Adrián
Caminaba de un lado a otro pasando las manos por mi cabello de vez en cuando, esto se estaba volviendo una locura.
Casi dos meses sin mi Lenna y la locura se estaba adueñando de mí. La necesitaba cada día más.
Entendía porque Ivashkov había decidido irse de aquí, nadie podía reprocharle nada. El hombre, y sobre todo los niños, se veían terribles y si no se alejaban de esto terminarían jodidos.
La puerta del despacho se abrió dando paso a un hombre alto y moreno vestido por completo de negro, en otras circunstancias me resultaría escalofriante pero después de estos dos meses me había acostumbrado.
—Hunter — entró al despacho hasta quedar frente a mí.
El aire profesional que tenía se vio un momento opacado por la duda, como si no supiera como decir lo que había descubierto. Verle dudar provocó que mi corazón comenzara a acelerarse al punto de doler dentro de mi pecho.
—Habla, Hunter, te contraté porque sé que eres el mejor en esto, lo que sea que sepas solo suéltalo.
Suspiró profundamente y habló.
—Como sabes interceptamos los teléfonos de todos en tu familia —asentí— y bueno... — rascó su nuca— encontramos algo. Vladimir ha estado comunicándose con alguien.
—¿Con quién? —aunque doliera la primera persona que vino a mi mente fue mi madre.
—La señorita Claude.
—Mi... es mi hermana, ¿estás seguro?
Asintió.
—Admiro la fortaleza con la que estás llevando esto Adrián, pero necesito que decidas si podemos proceder o...
—Es mi hermana, creció a mi lado— las palabras seguían resonando en mi cabeza—. No lo entiendo, ellas dos parecían llevarse bien— me sostuve del escritorio. Podía perdonar cualquier cosa a mi hermana, la amaba, toda mi vida había sido la niña de mis ojos, pero esto era demasiado para cualquiera.
Si le pasaba una sola cosa a Lenna no podía siquiera pensar en lo que haría.
—Quiero ver las pruebas— una parte desesperada de mi ser deseaba desmentirlo todo.
—¿Todas? —asentí.
Hunter salió de la oficina dejándome sumido en mis pensamientos. Intentaba hilar todo. Claude había bajado de peso estos meses, sus ojos estaban llenos de ojeras e incluso su comportamiento había cambiado y se había vuelto aprensiva hasta cierto punto, aun así nada me parecía incoherente todos estábamos preocupados por Lenna y supuse que ella no era la excepción.
No sé cuánto tiempo pasó mientras me perdía entre pensamientos hasta que el movimiento de la puerta llamó mi atención, esperaba ver a Hunter entrar con la evidencia en las manos en lugar de ello me encontré con la mirada confusa y pesarosa de Ivashkov.
—Igor, — se sentó frente a mí —tengo algo que decirte.
—Si me dices ahora que me amas comenzaré a llorar— intenté bromear.
—Me temo que eso no es lo que vengo a decirte— adoptó una postura casi paternal.
El hombre se veía miserable, casi tanto como yo. Estar lejos no había hecho mucho por él.
—¿Entonces qué es?
—Estuve investigando por mi cuenta— suspiró. Era extraño verle dudar, eso hacía que cualquier persona perdiera la calma y comenzara a correr en círculos, casi la misma sensación que daba ver a un tipo como Hunter confundido—y encontré algo...
Abrí la segunda cajetilla de cigarros del día y encendí uno. Mi día ya había estado bastante de la mierda como para poder concentrarme sin más nicotina.
—Es Claude, ¿cierto? —en este momento era como ver todo desde un cristal. Abrió los ojos hasta hacer una mueca que en otro momento hubiera resultado graciosa —Lo está ayudando— asintió estirándose para conseguir un cigarrillo.
—Creo que voy a terminar loco, esto es mucho para mí.
—¿Qué harás? —era la segunda vez que me hacían la pregunta este día— Sé que ella es tu hermana, pero estoy dispuesto a pasar sobre quien sea por traer a Lenna de vuelta.
—Sólo quiero ver las pruebas, Lenna es la madre de mi hija, la amo más que a nada, y la quiero aquí— la visión de Ivashkov fumando era extraña aún bajo estas condiciones—. Sólo necesito convencerme de que esto es real.
Al parecer esa fue la respuesta que necesitaba para tranquilizarse.
—Entonces la traeremos de vuelta— Hunter entró de nuevo y dejó un par de fotos y una computadora— Esto es lo que pediste.
No quería creerlo, no quería creer que la niña con la que Lenna solía jugar hablaba de esa manera tan casual con el hombre que casi la mata, por no mencionar el daño que le había hecho a nuestra familia.
Cerré los ojos y dejé que las palabras de las grabaciones se grabaran en mi cabeza. Si debía escoger entonces la elección estaba hecha.
Traería a Lenna de vuelta, y tal como Ivashkov, no me importaba sobre quien debía pasar.
Zoe y yo la necesitábamos aquí.
Al menos ahora había una mota de luz en medio de la oscuridad.
—Quiero a Lenna de vuelta. —el jefe de seguridad salió de la oficina— No importa sobre quien deba pasar.
—Lo lamento, Adrián.
—Yo más, créeme.
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Ecos de amor (#2 PeR)
ChickLitHistoria ganadora de Wattys 2016 en la categoría Lecturas Voraces La vida ha cambiado para Lenna, la vida de casada resulta ser más difícil de lo que creyó; aun así todo parece ir bien hasta que decide volver a la escuela de leyes en donde se encue...