12. Mi ausencia se podrá desvanecer con el viento de diciembre

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...... 12 de diciembre ......

La alarma de mi teléfono me despertó. Hoy era 12 de diciembre, era el festival de navidad, Christina me dio dos entrada VIP, una era para mi y otro para Leslie, pero como mi hermano no estaba en la ciudad, tenía una entrada extra. Y sabía a quién podría dársela.

Caminar por la ciudad se sentía bien.  Con los audífonos puestos y una caminata pacífica, logré llegar a mi destino, una hora más tarde. Toqué el timbre de la casa y esperé unos minutos. El chico que estaba en el marco de la puerta me miraba sorprendido. Casi nunca, por no decir nunca, venía a visitarlo.  Cuando éramos adolescentes, nos la pasabamos todo el día juntos, era divertido tener un amigo con el cual contar para todo, pero todo esto cambio cuando nos distanciamos por una pelea que él tuvo con mi hermano, después de eso toda amistad que teníamos se fue por la borda.

-¿Qué haces aquí? -Preguntó David.

-Yo... Eh... Yo tal vez pensé que... -Se me formó un nudo en la garganta- podía venir a verte. Es navidad, David. Quería visitarte, ver cómo estás.

-Los Martin siempre encuentran la excusa perfecta -Afirmó.

-Yo, realmente lo siento.

-No tienes porque hacerlo, ese asunto fue entre tu hermano y yo. Lo demás, es aparte.

-Si. Yo... -Iba a decir algo más, pero David me cayó y me abrazo. Le correspondí el abrazo, apretandolo más hacia mí.

-Tranquila. Todo está bien. Vamos -Dijo al dejar de abrazarme, y pude ver una sonrisa sincera en su rostro-. Vamos -Volvió a decir y yo obedecí, entrando dentro de la casa.

Hace mucho que no sentía ese olor a pino y madera, tan típico de su casa, no había nada como el olor a naturaleza congelada. Era raro, que su casa siguiera igual desde la última vez que nos vimos; pero de hecho su casa, seguía igual, como si ayer hubiera sido aquel día de hace 3 años atrás. Y, eso quería decir que David no lo había superado.

Su computadora estaba en el mismo lugar de siempre, igual que su abrigo azul y las revistas eran las mismas. Su casa parecía no haber cambiado con el tiempo, como si ésta estuviera congelada.

-¿Quieres café? -Preguntó cuando él ya se encontraba en la cocina.

-No -Me senté en uno de los sillones que habían en la sala-. Sabes que nunca me ha gustado el café.

-Lo sé. Solo que quería ver si mi chica seguía igual que hace 3 años atrás -Comentó-. Haré chocolate caliente.

-Esta bien -Movía mis pies nerviosamente-. ¿Sigues escribiendo guiones para comerciales de televisión?

-Si. En el negocio de los comerciales de televisión me ha ido muy bien.

El silencio gobernó el lugar por unos largos minutos.

-Tengo dos entradas para el festival de hoy, eh... Yo pensaba que tal vez podamos ir los dos, juntos -Respire hondo.

-Bueno... Si, ¿porque no? -Preguntó retóricamente. Mientras sonreía.

La tensión se fue. Y, la tarde se volvió cómoda. Por todo lo que quedó del día, estuvimos en su casa, hablando de cosas espontáneas e ideas extrovertidas. En la noche, fuimos al festival, obvio que no podía durar mucho tiempo allí, así que a las 10:30 pm, David ya me estaba dejando en mi apartamento.

Volver a verlo, fue lindo, pude saber cosas extraodinaria que le habían pasado en mi ausencia. Cosas por las cuales reir. Otras por la cuales llorar. Y, otras para volver a recordar la felicidad de habernos reencontrado. Una euforia armonica recorría mi cuerpo, y eso me hacía sentir viva, capaz de cualquier cosa.

Un amor de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora