Capítulo 19.
Necrópolis.
Lilith contemplaba fijamente la esfera de cristal oscuro que tenía delante de sí. La situación había cambiado drásticamente y pronto llegaría el momento en el que tendría que intervenir. Los sucesos recientemente acontecidos le habían entorpecido los planes, pero ahora que la súcubo se había fugado del castillo y que la atención de los ángeles se había dividido, la diablesa de alto rango podría ir nuevamente a Tierra, a intentar establecer comunicación con la persona que tanto llamaba su atención.
Dante. No cabía duda de que era él y sólo él. Después de siglos de búsqueda, al fin encontraba a Dante, quien nunca debió abandonar el lugar que le correspondía, al lado de Lilith. Sin embargo, en tantos siglos de espera, varias cosas habían cambiado, demasiadas, y Lilith sabía que nada iba a volver a ser como antes. Por culpa de un sirviente excesivamente celoso y leal a su ama, Dante se había alejado del lugar al que pertenecía, y quizás sería muy difícil hacer que volviera. De cualquier modo, Lilith tendría que intentarlo.
Sin embargo, ahora ella había vuelto a aparecer. ¿Por qué justo en ese momento? ¿Quién había manipulado los hilos del destino para conseguir que ella se cruzase en el camino de él? ¿Sería ésa una broma del Ser Supremo?
- Siempre metiéndose en donde no lo llaman.- murmuró Lilith, enojada.- Más vale que ella no me eche a perder las cosas, o también tendré que quitarla de en medio.
La diablesa estuvo tentada a dejarse llevar por su impulso y acabar de una vez con ese nuevo estorbo que amenazaba con echarle a perder los planes, pero su intuición, forjada a través de siglos de experiencia, le aconsejó que no se precipitara. El que ella hubiera aparecido, podría no significar nada. Después de todo, habían pasado tantos siglos y habían sucedido tantas cosas en ellos que la situación bien podría no ser tan fatal como Lilith lo auguraba.
- Y si no, de cualquier forma me queda un plan B.- repuso Lilith, pensativa.- Lo malo de depender de renegados es que éstos teminan haciendo siempre lo que se les antoja.
Y, temiendo perderse los eventos que estaban a punto de suceder, Lilith cortó sus reflexiones y puso mucha atención a lo que sucedía en la esfera de cristal negro.
Terrenos del castillo de Vajk.
Elizabeth creyó estar alucinando. Delante de ella había alguien que era físicamente idéntido a... Neal... Su manera de andar, sus expresiones, su voz, e incluso, él la había llamado Elizabeth... ¡Pero eso no podía ser posible, Neal estaba muerto! ¡Ella había visto cómo su prometido había luchado inútilmente contra los vampiros, y el mismo Miguel le había confirmado que nadie, aparte de ella, había sobrevivido al ataque del clan de Joradis! No, ése no podía ser Neal. ¿Qué estaba sucediendo, entonces?
El cerebro entrenado de Elizabeth pensó en las posibilidades. La primera de ellas era que eso fuese una alucinación, producto quizás del ataque del ser de sombras que habitaba ese castillo. Quizás, el vampiro había leído el dolor que había en el corazón de la joven, y, a manera de doloroso recordatorio, había impreso la imagen de Neal frente a los ojos de Elizabeth para hacerla sufrir. Esto tendría bastante lógica, ya que se suponía que el vampiro había participado de la matanza en donde falleció Neal y en donde casi perece la propia Elizabeth. La crueldad del ente maligno podría llevarlo a tratar de revivir recuerdos pesarosos en la mente de la joven, a la que evidentemente habría reconocido, aún después de tantos años.
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Alas de Libertad: Senda del Destino.
RomanceCuatro almas que buscan la libertad, a través de sus actos y no de sus profecías. Una historia sobre el libre albedrío y el futuro predestinado. Tercera historia de la saga "Alas de Libertad". Dibujo de portada: Lily de Wakabayashi. Dibujos de capít...