Anelise me cogió del brazo con suavidad y me guió por los pasillos sin dejar que me despidiera de Reagan y de mi supuesto padre, pero a juzgar por la mirada de su mujer, podría estar bajo veinte metros de tierra antes que aquí.
La pobre mujer no sabía si acercarse demasiado a mi ahora que estábamos a solas o seguir guardando el incómodo silencio que se había instalado. Después de varios minutos, se paró en medio del pasillo y yo, estando detrás, me choqué directamente con ella. Anelise se dio la vuelta con lentitud, llevándose una mano a la boca para callar sus próximos sollozos.
—Si hubiera sabido que esa arpía iba a hacer lo que hizo... – sollozó. Bajé la mirada con rapidez, intentando desviarla hacia algún lado menos a ella – Lo siento tanto, mi vida...
—No se preocupe, Anelise, no le guardo rencor a usted – su mirada se apagó durante unos instantes, pero creo que supo disimularlo cuando mi mano vagó a sus manos, buscando el contacto.
Lo hice inconscientemente, ni siquiera me imaginé el contacto que una madre pudiera darte era así. Yo había crecido sin ningún tipo de cariño y luego estaba el que yo pude dar... pero esto no se parecía en nada. La calidez, la confidencia con solo un toque en las manos. Quise apartarlas. Mi conciencia y mis manos luchaban por cometer aquel acto, pero finalmente ganaron mis manos y siguieron sosteniendo las de Anelise.
Eran rasposas al principio, pero se volvían suaves por instantes. Llevé mi vista a nuestra unión y me mordí el labio con cierta incomodidad. En el fondo, muy en el fondo, no me gustaba sentir un creciente apego por nadie, ni siquiera por Reagan o Derek. Anelise apretó mi mano y suspiró, quitándose las lágrimas con su mano libre.
—No sabes lo que hemos pasado tu padre y yo desde que lo supimos.
—Han sido dieciséis años ¿y hasta ahora no supisteis dónde estaba? – pregunté con los hombros tensos, más por el tipo de respuesta que me imaginaba.
—No ha sido fácil, Caris. Supimos rastrearte desde hace un año y medio, por eso contactamos con Reagan. Su padre era conocido por los rescates a desaparecidos, y su hijo era perfecto para tal tarea.
—¿Qué pasará ahora? - Anelise se detuvo frente a una enorme puerta blanca y me sostuvo por los hombros durante unos segundos.
—Eso es algo que debes hablar con tu padre, cariño.
Asentí sin ganas. Estaba harta de tanto misterio entre la gente que se creía con derecho a opinar sobre mi o sobre mi vida. Entramos a la habitación y, con la mirada nerviosa, miré a mi alrededor, evaluando la ostentosa forma de vida del gobernador cuando yo estuve viviendo en un catre durante dieciséis años.
Anelise se despidió asegurándome que Reagan vendría a verme después, cuando desalojasen toda la casa por la fiesta que no hemos podido disfrutar. Me quité la ropa y el peinado, y me quedé solo con una camisa larga que encontré en uno de los cajones, con el pelo suelto, mirando por la ventana e inspeccionando la habitación con la mirada, con miedo a manchar o romper algo que hubiera en ella.
La puerta se abrió una hora y media más tarde, cuando mis ojos vigilaban constantemente el barco en el que había vivido los últimos meses. Reagan cerró la puerta con seguro mientras se desabrochaba los botones de las mangas y se llevaba una mano al pelo, como siempre hacía cuando estaba nervioso.
Me levanté del alfeizar de la ventana y caminé hacia la silla del tocador, donde me apoyé para no caer por el temblor de mis piernas. Reagan no se movió de su sitio, y la verdad era que yo tampoco. No sabía por dónde teníamos que empezar a hablar, y ni siquiera sabía si era correcto hablar con él sobre lo sucedido esta noche y lo que sería de nosotros.
—El gobernador y yo hemos estado hablando... – comenzó, sin atreverse a mirarme a los ojos.
—Supongo que te habrá pagado... – murmuré frotándome las yemas de los dedos entre ellas – ¿Ha sido mucho?
—No he aceptado el dinero porque no lo había – asentí. Él avanzó con paso decidido hasta un metro de mí, donde se detuvo y se llevó una mano a la nuca – Es lo correcto después de...
—¿De que te acostaras conmigo? – suspiró con fuerza y negó – Ah, entonces después de que me enamorases, ¿no?
—¡No! Caris, no es lo que crees... Yo... – gruñó y se tiró del pelo con fuerza mientras cerraba los ojos, seguramente buscando las palabras adecuadas para continuar – Me enamoré de ti cuando me di cuenta de que no soportaría que otra persona te hiciera daño.
—¿Y por qué me haces esto? Podríamos haber renunciado a esta noche, estar con Derek y con los demás antes de discutir con alguien que dice ser mi padre y que... ¡oh! ¿qué casualidad? ¡Es el maldito gobernador de La Grita! – hice un rudo aspaviento y cogí el cepillo que había sobre la mesa para lanzárselo. No pude evitar sonreír de satisfacción cuando acerté en su frente, algo que él no vio venir – ¿Y ahora qué? ¿Te irás? ¿Me quedaré aquí? ¿eh, qué piensas de eso?
—¡No podemos continuar con esto! – apreté los labios, conteniendo las lágrimas, abrazándome a mi misma mientras trataba de evitar ponerme a gritar como una histérica, después de todo, yo era una cría de dieciséis años y él me sacaba diez y con un hijo – ...
—No se te ocurra escusarte... – interrumpí señalándole, seguramente con el rostro tan rojo como mi cabello, pero no lo podía evitar.
—¡Escúchame, mierda! – me crucé de brazos, alzando la barbilla pero sin dejar de pensar en todos los posibles insultos que le describirían en aquel momento – ¿Crees que ahora el gobernador te dejará irte a un barco lleno de hombres? O peor aún, ¿con piratas?
—¡Es que no le pertenezco! Puede que tengamos la misma sangre, puede que me parezca a él, pero eso no le convierte en alguien que pueda mandar sobre mi vida, ¡y tú tampoco!
—Caris, por favor, no lo hagas difícil...
—¿Que no haga difícil el qué? ¿Querer estar contigo? – me acerqué a él y le empujé, sintiendo una primera lágrima recorrer mi mejilla. Me sequé el rastro con rabia y mantuve mi vista fija en él – Te quiero, joder, quiero estar contigo, con Derek, quiero que confíes en mi en todo momento.
—Yo también, cielo, pero...
—¡Pero qué! – chillé ya fuera de mis cabales – ¿Qué más quieres que te diga?
—¡¿Y cómo vivirías tú?! – le miré con confusión, sabiendo que había implantado nuevas dudas en mi cabeza.
Hola!!! Siento este mes de tardanza pero han surgido muchas cosas nuevas en mi vida, de verdad que he buscado tiempo, pero me han absorbido por completo y había veces donde se me olvidaba escribir. En un rato largo publicaré el siguiente capítulo si me llega el tiempo porque recordad aquí todo el mundo tiene vida a parte de wattpad.
Volviendo al tema: queda muy poco para acabar esta primera temporada, no sé cuántos capítulos todavía, pero no creo que demasiados, así que tendremos que decirle adiós a Reagan y a Caris. :"( Yo ya me estaba enamorando de mi guapo Reagan... tendría que dejar de soñar, pero bue...
Comenten y estrellita, háganme feliz porfi.
Ah, otra cosa, que se me había olvidado. No me maten cuando se acerque el final, porque lo advierto, no seré buena. NO, no habrá muertes de nadie imprescindible. No lancen cuchillos. Chauito ;3
![](https://img.wattpad.com/cover/53388578-288-k779304.jpg)
ESTÁS LEYENDO
One more pirate
AdventurePROHIBIDA LA COPIA O ADAPTACIÓN. OBRA REGISTRADA. Tras quedar huérfana a los cinco años, Caris pasa parte de su infancia bajo la esclavitud en una taberna, hasta que se le presenta la oportunidad de volver a ser libre. El destino quiere que en su...