Capítulo 12

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Nuevamente caí al suelo. Si esta no era la quinta vez que Reagan me dejaba en ridículo enseñándome a luchar no era sino la primera. ¿Qué podía esperar de un pirata?

Después de haber despertado por la mañana había desayunado una mandarina en buen estado con una tira de cecina reseca. No era demasiado, pero al menos me llenaba el estómago lo suficiente para ganar fuerzas. Después de despertar a Derek para que comenzara sus lecciones, le mandé a desayunar y allí descubrí que su animal favorito era el tigre, que le encantaba la naranja y su color de preferencia era, sin duda el amarillo. Para mi sorpresa, Derek me contó que aquella noche no había tenido ninguna pesadilla referente a su madre, a excepción de que había soñado con los conejitos. Para ser un pequeño con pesadillas diarias, aquella especie de terapia había funcionado a la perfección. Aquel niño era exacto a su padre y no hacía más que sonrojarme cuando me hacía algún comentario sobre mi aspecto.

A pesar de haber llorado aquella noche, me había levantado tan fresca como una lechuga y sin ninguna rojez en los ojos. No había pasado ni una hora cuando el capitán apareció en cubierta y me sonrió de forma cálida y amistosa antes de darme una suave caricia en el cuello y de revolverle el pelo a su hijo. Aquel gesto hacia mi me dejó muchísimo más confusa de lo que ya estaba, así que intenté dejarlo pasar como un gesto hacia su protegida.

Inmediatamente comenzamos un exhaustivo entrenamiento en el que pareciese que quería romperme cada hueso que quedaba en mi cuerpo. Me hizo arrastrarme, caerme, estamparme contra el mástil de la vela mayor y luchar contra él intentando no hacer que pareciera un pincho moruno. Me había llevado más golpes de los que pudiera recordar, pero no eran nada comparados a mi furia interna.

—¡Vamos, Caris! Sé que puedes hacerlo mucho mejor – se burló Reagan, abriendo los brazos en toda su extensión, en un momento dado en el que yo me encontraba tirada en el suelo, jadeando con fuerza y agarrando mi abdomen, donde me había golpeado con su enorme bota de tacón – Deja fluir tu ira. Imagina que soy Grace.

Me costaba imaginarme a Reagan con el aspecto de Grace, pero comprendía a lo que se estaba refiriendo. No estaba siendo muy partidaria de la diplomacia, como siempre había dicho que era, pero cada vez que recordaba los castigos y los tratos de Grace, la sangre me hervía de una manera en la que me era imposible añadir que ella me había cuidado cuando solo tenía cinco años de edad.

Me levanté inmediatamente y le lancé a Reagan varias estocadas de las que algunas no pudo esquivar bien, recibiendo algún que otro golpe allí donde no lograba esquivar. Después de unos minutos en lo que fui ganando ventaja, le desarmé y utilicé los consejos que me dio la noche anterior para tenerle inmovilizado por unos instantes.

La tripulación, que hasta hacía poco tiempo nos ignoraba, se acercó unos metros para ver si su capitán estaba en perfecto estado tras haber sido vencido por una chiquilla como yo lo era, y además principiante. En unos pocos segundos, Reagan se levantó sujetándose el pecho tras el golpe que le había dado con la bota hacía unos minutos. Cuando le solté dejé caer el arma y me dirigí a la cocina. En ese momento necesitaba estar sola o hablar con Jack.

Golpeé todo lo que había a mi pasó hasta que llegué a mi destino. Jack ni siquiera se fijó en lo que me pasaba, simplemente alzó la mirada unos segundos antes de seguir tallando algo en un trozo de madera. Me senté a su lado y puse las manos sobre la mesa antes de dejar caer mi cabeza sobre ella. Estaba agotada, dolida, golpeada y furiosa. Ella me había arrebatado todo... y a la vez me había hecho lograr un poco de esperanza en mi vida.

Jack me pasó un trozo de madera sin tallar y un cuchillo de su cinturón recién afilado, lo cogí con algo de duda y empecé a hacer lo que él me iba indicando para hacer un tallado algo impreciso pero bonito. A medida que pasaban los minutos me fui relajando poco a poco. Tenía que lograr calmarme del todo si quería poder seguir en este barco.

One more pirateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora