Capítulo 30

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Cuando tenía nueve años, me caí a un pozo en el suelo. No lo vi, ni siquiera me di cuenta de que estaba sobre él, pero la madera se rompió y yo caí para flotar en el agua con miedo. No creo poder comparar las sensaciones de ese momento con el de este. Me temblaban las piernas mientras me retorcía las manos pensando en lo que podía pasar a partir de ahora, porque es verdad, no me habrían mandado buscar solo para tenerme cerca. El miedo que sentí fue el mismo que siento ahora porque, al tener padre, mi vida giraba en torno a sus decisiones. Sentía miedo e impotencia por no poder ser lo que yo deseaba.

Aún así, con el miedo en mi cuerpo y las manos temblorosas, los jardines de la casa me parecieron espectaculares. Había muchísimos rosales, de color rojo vivo y con perfectos cuidados. Me habían permitido llevar pantalones (de mi supuesto hermano Jacob, que se había mostrado encantado por hacerlo) y una camisa junto a un cinturón de Malcolm. Las botas eran mías y mis armas también, al menos las que había podido llevar encima en la fiesta.

William estaba en la cabeza, charlando con Malcolm sobre su negocio mientras Jacob me llevaba del brazo con suavidad, en completo silencio. Tenía la sensación de que la familia era muy extrovertida en cuanto a la gente nueva, o quizás era solo mi impresión. Igualmente, no necesitaba tener encima a un montón de personas que no conocía preguntándome insistentemente si estaba bien o necesitaba algo, cosa que agradecía.

—Bueno, creo que ha llegado la hora de hablar de algo importante – declaró el gobernador mientras señalaba unos bancos frente a una hermosa fuente rodeada de rosas. Adoraba esa flor. Le miré directamente después de sentarme, cruzando las manos sobre las piernas mientras arqueaba una ceja – ¿Qué es lo que quieres hacer? – preguntó.

Sacudí la cabeza por la impresión. No era usual que un hombre le preguntase eso a una mujer y menos viniendo de un personaje como él. Los padres normalmente querían controlar a fondo la vida de sus hijos, especialmente de las primogénitas, por lo que, que preguntara eso, era bastante nuevo en el mundo, más concretamente en el suyo.

Me mordí el labio mientras Malcolm se sentaba conmigo y tomaba una de mis manos con lentitud, apretándola intentando infundirme apoyo, pero yo prácticamente estaba en blanco. Quería... quería aprender, quería poder defenderme en condiciones sin necesidad de tener un hombre al lado...

—Quiero tener la educación de un hombre y los modales de una mujer – respondí después de unos minutos pensando – No quiero que me enseñen solo a ser una buena anfitriona. Quiero poder manejarme sola.

—¿Estás segura? – preguntó William con una ceja arqueada. Esta vez, la que hundió la entrecejo fui yo. No creo que me conociera lo suficiente para sacar conclusiones precipitadas, pero si yo me proponía algo, hacía todo lo posible por cumplirlo – No quiero que te rindas fácilmente – añadió.

Me levanté y me crucé de brazos, sintiendo el peso de mis hombros en el cuello. Después de estos tres días, me dolía el cuerpo a pesar de haberme bañado y restregado la piel como si tuviera barro. Bajé la mirada, observando mis botas mientras tragaba fuerte y fruncía los labios.

—No sé cómo irán las cosas aquí, pero yo no me quiero quedar en casa como una coneja pariendo hijos – Malcolm dejó escapar una risa atragantada y se cubrió la boca al ver a su hermano Jacob con la mirada seria – Lo necesito de verdad...

William asintió y comenzó a planearlo todo en voz alta mientras mi hermano Jacob lo acompañaba por todo el jardín. El gobernador dio una palmada que me hizo sobresaltar y empezó a caminar con rapidez para salir de aquel sitio como si le hubieran poseído. Malcolm se puso a mi lado mientras apretaba mi hombro con cariño. De repente, comencé a sentir una extraña presión en el pecho, como si me estuviera ahogando de nuevo.

—¿Qué te sucede, hermanita? – preguntó con el ceño fruncido.

—Esto no es como me lo imaginé – le miré a los ojos, con la mirada cristalizada mientras mi labio inferior temblaba peligrosamente. Aquella opresión aumentaba, pero no era por algún momento feliz, era más por los recuerdos con... él – Yo... no me siento como debería hacerlo.

—Cada uno puede sentirse de una manera, hermanita – bajé la mirada con pena. No era así como debería tratar a mi hermano y su hospitalidad – Te sientes confundida, como si no quisieras creer que esto está sucediendo de verdad. Él no va a volver, Caris – cerré los ojos y las lágrimas volvieron a rodar por mis mejillas, sin yo poder controlarlas. Estaba siendo patética – Dentro de tres semanas tengo un viaje a la India – miré sus facciones, concentrándome en el significado de sus palabras.

Realmente éramos muy parecidos. Ambos éramos pelirrojos de ojos grises, él tenía un fantástico rostro de hombre, con una fina barba que seguramente haría muchas cosquillas y, sin pensarlo, nos abrazamos mientras me pedía que lo acompañase. Era un sitio que estaba muy lejos de aquí, una distancia que jamás se me hubiera ocurrido hacer, pero Malcolm e inspiraba muchísima confianza como para dudar de sus intenciones.

—Verás que este tiempo hará que te olvides de todo lo que has pasado – asentí , incapaz de pronunciar una sola palabra – Vete a descansar, yo hablaré con nuestro padre – se separó de mi con una encantadora sonrisa y me acarició la mejilla – Te proporcionaré todos los libros que desees – me dio un beso en la frente y me quité las lágrimas de forma compulsiva, como si me quemasen. Debía comprender que él no volvería y yo... yo debía continuar con mi vida.

Malcolm se marchó y yo miré hacia la playa, que se veía desde el jardín. Negué con la cabeza y me encaminé hacia mi cuarto una vez memorizado el camino. Debía ponerme al día si quería llegar a ser alguien en el mundo.

Siento el retraso de veras. Estoy con exámenes otra vez y quiero morir 😭😭😭😭😭
Queda el siguiente capítulo y el epílogo para comenzar con la segunda parte y esa será... intensa.
Caris la va a pasar muy mal, chicas 🌝🌝🌝

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