Capítulo 5.
Puerta del Infierno.
Rosier había conseguido escaparse del grupo de ángeles que estaba persiguiéndola. No sabía en qué momento el asunto se le había invertido, y de ser cazador se había transformado en presa. Nunca se le ocurrió pensar que, el estar persiguiendo a Adyra por toda la Tierra ocasionaría que los arcángeles se preguntaran qué estaría haciendo la reina de los Súcubos corriendo de aquí para allá. Así pues, ahora Rosier tenía tras de sí a un nutrido grupo de ángeles, encabezado por dos capitanes que resultaban ser una verdadera molestia, cuya misión era, muy probablemente, saber qué estaba planeando. Rosier no quería que la corte celestial se enterara que ella tenía una descendiente, una hija que llevaba la estirpe de su raza en la sangre, ya que muy probablemente irían tras ella también, y no era que Rosier se preocupaba como madre, sino que temía que los ángeles le quitaran a la esclava que durante tantos años le había servido tan bien.
La reina de los Súcubos, con todo y su poder, no se había enfrentado en siglos a alguien del clan de los ángeles; sus últimas batallas habían sido contra Adyra y algunas diablesas enemigas suyas, de manera que maldecía estar tan fuera de forma. Desconocía, además, qué clase de ángeles la estaban atacando y bajo comando de quién se encontraban, información que sí conocían congéneres suyos que luchaban constantemente contra el Ejército Celestial. Lo poco que Rosier sabía era que este ejército estaba comandado por el arcángel Miguel, y que éste tenía cuatro capitanes en los cuales se apoyaba para sus misiones más difíciles, cuatro ángeles que provenían de la élite angelical, los más diestros y expertos en el combate. La diablesa supuso que dos de esos cuatro ángeles eran quienes la perseguían, así que se dio cuenta que vencerlos no iba a ser nada fácil para alguien que se encontraba fuera de forma, como ella. Aún así, Rosier se había batido en pelea contra uno de ellos, un ángel de cabellos negros y ojos turquesa, y si bien ella demostró tener destreza y habilidad, la súcubo pudo perderle la pista. Después, Rosier había sido atacada por un ángel moreno de cabellos castaños, un ángel muy fuerte y ágil, pero tampoco pudo perseguirla hasta las puertas del Infierno, a donde la súcubo había ido a refugiarse un momento. Algo bueno había sacado al menos de esa persecución, y era el saber que los otros dos ángeles en los que basaba Miguel su ejército andaban persiguiendo a Neal, el mediocre vampiro que tenía como huésped a Adyra en su castillo, según un comentario que le hizo el ángel llamado Irinia a su compañero, Osmar.
"Seguramente, podré aprovechar esta oportunidad", pensó Rosier. "Si consigo que los cuatro ángeles persigan a ese vampiro de quinta, podré quitarlo de en medio, y así conseguiré que Adyra me pida perdón y regrese al lugar a donde pertenece. Pero para eso, tengo que ir a la zona del castillo donde vive ese supuesto duque de Vajk, y evitar que estos emplumados me sigan molestando. Hija mía, volveremos a vernos muy pronto".
Rosier consiguió evadir la pista de los ángeles y llegó a las cercanías del castillo. Quiso el destino que en el momento preciso en el que ella buscaba orientarse, apareciera ese vampiro de cuarta, con su poderosa espada en la mano. ¿A dónde se dirigiría? Evidentemente, no necesitaba de un arma así para cazar a una presa fácil, así que lo más seguro era que Neal fuese en busca de algo grande. Rosier sonrió al ver su buena suerte, ese vampiro le estaba facilitando mucho las cosas.
En algún lugar de Europa, muy cerca del Lago Encantado.
Algo que le fastidiaba a Neal de ser un vampiro era que tenía que esperar a que cayera la noche para poder salir del castillo. Eso le dejaba muy pocas horas para atacar, pero al menos eso lo había ayudado a ser más rápido y diestro al momento de acabar con sus enemigos. Él había decidido no decirle nada a Adyra sobre sus planes, no le dejó saber por qué motivo se había salido de la fortaleza, pues estaba seguro que ella querría salir con él en cacería de los ángeles, y pelear contra el ángel rubio que lo había atacado era algo que Neal quería hacer solo, más por orgullo que por otra cosa.
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Alas de Libertad: Senda del Destino.
RomanceCuatro almas que buscan la libertad, a través de sus actos y no de sus profecías. Una historia sobre el libre albedrío y el futuro predestinado. Tercera historia de la saga "Alas de Libertad". Dibujo de portada: Lily de Wakabayashi. Dibujos de capít...