Twenty-two.

Capítulo XXX: La bloguera.

-Te extrañé.

Hunter le dijo a Idelle mientras le besaba los labios con suavidad.

Idelle estaba posicionada encima de él, abrazada por la calidez de Hunter y sus grandes brazos.

Habían tenido varios días sin verse y todo gracias al trabajo. Hunter había estado haciendo envíos toda la semana y apenas tenía tiempo para ver a Idelle.
A pesar de que Hunter quería estar con ella a menudo, Idelle estaba a gusto con la libertad que sentía en la relación, no le molestaba el hecho de que Hunter estuviera ocupado y apenas la viera, más bien, lo encontraba disfrutable, le gustaba tener tiempo para ella sola cuando no trabajaba, pero había llegado el día el cual necesitaba de él.

-¿Qué tanto me extrañaste? -le cuestionó ella con una sonrisa juguetona.

Idelle, de pronto, sintió una presión extraña en su entrepierna, ni lo pensó dos veces cuando ya dedujo que de hecho, era la erección de Hunter debajo de sus pantalones que hacía presión en ella.

-¿Eso responde a tu pregunta? -Hunter le dijo, soltando una risa avergonzada.

Idelle se sonrojó inmediatamente, como si no fuera costumbre.

-Oh... No sabía que te hacía sentir de esa manera.

-¿No quedó claro en nuestra primera cita? Lo siento por incomodarte.

-Descuida. Podemos hacer algo al respecto.

Idelle le pasó la lengua por los labios a Hunter y luego plantó un beso en ellos. Se sentía atrevida y excitada, como una adolescente. Hunter tomó aquello por sorpresa, pero le siguió el ritmo. Él deslizó su mano debajo de la blusa de Idelle y le acarició la espalda.

-¿Cuánto tiempo tenemos? -le preguntó Idelle besándole el cuello.

-Todo el que quieras.

Idelle esbozó una sonrisa pícara.

-Puedo trabajar con eso.

Hunter no evitó reirse, era extraño oir a Idelle siendo atrevida.

-¿Qué planeas hacer, mi dulce Idelle?

Idelle notó la forma burlesca en la cual Hunter había hablado, asi que se incorporó y lo miró molesta.

-Estoy sacando provecho a la situación.

Hunter no pudo contener la risa. Era tanta la gracia que sentía, que no se pudo contener, se tapó el rostro con ambas manos y empezó a reír descontroladamente. Idelle estaba molesta, no entendía que era tan gracioso. Se bajó de encima de Hunter y se sentó en la cama al lado de él, esperando que Hunter dejara de reirse de ella, pero no se contuvo, estaba furiosa, así que se levantó y tomó sus cosas. Hunter dejó de reir y notó como Idelle se ponía de nuevo sus zapatos.

-¿A dónde vas?

-Jódete tú y tu erección

-Vaya, espera, ¿estás molesta?

Idelle volteó a ver el rostro de Hunter el cual estaba rojo de tanto reír. Ella rodó los ojos ante aquella pregunta.

-No Hunter, porque me encanta que te burles de mí.

-¡No me estoy riendo de tí! Me río porque es extraño como te comportas. Esa no eres tú. Esa no es la Idelle que yo conozco.