendo simplemente normal –Comenzó a explicar Stiles.— Humano es el que juzga, el que razona e intenta pensar en un bien común, aunque haya algunas excepciones. Y, aunque suene cursi, humano es el que ama, no solo a sus iguales, sino a lo que lo rodea.
Derek se quiso reír, eso había sido lo más cursi, maduro y adorable que había escuchado decir a Stiles desde que lo conoce. Demasiado dulce para él, por poco y es el primer Hombre lobo al que le da diabetes.
— Gracias Stiles –Escuchó decir a Liam.
— Yo no hice nada, solo hablé y hablé... Como siempre.
— Pero ayuda mucho –Liam le sonrió.
Al ver que las aguas ya estaban más calmadas, Derek salió del cuarto y bajó las escaleras. Observando como el ojimiel le revolvía el cabello a Liam, el cual rió ante el gesto.
— A veces creo que debí ser un Hombre lobo –Admitió Stiles.— Creo que hubiera sido bueno con eso de las charlas en manada.
— Serías un buen alfa –Le dijo Liam, como un alago.— Creo que incluso mejor que Scott.
Stiles rió mientras acompañaba al beta menor hasta la puerta. Debía llevarle a casa, puesto que le había hecho ir hasta allí por poco y secuestrado.
— ¿Crees que sería un buen alfa? –Preguntó riendo antes de salir.
Aunque la pregunta no fue para Liam, sino que al hacerla miró a Derek por el rabillo del ojo. Sonriéndole.
NOTA DE LA AUYORA:
Stiles fue, es y será siempre la mamá de la manada. Osea, es demasiado comprensivo y siempre le da su apoyo a todos. Es como el mejor amigo de todos.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.