22. Prioridad

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Ángel

Mis hijos estaban en casa de Rebeca, habíamos arreglado todo para que ella pudiera verlos sin tener que dejar de lado su vida. La casa se sentía sola y vacía sin ellos, y ya no tenía a Lenna de vecina para ir a su apartamento.

Me centré en los exámenes que había aplicado recientemente en la universidad. Después de lo que había sucedido con la familia de Lenna había dejado algo de trabajo acumularse.

La imagen de Lenna en la junta tomó mi mente por completo. Había perdido el brillo que la distinguía. Supongo que eso ocurría cuando perdías a tu familia.

En casa, mis hijos no dejaban de preguntar por ella y yo no sabía cómo explicarles que no podían acercarse mientras Vladimir siguiera por allí. Estaba consciente de lo mucho que la necesitaban, pero no iba a exponerlos de esa manera y sabía que Lenna tampoco.

Mi móvil comenzó a sonar y la fotografía de Lenna apareció en la pantalla. Me debatí entre contestar o dejar pasar la llamada.

—Ivashkov— atendí al quinto timbre esperando escuchar su voz.

— Ángel, — la voz de Igor me alertó— dime por favor que ella está contigo.

—¿De qué hablas? Se supone que estaba contigo. —Todo mi cuerpo estaba en alerta— Dijiste que habías aumentado la seguridad.

—¡Mierda! —Cortó la llamada y corrí por mis llaves. Necesitaba saber que ella estaba bien.





Dos días y ni una noticia de Lenna. Todo el mundo la estaba buscando, no había un lugar en el país que no supiera que se le buscaba y que se daba una cuantiosa recompensa por información que llevara a ella. Adrián vagaba como un alma en pena de un lado a otro de su casa, y yo no tenía un aspecto mejor que el suyo. Vladimir se había esfumado y una de las cuentas de Lenna, la más "pequeña", había sido vaciada. Eso sólo sirvió para terminar de destrozar nuestros nervios.

Ella estaba con él.





Una semana desde que ella se fue...

Que se podía decir que no se supiera ya. Agencias privadas y públicas la buscaban hasta debajo de las rocas.

—Igor—Entré al despacho de su casa. El hombre se veía acabado. Jamás creí ver a alguien deteriorase tan rápido.

—Ángel—Asintió sin ánimo la cabeza hacia mí— ¿qué ocurre?

—Pensé que querrías hablar con alguien.

—Dejó una nota—me tendió un trozo de papel maltratado por el uso. Reconocí la letra de Lenna, aunque se veía temblorosa.

"Firmé los papeles, no quiero que seas viudo. Si vuelvo, entonces podrás quemar la hoja y hacer como si nada ocurrió... si eso no pasa has tu vida sin mí.

Cuida a Zoe. Los amo"

Tomé otra hoja: un acta de divorcio firmada.

—Ella lo estaba planeando—Él asintió. Lenna era más astuta que nosotros.

—Creí que se quedaría aquí. Esperaba protegerla— Lo vi morder el interior de su mejilla para evitar llorar—. Le juré que mi tío jamás la tocaría de nuevo.

Esa era una de nuestras grandes diferencias: el jamás temía mostrar lo que sentía.

En estos momentos molestarlo no me hacía ningún bien y si los dos caíamos entonces Lenna estaba perdida.

—Ella es sumamente inteligente, nadie podría haberlo evitado —Dije tratando de consolarle.

—Cuando nos casamos le prometí que la protegería con mi vida. Le prometí que no dejaría que Vladimir se acercara a ella de nuevo.

—Hiciste lo mejor que pudiste, sólo era cuestión de tiempo para que ella reaccionara. Jamás se habría arriesgado a que alguien más saliera herido.





Los días corrieron y cada vez el tiempo parecía más lento. Pronto una semana se transformó en un mes y un mes en casi dos. Con cada respiración sentía que la vida se me iba; con cada minuto que pasaba perdía la esperanza.

Mis hijos se habían enterado gracias a la televisión. Joshua se había encerrado en su mundo y cada vez hablaba menos; Mattew había encontrado la manera de sacar todo mediante violencia y esta era la tercera vez que se metía en una pelea esta semana.

La directora del colegio miraba seria a mi hijo, mientras él se cruzaba de brazos y fingía estar prestando atención a lo que ella decía.

Rebeca observaba preocupada, al igual que yo al niño. A esta altura a los dos nos daba igual lo que la directora dijera. Teníamos que hacer algo para que todo volviera a su lugar.

—Debemos alejarnos de todo—Rebeca observaba preocupada a los niños, mientras mantenía a Sophia abrazada protectoramente—. Si ella no regresa...

—Tiene que volver—Hablé cansado. Sabía que las posibilidades no jugaban a nuestro favor y eso me aterraba.

—No puedes pensar solamente en ti Ángel, tienes tres hijos que dependen de ti.

—Estás usando las mismas palabras que yo.

—Exacto—sus ojos grises de posaron en mí de una manera que nunca lo habían hecho—. Tú insististe en que debía comenzar a poner los pies en la Tierra y eso hago. Ellos —señaló con la vista a Joshua y Mattew—necesitan alejarse de todo el drama.

»Esto los está destrozando. No son los mismos y lo sabes.

Me quedé en silencio meditando sus palabras. No quería irme sin saber que ella estaba bien, pero Rebeca tenía razón y mis hijos eran la prioridad.

Por el bien de todos debía alejar a mi familia de todo esto.

Mis hijos eran la prioridad y debía protegerles de todo.

—Está bien, nos vamos.

Se sentía como huir y salvarnos al mismo tiempo. Conforme el tiempo pasaba sabíamos que las probabilidades estaban en nuestra contra y no podía quedarme a recibir la noticia, al  menos a miles de kilómetros podía ocupar mi mente en algo más.















Ecos de amor (#2 PeR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora