El camarote de Derek, en un principio me pareció sobrio y escueto, pero ahora agradecía que no hubiera mucho que pudiera romper. Ya era casi por la tarde, el pequeño pirata seguía con sus clases de latín y en un rato le tocaría esgrima, así que aproveché para buscar una aguja, hilo y unas tijeras con las que poder ajustarme la ropa, no había servido de mucho lo que me hice anoche, por lo que el capitán me había dejado ropa nueva sobre mi litera. La que llevaba tenía más de un agujero.
En ese momento tenía el torso desnudo, mirando hacia la pared contraria a la puerta mientras tarareaba una pequeña canción que solía oír entre las mujeres del puerto, incluso de Grace cuando iba a acostar a sus propios hijos. Me aparté el pelo de uno de mis hombros y continué mi labor hasta que quedé lo suficientemente satisfecha para no ir siempre tan provocativa, al menos no se me vería todo. Había hecho unos pequeños ajustes en las mangas y los laterales, así que quedaría un poco ajustada pero lo suficiente para tapar lo correcto.
—¡Derek, maldita sea, sal de tu habitación! – oí que gritaba Reagan mientras abría la puerta de golpe. Yo me quedé ojiplática hasta que ambos reaccionamos. Él se dio la vuelta rápidamente, disculpándose y asegurándose de no haber visto nada mientras que yo me tapaba los pechos con la propia tela – No sabía que estabas aquí y... así, discúlpame.
—Disculpadme vos, capitán Black, debí echar el pestillo – farfullé poniéndome la camisa. Me aseguré de que no estuviera mirando y me la pasé por encima de la cabeza y los hombros sintiendo cómo mi capitán cerraba la puerta a mis espaldas. No temía lo que pudiera sucederme, es más, creía que podía defenderme lo suficiente de él, así que intenté regular mi pulso y mi respiración. Cuando ya estuve lista, suspiré y me giré hacia él cruzando mis brazos sobre el pecho – ¿Deseáis algo de mi?
—No... bueno, en realidad... sí – arqueé una ceja y él avanzó a paso seguro antes de detenerse frente a mi con pose altanera – ¿Cuántos años tienes, Caris?
—Em... casi dieciséis, señor – contesté frunciendo el ceño – ¿Puedo preguntar por la vuestra?
—Tengo veintiséis – aclaró con una sonrisa tímida después de reírse entre dientes – Casi veintiséis – se corrigió.
—¿No sois muy joven para ser pirata y además capitán?
—Tú lo eres más, pequeña.
—Yo nunca quise ser pirata, al contrario que vos – afirmé yendo hacia mi litera.
—Yo, querida, solo continúo el negocio familiar – explicó deteniéndose frente a mi, apoyando ambas manos en mis muslos, sobre mis rodillas – El único placer que obtengo de la piratería, es la adrenalina, me temo.
—¿Queréis decir que no disfrutáis siendo pirata? – cuestioné poniendo los brazos detrás de mí espalda, apoyándome para no caer hacia atrás.
—De niño tenía sueños. Por desgracia o por fortuna, mi realidad es otra – suspiró mirándome intensamente. ¿Qué se supone que estaba pensando?
—Por fortuna tenéis un hijo, una reputación y un precio por vuestra cabeza. ¿Cuál es el problema? ¿Perseguir traficantes? ¿O ser la presa de las marinas? – pregunté alzando el mentón.
—La reputación de mis anteriores, Caris. Mi padre era un asesino, un desalmado asesino, violador y ladrón sobre todo lo que se moviera. Sus propias expectativas hacia mi siguen persiguiéndome aún después de su muerte – aclaró apoyándose mejor en mis piernas para seguir manteniéndome la mirada – Y aunque le quisiera, más de una vez estuve tentado de cobrar la recompensa por su cabeza.
—Sin embargo, vos seguís su ejemplo de ser pirata y se lo inculcáis a vuestro hijo... es algo incomprensible – suspiró con cansancio y se alejó de mí como si quemara de un momento a otro.
—Me han informado de que se organizará una fiesta en la mansión de William Ford, en La Grita. Es por un pequeño logro entre comerciantes y nobles, cosas de política y economía. Lo que nos lleva a una brillante oportunidad para ti y para mí.
—¿Qué diantres se me ha perdido a mi en una mansión? – pregunté, nerviosa por la mención del gobernador William Ford, mi "supuesto" padre biológico, según Derek – ¿Y que se supone que hace ese tal Ford organizando una cena burguesa?
—Eso es lo que más me llama la atención – comenzó a pasearse por el camarote como si fuera un león enjaulado, mirando al suelo con las manos tras la espalda – Ford no es que sea demasiado ávido para hacer el tipo de negocios con el tipo de personas que se presentarán allí, a menos que esté metido en los negocios de mercado negro, esclavitud, exportación-importación de mercancías... Alguien como él debería tener cuidado con los que se junta, pero eso no es lo que más me llama la atención.
—Si fueseis narrador de cuentos infantiles, puedo asegurarle que mantendría mucha atención.
—¿Entre muchachas, mujerzuelas o los críos? – preguntó con una sonrisa burlona y socarrona. Negué con la cabeza y esperé a que continuara – ¿O será por mis ojos? – añadió, haciendo que yo me sonrojara levemente – El caso es que está metido en asuntos sucios y ha organizado una pequeña recepción invitando a todas aquellas personas con las que hace negocios, independientemente del rango o el dinero que posea. Irán hombres y mujeres elegantes y he decidido autoinvitarme. Será una buena ocasión para hacer uso de mis dotes de Casanova y ladrón.
—¿Y le pedirá a Calipso, la bruja del mar, que le preste una sirena como acompañante o prefiere un tritón? – me burlé ladeando la cabeza.
—Yo ya tengo a mi sirena – asentí conforme, ¿por qué narices me lo contaba si la cosa no iba conmigo? – Tú irás cómo mi acompañante – abrí los ojos como platos y comencé a negar.
—¡Oh, no! ¡Me niego!
—¡Vamos! ¿Qué puede pasar?
—Vamos a robar como si lleváramos toda la vida haciéndolo y yo solo llevó dos días en este maldito barco. ¿Crees que estoy preparada para esto? ¡Ni siquiera sé bailar!
—Aprenderás, aún nos queda casi un mes para llegar a La Grita, aprenderás en ese tiempo – sentenció, dando a entender con el tono que era una orden y además no aceptaría un no por respuesta siendo otra situación.
—¡Es imposible!
—Es una orden, Caris – callé inmediatamente y me volví a sentar – Pararemos en Maracaibo antes de llegar a La Grita para conseguir provisiones, ropa adecuada y... algo con lo que puedas llegar a parecer incluso decente ante la nobleza.
Vale que no era puro glamour pero tampoco hacia falta usar ese tono y esas palabras. Asentí con los ojos entornados y él sonrió de oreja a oreja antes de darme un beso en la mejilla, agradecerme y marcharse.
¡Será estúpido! ¡Mamón descerebrado! ¡Aborto de mono desgraciado!
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One more pirate
AdventurePROHIBIDA LA COPIA O ADAPTACIÓN. OBRA REGISTRADA. Tras quedar huérfana a los cinco años, Caris pasa parte de su infancia bajo la esclavitud en una taberna, hasta que se le presenta la oportunidad de volver a ser libre. El destino quiere que en su...