Capítulo 19

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Me levanté con ganas de ser filósofa XD

Pasaron dos días. Y qué dos días. La mayor parte del tiempo la pasaba hablando con la tripulación o pidiéndoles que me enseñaran algo, así podría compensar el hecho de que por mi culpa hubieran perdido al único grumete.

Evitaba la presencia de Reagan porque... Dios, ¿cómo pude ser tan tonta? Derek no era nada parecido a él en algunos aspectos porque, seamos sinceros, ese crío era un pan de Dios. Ni siquiera se portaba mal, me obedecía, charlábamos, jugábamos y hacía mi trabajo cuando debía irse a dormir. Ya casi no tenía pesadillas.

—¡Caris! – oí al pequeño gritar desde el castillo de popa – ¡Mira, ven! – pidió dando pequeños salitos. Caminé hacia la red y comencé a escalarla mientras observaba de vez en cuando lo colorido que era el cielo en ese momento. Llegué hasta arriba y no tuve tan siquiera palabras para describir lo que veía.

El cielo y el mar se habían fusionado, dejando que pareciera un navegábamos de forma infinita hacia un lugar inexistente, como si no hubiera un horizonte que nos marcara el final de todo aquello. Derek cogió mi mano mientras miraba lo mismo que yo. A pesar de que el castillo de popa no era el más alto y que la vela mayor y el trinquete de proa nos cortaban la visión, podía apreciarse hasta la octava maravilla. No supe cómo era que había sobrevivido tanto tiempo en la taberna sin haberme acercado al mar ni una sola vez. Jamás me había imaginado haber tenido todo esto al alcance de mi mano durante tanto tiempo y que lo hubiera ignorado...

—Es bonito, ¿verdad? – preguntó el niño sin apartar la vista del océano.

—Sí, es casi como un sueño – suspiré mientras apretaba la mano ligeramente. Los ojos comenzaron a picarme, por lo que tuve que apartar la vista unos instantes.

—¿Te imaginas encontrar a tus padres? – preguntó de repente, dejándome bastante descolocada.

—Supongo que no... – Derek pareció no haber atendido a mi respuesta.

—¿Y no echas de menos tener una familia? Una verdadera familia... – los ojos comenzaron a picarme más y un nudo se instaló en mi garganta.

—Las cosas siempre suceden por algo, Derek – le atraje a mi y él se apoyó en mi pecho – Y no podemos cambiar el pasado.

—¿Tú cambiarías algo?

—Bueno... pues quizás habría cambiado el echo de que Jonathan me hubiera agredido.

—Pero lo hizo. Y también sus padres, ¿no cambiarias eso también? – cuestionó, me lo imaginé con el ceño fruncido de forma curiosa.

—Por supuesto, pero si lo cambiara no habría tenido razones para escaparme, y por lo tanto no te habría conocido.

—Papá dice que las personas buenas siempre son las que más sufren...

—¿Y tú qué opinas?

—Que no quiero sufrir... pero tampoco quiero ser malo – reí entre dientes.

—A veces, tu padre es un exagerado – tomé aire, acariciando su pelo con lentitud – Puedes ser bueno o malo, pero de alguna manera sufrirás. No siempre paga la gente mala, igual que no siempre llevan la razón las buenas personas...

—¿Entonces?

—Opino que tienes que seas un mini adulto, pero a veces debes ser el niño que eres, y después el hombre que serás... no siempre tendrás a los que quieres y no por ello tienes que ser malo para demostrar tu poder – susurré mientras él apoyaba su cabeza en mi pecho – Aunque claro, el ser bueno o malo depende de la opinión de cada uno...

—No lo entiendo.

—Si tú robas un saquito de dinero para poder mantener a tu familia, ¿serías buena o mala persona? – pregunté de forma lenta.

—No lo sé... supongo que sería bueno desde el punto de vista de mi familia, pero malo para el hombre al que le he robado el dinero – razonó mientras se llevaba una mano a la barbilla.

—Ya lo has entendido – premié sonriendo.

—¿Entonces papá es bueno o malo? – miré al horizonte, pensando en una buena respuesta para darle al crío. Reagan era bueno, pero tampoco era perfecto. De alguna manera se tenía que ganar la vida como para, además, sumar el hecho de que era pirata y algo arrogante por no decir odioso cuando se las daba de listo. También tenía la presión de sus antepasados y su reputación, una que debía mantener como el hombre sin alma que podía llegar a parecer. Pero aún así, él tenía algo que te hacía ver su propio interior, era bueno, sin duda alguna. ¿Pero quién era yo para decidirlo si sentía algo por él?

—Eso es algo que tú debes razonar – conseguí decir tras unos segundos en completo silencio.

Derek volvió a mirar al frente, yo le imité. El cielo comenzaba a volverse anaranjado a medida que pasaba el tiempo, acariciaba el pelo del pequeño pirata y pensaba en lo que me depararía a partir de ahora. No podré estar huyendo siempre de Reagan, en algún momento tendría que enfrentarle. Pero no sabía a qué le tenía más miedo, a mí y mis sentimientos o a él y lo que pudiera pasar después.

Dios... ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? Si solo fuera una situación diferente, quizás sí que podría pasar algo. Si yo fuera más mayor, si él no fuera un pirata y si no tuviera un hijo. No me malinterpretéis, adoro a Derek y lo que conlleva cuidarle, pero temo que Reagan tampoco quisiera que su hijo pasara por la duda de decidir si sería buena para ellos. Miré de nuevo hacia el cielo, los colores anaranjados y la línea que separaba la fusión de mar y cielo. Sin duda podría quedarme viendo eso toda la vida.

—¡Derek, bribón! – oí chillar a Jack desde abajo, lo que me resultaba raro ya que él muy rara vez salía de su escondite – ¡Ya puedes encontrar la cecina! – reí mientras el cocinero buscaba desesperadamente por la cubierta al pequeño pirata sin encontrarlo.

—¿Qué has hecho esta vez? – cuestioné al ver que Jack volvía a su hábitat natural.

—Digamos que la cecina reseca ya no está visible – contestó encogiéndose de hombros.

Y supe que este niño sería un caso en un futuro próximo...

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