4. Nervios fuera de lugar

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...... 4 de diciembre ......

Tomé un taxi para ir al parque de atracciones de la ciudad. Cuando no sabía qué escribir, iba ahí, siempre solía ir a montarme en la noria (o, la rueda de la fortuna). Solía traer mi laptop, y escribía desde allí, siempre le pagaba al encargado para que me dejara más tiempo dentro de la cabina. Pero, esta vez, solo fui para recordar. El olor del agua salada llegó a mi olfato, todavía no llegábamos al parque de atracciones, pero podía ver desde donde yo estaba, la playa. Seguro el mar estaba helado, como siempre en esta época. Abrí la ventana, para sentir como el viento golpeaba mi cara con ese olor a mar. A mí no me gustaba la playa, ni la arena, ni el mar, pero me encantaba su olor.

Cuando llegué al parque, a lo lejos vi a Rebecca y Jenn, junto a mi madre, Rebecca era mi hermana menor, todavía estaba en la preparatoria, y Jenn era su mejor amigo, siempre estaban juntos, no había manera de separarlos, y desde niños fue así.

Rebecca me vio y comenzó a hacer señas para que fuera hasta donde ellos estaban. Yo, realmente no quería ser maleducada con ellos, pero no había ido ahí para hacer una reunión familiar. Sonreí. Caminé hacia ellos, con la pequeña esperanza de que la conversación fuera lo mas rápida posible.

-Hola -Mi hermana tenía una sonrisa muy amplia.

-Hola -Me limite a responder a su saludo. Mi madre me miraba desde el banco en donde estaba sentada, con una expresión relajada.

-Estábamos pasando por aquí, nos acordamos de tí, y pues terminamos aquí -Ella se rió nerviosamente.

-Si, ya veo.

-¿Vendrás el domingo? ya sabes, a la boda de nuestra prima Emily.

-Tal vez, Leslie les avisará.

-Okay -Su mirada se fue hacia uno de los puestos de comida.

-Lo siento, pero tengo algo que hacer -Le informé-. Nos vemos -Me despedí con la mano, de mi mamá y de Jenn, que estaban a lo lejos.

-Adiós.

Me alejé de ellos, para ir a la Noria, donde había una pequeña fila para montarse.

Mientras esperaba, miraba al mar, me perdía en el sonido de las olas. Eran las 5:32 pm y el sol ya estaba yéndose, el cielo era de color vainilla con rosa, hermoso, y el frío aumentaba cada vez más; Me temblaban las piernas, sentía que la tela de mi suéter dejaba de existir, había demasiado frío.

Sentí cuando alguien me llamó, pero no logre captar de donde venía la voz.

-Hey -Esta vez, no fue solo su voz, sino que me agarro del brazo y me jaló hacia él, cuando lo vi, lo único en que se fijó  mi vista fue en sus ojos azules.

-Hola -Todavía me encontraba desconcertada.

-¿Está bien? -El vapor volvió a aparecer, saliendo de su boca otra vez. Y, su ojos azules mostraban un brillo intenso.

-No... Eh... -Y, fue en eso que logré pisar la realidad, quité mi brazo de su mano, y retrocedí un poco, él estaba invadiendo mi espacio personal-. Me encuentro en perfecto estado -Fruncí un poco el ceño-. ¿qué hace un accionista como tú, en un lugar como éste? -Cerré mis ojos un poco.

-Vine con mi prima, ella está con sus amigos. Y, me ha dejado solo por el parque. En eso la vi, y pensé en saludarle -La expresión de confusión en su cara hacía que sus cejas casi se unieran-. Si, esto es incomodo para usted, puedo irme.

-No importa, solo que personas como tú, no suelen ir a un parque de atracciones un poco oxidado -Me giré para ver cuántas personas faltabán por pasar.

Él hizo caso omiso a mi comentario.

-¿Le gusta la noria?

-Eh, si. Es un lugar en donde puedo ordenar mis pensamientos.

-Si -Asintió-. ¿No le importará, si le acompaño?

-No -Gire la cabeza hacia él-. ¿Que hacías el miércoles en el centro comercial?

-Ayudar a mi prima con unas cosas. Necesitaba salir, y conocer cómo son las cosas en este país. Son más ruidosos, sin duda -Se rió entre dientes-. En Escocia las cosas son muy diferentes.

-Así, que solo sales para experimentar y conocer... Curiosidad -Sonreí.

-Si.

Solo faltaba una pareja para que nosotros nos montáramos en la próxima cabina. Los minutos pasaban y ninguno de los dos rompió el silencio que se había formado.

-Buenas noches, Garret -Saludé al encargado de la noria-. Esta vez, solo serán 3 vueltas. Te pago cuando me baje.

-Claro, señorita Martin.

Entramos a la cabina, Dante se sentó delante de mí, y en la pequeña oscuridad que se formó sus ojos azules brillaban como el mar a la luz de la luna. Yo solo miraba más allá del horizonte. A la mañana siguiente tenía pensado llamar al chico con quien intercambié las bolsas.  Dimos la primera vuelta y él no habló. Lo miré, la forma de sus ojos tan pequeños y con esas pequeñas arrugas a los lados, lo hacían muy apuesto. Su nariz era puntiaguda y su barbilla sobresalía.

-Me gustan sus artículos, es una buena periodista -Fijó su mirada en mí-. ¿Tiene algún premio?

-No.

-Debería, presentar uno de tus artículos a New York Times, es el tipo de periodista/escritora que buscan.

-No creo -Mire hacia la ciudad. Y, supe que ya nos encontrábamos en lo más alto de la noria-. Esas no son mis metas.

-Mmmm... -Oí cómo su voz carraspeaba en su garganta-. ¿Entonces, cuál es su meta?

-Quiero, tener una revista. No como en la que estoy ahorita, me agrada mi trabajo, pero quiero hacer una revista en donde me dedique a debatir con el consumidor, a crear controversias en su mente con temas polémicos, quiero ampliar su conocimiento. Esa es mi meta -Pasé una de mis manos por mi pelo.

La segunda vuelta terminó.

-Eso es maravilloso. En el futuro, estaré muy feliz de ver como evoluciona, señorita Bannen.

La tercera vuelta terminó, y nos bajamos, iba a pagar, pero Dante se adelantó, siendo él, el que pagó por nuestra estancia allí dentro.

Comencé a caminar, hacia uno de los puestos de comida, tenía sed. Antes, dentro y después de la noria, estuve nerviosa. Eso me daba mucha sed. Necesitaba agua urgente.

Llegué a unos de los puesto, pedí un agua potable y pagué por ella. Estaba sentada en uno de los bancos cerca del muelle, sintiendo el frío de la noche rozar mi cuello, lamentablemente mi pelo corto no me protegía de esto. Dante estaba en la punta del muelle, en eso se giró para verme a lo lejos, su expresión era seria. Yo solo sonreí. El volvió a mirar al mar, para después ir hasta donde estaba yo.

-¿La tendré que llevar a su casa, otra vez? -Se encontraba a unos dos pasos del banco.

-No necesariamente.

-Entonces, levántese, la llevaré a su casa.

-Mmmm... Gracias -Dije algo extrañada, logrando pararme con ayuda de Dante. Mis piernas estaban acalambradas y él se había dado cuenta.

Cuando salimos del parque de atracciones un carro se nos acercó, saliendo de él un hombre vestido con un uniforme.

-Él es mi chofer, llegó ayer en la tarde. Por eso no lo vio ayer -Me explicó Dante. El chofer me saludó, abrió una puerta y me indicó amablemente que me subiera. Dante le dijo algo al chofer, y éste asintió, se montó en el carro y Dante se acercó a donde yo estaba-. El la llevará a su casa, yo tengo que quedarme por mi prima, nos veremos después, señorita Bannen -Tomó uno de mi mechones y lo puso detrás de mi oreja, sonrió y cerró la puerta.

Entré al apartamento cansada, ya eran las 9 de la noche. Este día, estuvo de nervios. Dante había sido muy amable y callado conmigo. Era un gran tipo...

Un amor de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora