[NARRADOR]
Toda la manada prestaba expresa atención a las palabras de la Nigromante, la cual hablaba despacio y con una voz tan suave que a Stiles le sorprendía que de verdad fuera la misma persona que cada dos por tres le daba una paliza legendaria.
Según la italiana, todo había comenzado hace más o menos treinta años. Durante un período de su vida en el que ella se encontraba buscando a su siguiente trabajo en Canadá.
Al parecer, su nuevo trabajo era una alfa que había nacido con esa jerarquía. Un hecho que era muy raro y, por ende, considerado peligroso para los miembros del consejo.
El problema fue que aquella peligrosa alfa que la castaña esperaba encontrarse, era una niña de diez años. El consejo debía estarle montando alguna clase de broma.
La niña estaba en el bosque junto con un niño más pequeño, ambos solos en el medio de la nada y sin señales de ningún otro lobo en kilómetros. Aquella pequeña se había colocado frente al niño en señal de querer protegerle.
- ¿Quién eres? -Le había preguntado la pequeña alfa, sonando asustada.
- La pregunta correcta es... ¿A qué vengo?
- Bueno, pues... ¿A qué vienes?
- A ayudarte, el consejó me envió -Había respondido intentando sonar confiable.
Ambos niños le miraron con obvia sospecha, aunque solo vastó que un trueno iluminara el cielo para que ambos cachorros chillaras y se colgaran de sus piernas. La Nigromante quiso quitarselos de encima, no le gustaba que la tocaran y no le gustaban los niños, este trabajo estaba superando sus capacidades de socializar.
- Tengo miedo -Había murmurado el niño mientras le extendía las manos.
Micaela le miró extrañada, no entendía qué era lo que ese mocoso quería. Aunque la niña alfa se lo aclaró.
- Quiere que lo cargues -Le dijo un poco más confiada.
- Cargalo tú, es tu amigo.
- Es mi hermano -Le corrigió la niña.- Se llama Peter.
La Nigromante no respondió, no le interesaba el nombre de ese mocoso llorón. Se dispuso a alejarse cuando los dos niños comenzaron a seguirla.
- ¿A dónde vas? -Le preguntaron casi al unísono.
- Lejos de ustedes -Respondió friamente.- Debe haber un error en la información, ese peligro del que me hablaron no puedes ser esta niña.
Aunque la italiana estaba hablando para sí misma, los dos niños la escucharon. Quedandose algo confundidos porque no sabían de qué hablaba.
- ¡No nos puedes dejar aquí! -Le reclamó la niña.- Estamos perdidos, nuestra abuela debe estar preocupara.
- ¿Y eso me importa porque...?
Micaela quiso desaparecer en ese momento, quitarse a los dos mocosos de encima. Pero ambos le miraban con expresiones de perrito perdido en la lluvia, y no ayudó en nada que de repente comenzara a llover.
- Por favor -Pidió el niño, el cual no parecía tener más de cuatro años.
- Voy a arrepentirme por esto -Gruñó entre diente.- Tengan, cubranse.
La italiana se quitó la capa que llevaba y se las arrojó de mala manera. Ambos niños se apresuraron a colocarselas encima, de esa forma evitaron mojarse, aunque Micaela fue un caso aparte.
(...)
Cuando llegaron a la cabaña de cazadores abandonada en la que la Nigromante se estaba hospedando. Cierta loba se sorprendió al ver a la emisaria de los muertos empapada de pies a cabeza, siendo seguida de cerca por dos niños pequeños que caminaban detrás de ella como si fueran una familia de patos.