Capítulo 4.

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Capítulo 4.

Necrópolis, capital del Infierno.

Una bola de energía oscura mostraba las nítidas imágenes de lo que ocurría en la Tierra, y una hermosa y poderosa diablesa seguía con atención los pasos de la hija de su rival, sorprendida de cómo iban desarrollándose las cosas. Ni siquiera ella habría podido adivinarlo, y eso que era la diablesa con mayor poder y rango en el Infierno. Sin embargo, le divertía ver que la hija de una de sus más grandes rivales anduviera por la Tierra buscando ángeles, sobre todo, por sus verdaderos motivos para hacerlo.

Así que la súcubo se encontraba preocupada por él, qué ironía. Y más ironía aún que, queriendo ella alejarse de todas las jerarquías infernales, terminase al lado de él. O quizás no era ironía, sino sólo destino. El Oráculo había predicho grandes cosas para él, incluyendo que habría de matar a su creadora, algo que muy seguramente la súcubo también deseaba cumplir, y si bien en algún momento esa profecía se había malinterpretado, ahora no quedaba duda de a qué se refería.

-          Interesante.- dijo la diablesa de más alto rango, mirando las imágenes de su bola oscura.- Muy interesante en verdad. ¿Qué sucedería si yo me atreviese a intervenir? Rosier se moriría del coraje, sin duda alguna.

La diablesa tomó una copa con contenido oscuro en su interior y le dio un largo trago. Algo que no le gustaba, sin embargo, era la presencia de los ángeles revoloteando tan cerca de él. Era obvio que, en algún momento, él iba a llamar demasiado la atención con su auténtica aura, lo que atraería la mirada de los Arcángeles y del Ejército Celestial. La diablesa de alto rango apuró su copa, pensando que era el momento en hacer una aparición en la Tierra.

-          Necesita mi ayuda, sin duda.- dijo, caminando alrededor de la bola oscura.- Pronto, esta batalla va a desequilibrarse a favor de los enviados del Cielo, y eso es algo que no puedo permitir.

-          ¿Irá a la Tierra, mi señora?.- preguntó un demonio vestido de negro, con enormes cuernos que tocaban el suelo.

-          Aun no.- respondió ella.- Pero en poco tiempo lo haré.

En la bola oscura aun parpadeaban las imágenes de la súcubo regresando al castillo. Ayudarlo a él equivaldría también ayudarla a ella. Pero sería interesante ver el resultado.

Angelópolis.

El arcángel Rafael terminaba de curar la herida del ala de Alessandro, un proceso que llevaba su tiempo y dedicación. Los ángeles sanadores de los Escuadrones de Rescate habían podido curar la herida del hombro, no así la del ala, la cual había sido hecha por un arma muy poco convencional.

-          No me explico, sinceramente, cómo es que se ha podido dañar el ala de esa manera.- dijo Rafael, mientras examinaba la lesión.- No es un tipo de herida que vea con frecuencia, fue hecha con un arma diferente, sin duda.

-          ¿Un arma infernal?.- preguntó Miguel, un tanto asombrado.

-          No precisamente un arma infernal.- negó Rafael, aplicando su ciencia sobre el ala lastimada.- Es más bien una herida causada por un arma humana, empuñada por un ser con energía infernal.

-          ¿Y no se produce el mismo tipo de herida, en ese caso?.- preguntó Israel, interviniendo de pronto.

-          No precisamente.- negó Rafael.- Las armas infernales están fabricadas para tolerar la energía y fuerza de un ser sobrenatural, por lo que resisten el calor que éstos desprenden. La herida hecha con un arma así se debe exclusivamente al golpe de energía del demonio que la usa. Por el contrario, cuando un ser oscuro usa un arma humana, la lesión causada es mayor ya que éstas no están hechas para soportar una fuerza superior a la humana, por no hablar de la temperatura corporal, de tal manera que el arma suele dañarse, de forma más común, el metal de la hoja se derrite, y la herida va a producirse por una mezcla entre el golpe directo y el derretimiento del metal. Por eso es que son más difíciles de curar, aunque por fortuna, no suelen ser muy comunes.

Alas de Libertad: Senda del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora