Capítulo 22

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El puerto, visto desde cerca, estaba lleno de vida. Las mujeres comprando, comerciantes, niños, algún que otro borracho, pero aún así había un extraño ambiente que me hacía sentir en casa. Jack y yo estábamos pasando por el cuarto puesto para comprar provisiones. Mientras él regateaba, yo me tomaba el lujo de observar a todo el mundo, inventarme una historia sobre sus vidas y ponerles un final. A pesar de ser muy fantasiosa, sé la realidad, y sé que no todo es lo que aparenta ser.

—Tierra llamando a Caris – pestañeé, saliendo de mi ensoñación para volver mi mirada hacia el cocinero – ¿Qué piensas que te ha llevado tan lejos de aquí? – preguntó mientras me daba frutos secos y legumbres.

—Pensaba que no todo es lo que parece – Jack frunció el ceño, pero no insistió – ¿Tienes todo lo que necesitas? – cuestioné mirando hacia el barco, no muy lejos del puerto.

—Tenemos casi todo por ahora. Nos queda el agua, el ron y unas cuantas gallinas – mis hombros se agitaron por la risa antes de volverme hacia un pequeño puesto de animales – Parece que le has gustado al mono – me susurró Jack señalando al animal sobre la tela, haciendo piruetas y estirándose hacia nosotros.

—Es un animal bonito – el vendedor, un hombre ya canoso y con carencia de algunos dientes, con la piel oscura tirando a la miel, me sonrió con ternura y me insistió en que me acercara.

—Llamarse Raj... Animal fiel... bonito... peludo – hizo unos extraños movimientos que me parecieron graciosos y asentí dándole la razón – Regalo a vos... – el mono se colgó de las patas traseras y en menos de un momento lo tenía colgado de mi brazo y mi cuello. Jack se reía a carcajada limpia mientras el vendedor repetía una y otra vez que me lo regalaba de forma muy extraña.

Accedí a quedármelo aunque no aseguraba que aquel mono fuese a cambiar mucho mi vida. El mono me abrazó y yo le acaricié la espalda mientras enrollaba la cola en mi mano. Ese bichejo no hacía más que moverse por todo mi cuerpo. En cuanto las carcajadas de Jack aumentaron, el mono decidió que saltaría también sobre su cuerpo, a lo que mi amigo se asustó y comenzó a saltar en círculos para quitárselo de encima. Ese fue mi turno para reírme a carcajada limpia.

—¡Deja de reírte y quítame a este bicharraco! – chilló hasta que tuve que coger a Raj para que dejara de quejarse.

—Si es una monada – Raj se abrazó a mi cuello y decidimos volver al barco para dejar nuestras compras.

—¡Caris! ¡Caris! – oí gritar a Derek mientras venía corriendo hacia mi – Ven, papá y yo tenemos una sorpresa – fruncí el ceño y comencé a seguir al niño de forma lenta.

En cuanto entré al camarote de Reagan, noté el tic en la pierna de mi capitán, dejando a la vista su nerviosismo. Sonreí ladeada mente y avancé por la habitación hasta donde me dijo Derek que me detuviese. Me obligó a cerrar los ojos antes de que el pequeño me enseñara un hermoso vestido azul oscuro, con bordados dorados y una capa blanca de pelo junto a unos guantes y cosas para el tocado. Los zapatos eran de tacón y de color azul también y no me imaginaba lo que se debió de gastar en esto para poder ir a la fiesta.

—Dios mío... – me llevé las manos a la boca y aguanté el jadeo de sorpresa – Esto debe de haber costado una fortuna... no puedo aceptarlo – negué abrazando a Derek.

—Derek, hijo, ve a decirle a David que mañana saldremos a mediodía – pidió revolviendo su cabello, y mi miedo a quedarme a solas con él creció cuando cerró la puerta como si su vida dependiera de ello. Deseé que no se acercara, pero algo en el fondo me pedía que me acercase a él, que le abrazase como si todo me asustara. Le necesitaba tanto...

—No debiste molestarte en comprarlo... para la fiesta solo era necesario un vestido sencillo – dije lentamente, dándome la vuelta para enfrentarle con los brazos cruzados.

—Debemos averiguar todo lo que podamos, y para ello tenemos que encajar – contestó avanzando algunos pasos hacia mi – Y tampoco pude resistir la tentación de comprarlo para ti. No sé demasiado de moda, pero resaltará tu cabello y tus ojos – añadió señalando con la cabeza mi trenza. Por instinto la cogí entre mis dedos y la eché hacia atrás.

—Gracias de nuevo... – cogí los zapatos, observándolos y sonreí por el detalle que había tenido en comprarlo para mi, aunque solo fuera por la misión secreta – ¿Puedo preguntar de qué trata la misión? – cuestioné de forma cautelosa.

—Solo debes saber que el gobernador está ocultándole cosas a gente peligrosa y, por decirlo de alguna manera, yo debo hacerle saber sus errores – asentí, no muy conforme con su contestación – Sé que es poca información cuando ambos estamos arriesgando la vida, pero cuanto menos sepas mejor.

—¿Entonces qué tengo que ver yo en todo esto?

—Necesito que te lleves al gobernador a su despacho de forma discreta. Tiene una esposa, aunque estará ocupada con las esposas de los invitados que de dónde mete las manos su marido. Tiene también un hijo más o menos de diecinueve años que no se separa de él por nada del mundo, de ese me encargaré yo – explicó gesticulando y haciendo ligeros aspavientos.

—Tengo que seducir al gobernador y llevarlo al despacho... – asintió, dándome la razón – ¿Y qué harás luego con él?

—Eso no puedo explicártelo aún, Caris – susurró llevando las manos a mis hombros. Arqueé una ceja, sin comprender a qué había venido ese gesto, pero antes de que pudiera replicar tenía sus labios sobre los míos, atacándolos con furia mientras recorría mi cuello y mejillas con sus manos, como si me necesitase desesperadamente. Se separó después de unos segundos para recuperar el aire, apoyando nuestras frentes, con los ojos cerrados – No quiero pensar que lo que hacemos está mal, Caris... siento algo fuerte por ti, no sé explicar el qué, pero... me duele que te alejes de mi.

—Es por el bien de los dos, Reagan, yo... – rozó sus labios con los míos de nuevo, como una suave caricia antes de volver a tomarlos con lentitud, saboreando el beso.

Dejó caer sus manos a mi cintura y yo subí las mías sobre sus hombros, acercándolo a mi porque, por mucho que me lo negase a mi misma, por mucho que lo dijera en voz alta, le quería y necesitaba a mi lado, independientemente de que fuese mayor que yo, que fuera mi capitán, que tuviera un hijo o que fuera uno de los piratas más buscados del océano. Le quería para mi.

Sus manos pasaron a la espalda del vestido como si fuera un movimiento mecánico, comenzando a desabrochar las cuerdas con manos expertas hasta dejar caer la tela. Seguidamente me quitó el corsé y me dejó en camisón. No llevaba nada debajo, pero no me importaba, solo estábamos él y yo, no importaba nada más. Levanté su camisa lentamente hasta sacarla por completo, le arrebaté las armas y acaricié su pecho con lentitud, disfrutando del contacto.

—Mon ange... – susurró comenzando a besar mi cuello, agarrando con delicadeza la única tela que me cubría. Comencé a levantarla lentamente hasta hacerla desaparecer completamente de mi cuerpo, dejándome desnuda ante él.

El color llegó a mis mejillas y bajé la mirada, avergonzada. Nunca había estado desnuda delante de nadie y que él y yo... bueno, vosotros entendéis la situación. Alzó mi rostro desde mi barbilla y besó la comisura de mis labios, acariciando mi costado, cintura y caderas como si fuera lo más delicado del mundo.

—Serás mía, mon ange... pronto lo serás – y esta vez fui yo la que comenzó el beso...


Hola hola hola! He recibido un montón de comentarios apoyándome y diciendo que les encanta esta historia. Deus, casi muero de emoción :'D pero yendo al grano, como compensación, en un rato largo subiré la segunda parte uiui vosotros entendéis.

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