1. Regalos por accidente

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Christina seguía en los vestidores probándose ropa, llevábamos más de media hora en esto. Esto era totalmente, ridículo; Pero que se podia hacer con ella. Hola, mi nombre es Bannen y estoy atrapada el 30 noviembre en el centro comercial, tratando de conseguir el regalo perfecto para mi madre, pero mi modesta amiga, se tardaba horas en conseguir un vestido para la fiesta del 24 de diciembre.

- ¿Te gusta este? -Salió la pelirroja del cubículo, para mostrarme un vestido campana color blanco.

- Si -Alargué la respuesta como una pequeña indirecta muy directa de que ya teníamos que irnos.

- Dios, tranquila, ya voy a terminar, solo dame 15 minutos - Suplicó poniendo cara de cachorrito.

- Esta bien, pero si en 15 minutos no estás lista, juro que te saco de ahí en paños menores y te paseo por todo el centro comercial así - Hice una mueca de desespero.

- Okay - Sonrió para girarse y entrar otra vez a su mundo de fantasía dentro del cubículo.

Cuarenta cinco minutos después, íbamos de tienda en tienda, tratando de conseguir el regalo perfecto. Pero ya era muy tarde, gracias a las paradas en cada tienda de ropa por mi amiga, además, del centro comercial que estaba completamente repleto de personas. Leslie me escribía por Whatsapp, mientras esperaba a que Christina trajera los churros que nos disponíamos a comer en la mesa, entre tropezones y desequilibrio, mi queridísima amiga con tacones, llegó.

- Argh... - Gruñí de hambre con una mueca triste - Por fin llegas.

- Ay, cállate - Dijo sentándose - Deberías estar agradecida de que traje la comida sana y salva.

- Mmmm...-Me hice la pensante- No.

- Lo que digas, Ban.

- Obvio, que lo que digo -Y, sonreí complacida de tener la razón, en una mini pelea ilógica.

Lo que quedaba de la noche, la pasamos dentro de una librería, eligiendo el regalo para una cuarentona fascinada con la ciencia ficción, mi mamá. Mientras yo miraba las reseñas de los libros que llamaron mi atención, la muy hija de un pepino, estaba coqueteando con un chico. Entre tantos libros, al final, no encontré nada que me interesara. Ya casi yéndome, lo vi, el libro perfecto, era como si éste, estuviera esperando por mí todo el día. Me acerqué corriendo a la vitrina, y tomé el último libro que quedaba.

Mientras pagaba dejé las demás bolsas en el suelo, ya que mi ayudante, estaba muy entretenida con las pecas y lunares de uno de los chicos que andaba por ahí.

- Casi que se te cae la baba y todo -Exclamé con una sonrisa ladina. Y, ella me volteó los ojos.- Espero que te quedes con los ojos pegados al techo, grosera -Yo no podía dejar de sonreír, al ver la cara que puso.

Ya en el auto, Christina iba al volante, cuando yo gritaba las letras de las canciones, hacía movimientos raros con mis manos y golpeaba el piso del carro con mis botas. Que puedo decir, estaba feliz.

Encontrándonos delante del edificio, donde me alojaba, mi amiga pelirroja, me miraba con expresión cómplice, solo para decirme que me bajara de su auto, para irse a todo marcha, haciendo que mi pelo corto se despeinara en el proceso. Tomé las bolsas de suelo y camine hasta el edificio.

Cuando entre al apartamento, tiré las bolsas, me quite las botas dejando mis pies al desnudo y salí corriendo a la sala, para tirarme en el sillón, prender la televisión y poner el canal donde comenzaba el maratón navideño. El apartamento estaba a oscuras.

El sueño comenzó a darme, así que apague la televisión y me dirigí a mi cuarto, donde me tiré como peso muerto sobre mi cama, quedándome dormida.

...... 1 de diciembre ......

- Aaaah... - Mi pequeño chillido pudo escucharse por todo el departamento, pero fue silenciado por la almohada que estaba en mi cara. Tiré la almohada por los aire, me quité la ropa de ayer, para ponerme algo mas acto para un día de descanso, un martes feriado. Perfecto.

- Hey - Salió del baño, un hombre muy apuesto. Leslie.- No sabía que iba hacer si no despertabas, creo que lo más probable que haría, sería tener que tirarte en la bañera con agua fría.

- Jajaja... -Reí sarcasticamente.- Y, gracias a eso, morirás solo - Le saqué la lengua - Bobo.

- Hermosa hermana, eso es obvio - Me guiño el ojo, saliendo de mi cuarto. Y, en eso fue que me percate de que mi hermano había usado mi baño.

- AAAAH, Leslie - Le grité.- No vuelvas a entrar en mi baño y esparcir tus hormonas de macho, bastardo.

Después, de un pequeño baño me refrescó. Fui a la cocina, para encontrar un desayuno en la mesa.

- ¿Y, eso que cocinas?... -Me senté, muy contenta.- No me digas, que piensas envenenarme -Lo mire con una cara de terror, falsa, obvio.

- Claro que sí pienso hacerlo -Y, me sonrió, terminando de servir los huevos revueltos en el plato.- Tranquila, es broma, sabes que no pudiera vivir sin ti.

- Ja -Exclamé con una linda sonrisa de niñita.- ¿Así que te irás por una semana? -Pregunté mientras metía un trozo de pan con mermelada en mi boca.

- Si, ya sabes, negocios -Me respondió.- Así, que la próxima semana, el apartamento es todo tuyo -Me miró, para después mirar su plato.- ¿Como te va con tus relatos para la revista?

- Bien, La Muchedumbre (El nombre de la revista), es exigente, pero ya sabes, no hay nada como trabajar desde tu casa.

- Ni me lo digas, chica suertuda.

El desayuno transcurrió normal, entre comentarios fortuitos y preguntas de nuestras vidas. Cuando Leslie lavaba trastes, fui por los regalos que había comprado para enseñarselos.

- Esto fue lo que compré - Comencé a abrir las bolsas.- Una bufanda bonita, para el tío feo Mario -Escuché la risa ahogada de Leslie.- Una corbata para papá, ya sabes, para que cada vez que lo inviten a las próximas bodas vaya más formal -La sonrisa de Leslie se amplió.- Una agenda para la compleja prima Jennifer -Y, así siguió la lista de regalos, hasta cuando llegó el regalo de mi hermano.- Y... -Sentí como la sangre llegaba a mi cabeza y mis mejillas se ponían rosadas. Me quedé mirando el contenido dentro, la bolsa, no tenía el regalo de mi hermano, en vez de eso habían puras prendas de hombre y mujer mezcladas, en el fondo había una pequeña cajita, parecía ser de una sortija.

- ¿Pasó algo, que te quedaste tan callada?

- Nada... -Dije pausadamente... quedándome estática porque había perdido el regalo de mi hermano, y no me hubiera importado mucho, si no que se trataba de un libro de Jackson Copero, firmado por el propio autor.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAA! -Grite internamente...

Tenía que conseguir el regalo. Dios. Como me pudo pasar esto.

Esto tiene que ser una broma.


Un amor de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora