Ángel
Sonreí mientras observaba fijamente el álbum que mis hijos armaban para un trabajo escolar. Lenna había ayudado con fotografías y dando la idea. Era impresionante ver como los gemelos lograban trabajar juntos por más de cinco minutos sin perder la concentración o comenzar a discutir.
El timbre sonó y Rebeca atendió. Lenna le dio una sonrisa de disculpa y un saludo que rebasaba lo cordial.
Los niños al verla corrieron a darle un abrazo.
Rebeca no podía evitar sentir celos de ella, y nadie la culpaba. A pesar del esfuerzo que hacía no siempre lograba poner a los niños por encima de ella, eso y que Josh y Matt solían ser traviesos, ruidosos y desordenados como cualquier niño; Rebeca, al igual que yo, estaba acostumbrada al orden y al control, los niños simplemente eran demasiado para manejar.
La casa se llenó de risas. Me gustaba eso, se sentía como un verdadero hogar. Los tres se concentraron en el trabajo y parecían sincronizados aun sin proponérselo. Cada vez que Lenna encontraba fotos de los gemelos cuando eran pequeños sus ojos brillaban y una sonrisa se hacía presente.
Los niños y yo disfrutábamos con sus reacciones.
Rebeca se sentó a mi lado observando la escena.
—Ella de verdad los quiere— su voz estaba libre, o casi libre, de aquella amargura que teñía su voz siempre que Lenna salía en la conversación— Yo jamás podré ser así.
La miré de reojo y parecía resignada.
—Creí que si volvía ellos me recibirían de otra manera, incluso creí que tú lo harías; viéndola me doy cuenta de lo que perdí. He pensado tantas veces en irme de nuevo— suspiró—, añoro tanto sentirme libre... vivir.
Sus palabras me molestaban; la mayoría de las mujeres en su lugar dejarían todo de lado a cambio del bienestar y felicidad de sus hijos; ella en cambio deseaba su libertad.
Supongo que no todas las mujeres estaban hechas para ser madres y no la culpaba por ello.
—¿Planeas irte de nuevo? — pensé en Sophia, ella aún era una bebé y tarde o temprano necesitaría a su mamá.
El silencio habló por ella y cuando al fin habló fue para confirmarlo.
—Creo que esa chica hará un mejor trabajo de lo que yo haré nunca— por un momento casi sonrió.
—¿Al menos dirás adiós o te irás como la última vez? — no pude evitar el reproche.
—Espero ser más valiente esta vez. —Quedamos en silencio durante un buen tiempo— Ángel, lucha por ella, aun siente algo por ti.
—Lo haré— como si hubiera escuchado algo Lenna levantó la cara y me regaló una sonrisa.
Lenna hablaba emocionada sobre ir al recital de los gemelos. Todo el día había sido así.
Tenía tiempo que la sonrisa no llegaba a sus ojos, lo que hacía que estos se vieran más oscuros de lo que en realidad eran, por lo que verla sonreír de verdad era un milagro. No era el mejor momento para nadie.
—¿Qué crees que deba llevar? —le sonreí, estaba seguro que ella conocía mi respuesta. —"Te ves hermosa con todo"— dijo imitando mi voz, exagerando bastante mi acento ruso.
—Yo no hablo así —reproché.
—Si tú lo dices...
Después de casi dos meses de saber que el hijo que esperaba podría ser mío muchas cosas cambiaron, entre ellas su matrimonio.
Le había visto hacerle de cenar, preparar su comida favorita, e incluso arreglarse de una manera especial.
Aun así todo parecía ir peor cada día. Conocía a Lenna y sabía que se estaba esforzando por cumplir la parte de "hasta que la muerte los separe" y por lo que veía esa parte iba a llegar pronto disfrazada de homicidio.
Igor entró a la habitación de Lenna y frunció el ceño al verme acostado en la cama, en el lado que Lenna decía era suyo, mientras ella se dedicaba a maquillarse frente al espejo.
—¿Qué crees que haces? — Lenna levantó una ceja, cosa que pude ver gracias al espejo, sin voltear a verlo.
—Eso no...
—Eres MI mujer— Igor dio una mirada de suficiencia hacia mí— por supuesto que me importa.
Lenna se levantó ajustando la bata negra que envolvía su cuerpo.
—Voy con mis niños y tal vez por un helado después.
—No irás, no con él— me señaló.
Él ya no parecía el niño que solía acosarla hasta antes de casarse; sin embargo, la inseguridad estaba allí.
—¿Y a donde se supone que iré entonces?
—A cenar a casa de mis padres.
Podía notar a Lenna intentando contener su risa y mirar en mi dirección, suspiró intentando no hacer una escena frente a mí.
Entendido.
Finalmente decidí levantarme y salir de allí.
Aunque doliera el idiota tenía cara de arrepentimiento y era perfectamente consciente de que Lenna lo extrañaba. Visto desde fuera eso parecía ser más una reconciliación que una pelea.
En mi camino hacia la puerta sentí los celos hervir y caminé más rápido antes de obedecer mis instintos y volver por ella.
Esta vez no tengo la ventaja; ella lo ama, lo hace de verdad.
Siento la esperanza perderse, si ella lo elige de nuevo... No pensaba volverme loco, lo había estado desde el momento en que me fijé en ella. Si esta vez Lenna volvía a elegirlo a él perdería mi mundo.
Las palabras de Rebeca resonaron en mi cabeza «Lucha por ella».
Soy Ángel Ivashkov, nunca he perdido un caso, yo nunca pierdo, pero sobretodo nunca me rindo.
Si algo me distingue de Adrián es que yo no me rindo, yo nunca dejo de luchar.
Entré a casa decidido. Mattew y Joshua estaban en la sala haciendo gestos que provocaban la risa de su hermana.
Ellos, incluyéndola a ella, son mi familia y daría la vida por ellos.
Era momento de reconquistar a Lenna, porque de ninguna manera la perdería de nuevo.
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Ecos de amor (#2 PeR)
Chick-LitHistoria ganadora de Wattys 2016 en la categoría Lecturas Voraces La vida ha cambiado para Lenna, la vida de casada resulta ser más difícil de lo que creyó; aun así todo parece ir bien hasta que decide volver a la escuela de leyes en donde se encue...