29. Recuerdos

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Lenna

Mientras observo el reflejo en el espejo me resulta imposible no darle una mirada a la rosa que llevo en el cuello. Es pequeña pero bellamente detallada y adornada cada poco con un pequeño diamante rosa. Me recuerda a muchas cosas que he vivido con Ángel.

Le sonrío al espejo casi sin pensarlo. Otro de los grandes logros de Ángel es haberme hecho sonreír de nuevo, porque aunque odie admitirlo me han faltado ganas para salir de la cama estos días.

Cuando mi celular comienza a sonar con el distintivo y lento ritmo de a thousand years mi corazón da un brinco. Es muy sentimental de mi parte haber seleccionado ese tono para Ángel, pero es nuestra canción y no pude evitarlo.

-Diga -contesto mientras mi sonrisa se va expandiendo.

-Buenas noches princesa- me derrito al escucharlo-, me preguntaba si querrías salir conmigo...

Deja la pregunta flotando en el aire y mi sonrisa crece más. Nunca terminaré de acostumbrarme a él nervioso, no cuando parece que soy yo la única que lo empuja a ese estado.

-Me encantaría -sé que puede imaginar mi sonrisa desde el otro lado de la línea -las citas contigo siempre son interesantes. -me sonrojo cuando caigo en cuenta que he utilizado la palabra cita- No es que esto sea una cita... O algo así. Solo como amigos...

Lo escucho reír y el calor invade mis mejillas no tanto por la vergüenza; sino por los recuerdos que me trae ese sonido tan glorioso.

-No se te escucha reír muy a menudo- Su risa cesa.

-No hay mucho que me haga feliz de verdad- lo escucho suspirar.

-¿Te hago feliz? -siempre me lo pregunté.

-Más que nada en el mundo. Podría decirte mil y una cosas que amo de ti- puedo escuchar cómo se acuesta y me lo imagino cerrando los ojos mientras piensa-. Incluso tus defectos me parecen maravillosos, aunque no por ello dejan de volverme loco.

-¿Te vuelvo loco?

-De todas las maneras en que se puede.

Ambos nos quedamos en silencio. Me he equivocado tanto en el pasado que me cuesta pensar que dejarlo ir no ha sido el error más grande de todos. Siempre me arrepentí de la manera en que lo dejé todo. Nunca le di la oportunidad de elegir y yo había escogido por los dos y esa decisión no nos permitía avanzar.

-Cuando creí que mi matrimonio con Adrián se había terminado- rompí el silencio-comencé a pensar en el montón de cosas que dejé ir y fue allí cuando quise golpearme contra la pared.

»No quería herirte con lo que hice... es sólo que nunca creí llegar a ser la mujer que te merecías. No es que sea buena para Adrián, pero la vida con él se me antojaba fácil y me daba seguridad.

»Me asustaba saber que me amabas de esa manera en la que lo haces. Crecí rodeada del tipo de amor que ofrece seguridad, y contigo tengo este tornado de emociones. No soy buena manejando lo que siento y me aterra como el infierno la manera en que me haces sentir.

Esperé su respuesta durante un minuto que fue poco menos que eterno. No esperaba que él lo entendiera, porque ni yo lo hacía, solo quería escuchar siquiera un suspiro suyo que me dijera que lo sabía.

-Siento algo parecido -admitió al fin-. Tengo tanto y tan poco de ti al mismo tiempo. No lo entiendes ahora, pero cuando llevas tanto tiempo vagando sin rumbo y encuentras a alguien que te hace sentir de la manera en que tú lo haces, lo sabes. Lo que considerabas el Norte resulta ser el sur y todo dentro de ti cambia.

»No te voy a decir que me imaginaba una vida contigo, porque creía que en cuanto estuviera entre tus piernas todo se pasaría, como con cualquiera de mis anteriores conquistas, y que tú estarías excitada ante lo peligrosa y prohibida que era nuestra relación.

»Cuando te vi con Igor allí lo supe. No quería tus labios fueran besados por los de alguien más. Te quería solo para mí, pero jamás parecías abrirte por completo. Nunca, jamás, anhele tanto algo como lo hago contigo Lenna.

-Tendrías muchas cosas con las que lidiar, ya no soy la misma.

-Estoy a poco de cumplir cuarenta, un par de cambios no me harán daño.

-¿Estás seguro? -habíamos pasado de las confesiones a la coquetería en apenas un respiro- porque a tu edad eso puede ser peligroso.

Ambos reímos como un par de locos durante un largo rato.

-Debo colgar- dije al tiempo que el llanto de mi bebé llenaba la casa.

-Sí, y yo debo dormir un poco -admitió -tuve un día largo.

-Descansa entonces -la línea quedó en silencio de nuevo.

-¿Lenna?

-¿Si? -tomé a mi hija e inmediatamente dejó de llorar.

-Te amo.

-Descansa, Ángel.











-Zoe terminará vaciando el estómago sobre ti- Adrián no me hacía caso y continuó jugando a lanzarla por el aire.

Las risas de mi hija que le daban vida a la casa fueron abruptamente interrumpidas por un chorro blanco que salía de su boca y aterrizaba en la playera de su papá. Esta vez era mi turno de reír cuando la cara de Adrián se distorsiona en una mueca de asco y sostiene a Zoe lejos.

-Te dije que no era buena idea- me acerco y tomo a la bebé que tiene rastros de vómito en la barbilla- vamos a limpiarte, mi amor, porque papi ha hecho que te ensucies- Zoe aplaude y ríe.

Tan pronto termino de bañarla se queda dormida y salgo para ver a Adrián parado en el mismo sitio con cara de confusión.

-Puedes bañarte aquí si lo deseas- no sé qué terreno estamos pisando y debo admitir que me asusta un poco-. Aún tengo algo de ropa tuya.

Me sonríe tenso. Y estoy segura que la idea de salir corriendo de aquí con el vómito de Zoe encima comienza a parecerle tentadora.

-Vale, gracias.

Hago un leve movimiento con la cabeza y lo sigo al baño. Cuando sus dedos tocan los botones de la camisa se resbalan a causa del líquido.

-Déjame ayudarte- desabotono la playera más lento de lo que me gustaría y disfruto un poco el ver su torso siendo descubierto.

Para cuando llego al último botón mis manos tiemblan y Adrián pone las suyas sobre las mías para ayudarme. La playera cae al suelo y suelto un gemido por lo bajo. El ambiente a nuestro alrededor se ha vuelto tenso y cargado de atracción.

Sus labios y los míos colisionan, nuestras lenguas se encuentran sin miedo y danzan a un ritmo veloz y puramente sexual. Las manos de Adrián toman mi cadera y elevo mis piernas hasta rodear su torso. Siento el mármol frío de la pared de la ducha contra mi espalda ser contrarrestado por el calor que emana del cuerpo de Adrián. Deseo esto de verdad, pero cuando vuelvo a cerrar los ojos ya no son las manos de Adrián.

Veo a Vladimir tocándome y puedo jurar que su aroma inunda mis pulmones.

-Para, por favor -digo entre sollozos al tiempo que mi mente se llena de recuerdos. No estoy segura de que es lo que pasa hasta que siento el chorro de agua helada mojar mi cabeza y seguir hasta la espalda.

-Regresa. No vayas allí, Lenna- Adrián sujeta mis mejillas con fuerza y sus ojos están llenos de terror-. Quédate conmigo. Perdón. De verdad lo siento.

Quiero responder algo, pero las palabras no llegan a mi garganta. Estoy realmente agotada y por la cabeza solo ronda la idea de que jamás podré olvidar lo que pasó.

-Debo llamar a Jamie- salgo de la ducha escurriendo-. Lo lamento.

Esa noche, sin pedírselo Adrián se queda y me abraza con fuerza hasta qie las lágrimas terminan y nos quedamos dormidos.

Ecos de amor (#2 PeR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora