Epílogo

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El barco se zambullía de forma lenta sobre las olas. Habíamos estado tres meses aquí y estábamos por llegar a la costa de las indias, donde había pequeños asentamientos ingleses. Malcolm y yo habíamos forjado una interesante relación fraternal, casi como si hubiéramos sido cortados por el mismo patrón. En el barco se me habían encomendado diferentes tareas como ayudar en la cocina, reparar telas, ayudar en la limpieza... todo lo que tuviera que ver con mantenerlo a punto. Cosas que hacía en el barco con Jack...

No había hecho demasiadas amistades durante este periodo, más bien relaciones formales. Me dedicaba a continuar con mis estudios y ayudar a Malcolm con sus contratos y casos importantes, la verdad es que estaba aprendiendo muchísimo. Tenía la suficiente libertad para vestir como quisiera, hablar como lo haría un borracho y ser la entrometida que no se dejaba ver. Básicamente sabía todo de todos en el barco.

—¿Lista para llegar? – gruñí en respuesta. Malcolm me había obligado a llevar vestido a la moda porque decía que así daría buena impresión. Me repetí cientos de veces que esto lo hacía por el bien de mi plan (del que nadie aún estaba enterado) y que debía aguantar cuanto pudiera, empaparme de la cultura endiablada del derecho y los negocios, y recoger todo el dinero posible sin que nadie se enterase.

—Tu plan es estúpido – contesté rascándome los brazos. La tela me picaba a horrores y eso solo incrementaba mi mal humor, a parte de que estaba maloliente por no haberme podido duchar y estar sudando como una puerca – Me mirarían llevase esta cosa de tortura o lo que llevo siempre.

—Sí, pero tú eres mi hermanita, la hija del gobernador de La Grita, hermana menor de un prestigioso abogado. Debes estar presentable – volví a bufar mientras cogía el abanico como había estado practicando durante estos meses con demasiada energía, pero es que en la India hacía muchísimo calor, solo en el puerto había un montón de gente y el ambiente era muy húmedo.

—Fue a hablar aquí el que va sin camisa... Todos saben que serás un picaflor y ninguna mujer que supiera de tu turbia reputación se acercaría a ti a menos que fuera una fresca, una prostituta o se creyese tus patrañas – refunfuñé mientras él se reía sin parecer molesto de mis acusaciones.

—Deja de quejarte, canija – me abrazó por los hombros y me señaló con diversión. El muy asqueroso se burlaba constantemente de mí a pesar de que yo, en algunos aspectos, fuera la cabeza fría de la relación – Eso es lo que se espera de una señorita de sociedad. Igual si tienes suerte encuentras marido y todo – arqueó una ceja con diversión y me susurró de forma traviesa – Además, hermanita, sabes que si no tuviéramos lazos sanguíneos habrías caído a mis pies.

—Lo primero, jamás fui ni seré una señorita de sociedad. Lo segundo, no menciones ni en broma lo del matrimonio. Y tercero, la primera vez que te vi pensé que eras un acosador por haberte lanzado a mi como lo hiciste – la carcajada que siguió a mi discurso no tardó en llegar y pronto me vi con la mirada amenazante que todos (o casi todos) temían, porque sí, yo enfadada daba mucho miedo.

—Iremos a la Villa de mis clientes, pequeña – asentí y me mordí una uña – Creo recordar que la mujer se llamaba Nora Black y necesita ayuda con su hermano y su sobrino.

—¿Cual es el problema del hermano?

—Ha sido capturado por piratería y si le condenan el crío puede pasar a disposición de adopción o a la tutela de su tía – mi respiración se detuvo durante unos segundos mientras analizaba la situación. Niño. Pirata. Black...

—Malcolm... dime que tu cliente no es Reagan Black – mi hermano suspiró y me puso una mano sobre la mía cariñosamente.

—No estabas obligada a venir...

—¿Lo has hecho a propósito? – cuestioné respirando con rapidez – ¿Sabiendo lo que hizo aún quieres que tengamos contacto? – negué con la cabeza y retrocedí unos pasos – No cuentes conmigo para esto.

—En algún momento tendrás que superarlo.

—¡Pero eso es mi problema, no el tuyo!

—Al menos hazlo por el niño – bajé la cabeza mordiéndome el labio y tragué el nudo de mi garganta con lentitud.

—Después de esto no esperes que vuelva a casa – zanjé el tema rápidamente y me senté en uno de los barriles mientras me miraba las manos. Malcolm no insistió más.

Y tenía la sensación de que Reagan no desaparecería jamás de mi vida, jamás fue un pirata más, olvidado o perseguido. Él siempre estaría presente y nunca esperaría lo que sucedió...


N/A: Lo sé, me queréis matar, me he pasado la vida para escribir el epílogo. Han pasado muchas cosas desde la última actualización y ahora mismo estoy de exámenes y de viaje de fin de curso, así que la vida se me va en muchos momentos.
Bueno pos... ya se acabó One more pirate y en un tiempo (largo) a lo mejor me da por publicar la segunda parte, pero quiero tener varios capítulos escritos para que no pase esto, así que haré un esfuerzo en Grecia (porque si, bitches, me voy a Grecia) aparte de muchas fotos.
Besos!!! Estrellará y comentario ♥️😘

One more pirateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora