14. Renunciaste

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Ángel

Estaba molesto con ella, con el mundo.

Nada te prepara para perder todas las esperanzas de un momento a otro. Y mucho menos para que sea la persona que amas quien te corte las alas. Había pasado una de las peores noches de mi vida:

Rebeca se había ido, dejando a mi hija sola en casa. De nuevo sin decir adiós. Mattew parecía ser el más apegado a ella, y por lo tanto el más afectado; Josh se escondió en algún rincón del departamento y no salió sino hasta que la bebé volvió a llorar.

No podía ir a molestar a Lenna ahora, aún no sabía en donde estábamos parados y cualquier movimiento en falso haría que perdiera el progreso que llevaba hasta ahora.

A las tres de la mañana decidí ir a buscarla, y esa había sido la peor idea de mi vida.

Sabía por su boca que el idiota de Igor dormía en otra habitación, así que entré con mis llaves y caminé hasta su habitación sin hacer ruido. Las bocinas de la sala reproducían una canción una y otra vez.

La puerta de su habitación estaba abierta, me acerqué esperando asustarla... La ví dormida sobre el pecho de ese... sus cuerpos estaban cubiertos únicamente por una sábana. La última vez que había visto a Lenna tan tranquila dormía en mi cama. A mi lado.

Salí de allí con los puños apretados esta vez no intenté ser silencioso. Dejé las llaves que me había dado sobre la mesa antes de salir dando un portazo.

Sentía el jodido corazón hecho puré.

Me encerré en el despacho de mi casa y comencé a arrojar todo. Destruir mis cosas no hacía otra cosa que avivar la furia creciente en mi interior.

Había demasiada rabia contenida dentro de mí. Había acumulado demasiado en el tiempo que llevaba de conocerla.

Encontré el libro que me había obsequiado "Orgullo y Prejuicio" era una absoluta estupidez. Una historia donde ambos se despreciaban para al final terminar juntos.

Eso no era romántico... cosa de mujeres, supongo.

Una historia de amor. Hubiera preferido un libro de Stephen King a sus mentiras románticas.

Arrojé el libro contra la pared. Me quedé estático viendo como las hojas volaban por todo el lugar.

—El encuadernado es frágil— acarició la pasta con cariño—, pero es mi favorito.

Su sonrisa creció al ver que no comprendía.

—Quiero que lo tengas tú, Ángel, es el último regalo que me dio mi abuelo— en vida había apreciado a Charles Abbott, para Lenna él había sido una ancla a la realidad.

—¿No deberías quedártelo entonces?

—Cuando llegues al final entenderás porque te lo doy— me vi tentado a leer únicamente el final del libro— y ni se te ocurra verlo antes.

Obviamente nunca había terminado de leer; así que nunca llegué al final.

Comencé a buscar como loco las últimas páginas.

Al infierno lo demás.

"15-12-13

Tuya siempre. Si me pides que me quede lo haré; si me pides huir aceptaré.

Mi alma es tuya, puedes usarla como quieras.

Te amo
L.A"

¿Por qué demonios nunca lo revisé antes? Si todo había sido tan simple como decirle que nos escapáramos de todo, ¿por qué no estábamos juntos?

Maldije a gritos.

—¿Estás bien? —su voz hizo que me sobresaltara.

—¿Qué haces aquí? —mi vista aún estaba clavada en aquella hoja.

—No fuiste muy silencioso al salir— me giré hacia ella—. Adrián tiene el sueño pesado, yo no.

Llevaba puesto un short y una playera que obviamente no era suya.

Se sentó a mi lado en el suelo. Nos quedamos allí en completo silencio, ambos sabíamos que yo debía ser el primero en hablar.

—Estuviste esperando a que te lo pidiera.

—Todo el tiempo, incluso cuando Rebeca se embarazó— comenzó a recoger las hojas que tenía cerca—. La esperanza murió el día que me casé y no dijiste nada.

—Aún podríamos hacerlo.

—No, ya no podemos— sus ojos no se despegaban del suelo—. Creo en el matrimonio hasta la muerte.

—Quieres que renuncie— recurrí al último recurso—. ¿Incluso si el bebé es mío?

—Renunciaste en el momento en el que me dejaste casar; renunciaste en el momento en que te acostaste con tu ex estando conmigo; renunciaste en el momento en que dejaste que me fuera— Su voz sonaba tranquila, casi resignada. Hubiera preferido el reproche a la indiferencia.

—Nunca renuncié, jamás podría renunciar a ti.

—¿Se supone que debía quedarme allí a esperar que decidieras amarme? Yo estaba esperando tu amor, quería estar contigo. No se trata del abrigo que cuelgas y descuelgas del perchero a tu antojo, estamos hablando de mí, y si no lo has notado soy una persona, Ángel, y también me canso.

»Retrasé mi boda por esperarte; Adrián estaba dispuesto a dejarme ir si se lo pedía.

—Ven conmigo, ya no puedo sin ti.

—Lo siento, Ángel— Intentó levantarse sin éxito.

Una mueca de dolor deformó su rostro. Respiró hondo antes de hacer un nuevo intento por levantarse.

—¿Estás bien?

—Sí, sólo estoy cansa...— esta vez logró ponerse de pie— me...voy—sus ojos se cerraron con fuerza y su respiración comenzó a agitarse.

Dio un paso y algo sonó como si hubiese caído agua, sus ojos siguieron hacia el lugar del que provenía el sonido.

Palideció al ver el origen.

—Cre... creo que ya viene— asentí. Había pasado por esta situación antes, pero de alguna manera esta vez se sentía diferente, no sabía cómo reaccionar y mi cuerpo no parecía querer responder.

—Llévame con Adrián, por favor— no tuve tiempo de pensar.

Hice lo que pidió sin decir nada.

El tiempo después de eso pasó borroso, lo último que recuerdo es conducir como un demente ignorando cada semáforo mientras Lenna y Adrián estaban en la parte de atrás del auto. Ella hacía todo lo que estaba a su alcance para no gritar a causa del dolor, Adrián se aferraba a su mano mientras le susurraba que todo iba a estar bien.

Aun en medio del estupor no pude evitar sentir celos, sentía que a mí me correspondía estar allí.

Tan pronto como llegamos al hospital Adrián desapareció con ella en brazos.

El bebé estaba por nacer y sabía muy bien, al igual que él, que ella iba a quedarse con el padre de ese niño.

Rogué ser yo.

Y después de años sin recurrir a cualquier divinidad, pedí a quien sea que gobernaba el universo que todo saliera bien.

Ecos de amor (#2 PeR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora