Catarratas

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PDV Julián
4 de diciembre

Hoy es el gran día, llevaremos a Helena a las cataratas del Niagara. Desde pequeño siempre quise ir, ahora llevaré a mis 4 hijos para que disfruten de la hermosa vista.

- ¿Tienes los pañales Julián?- me pregunta Pamela mientras yo cargo a Matteo. Él tiene mi dedo índice agarrado con su pequeña mano. Adrián está en mi cama, dormido. No duerme mucho, pero cuando lo hace, es como para estar un día completo durmiendo.

- Si, ya están en la mochila.- le digo.

Salgo del cuarto y veo todas nuestras maletas en la puerta. Ésta es la primera vez que salimos de viaje los 6. Estoy realmente emocionado.

   •5 horas después•

Miraba el atardecer por la ventana de nuestro auto alquilado. Los niños estaban dormidos, cansados por el largo viaje. Pamela mira por su ventana, se nota cansada pero sonríe al ver la ciudad.  Estábamos en camino al hotel en donde nos quedaríamos 2 noches.

-Pensé que jamás vendriamos...- digo tomando su mano.

-Que bueno que ya estamos aquí.- dice.

Llegamos al hotel y nos llevaron a nuestro cuarto. Acomodamos a los chicos y luego nos dormimos nosotros. Yo por mi parte también estaba agotado. Pero mañana será un día increíble.

•Día siguente•

- ¡Papá! ¡Papá! Ya salió el sol...- gritaba Santiago brincando en mi cama. Abro mis ojos lentamente. Pamela está a mi lado cargando a Adrián.

-Si... Es cierto.- digo sentándome y tratando de estirarme un poco. Lo tomo por los hombros y lo abrazo. Helena sale del baño con una camisa rosa y unos pantalones cortos blancos. Lleva un gorro puesto, cubriendo su cabecita.

-¿Ya nos vamos?- pregunta ansiosa Helena.

- Estamos esperando por tu papá...- dice Pamela con una tierna sonrisa. Yo me levanto y beso su cabeza.

Luego de asearme, me visto y emprendemos vuelo a las cataratas del Niagara. Los chicos están emocionados, van todo el camino hablando sobre ellas.

-Ya llegamos.- digo estacionándome.

Empezamos a bajarlos y caminamos hasta un pequeño puente. De allí, se podían  apreciar las maravillosas cascadas. Era más hermoso de lo que lo imaginé. Llevábamos un coche para los bebés, Santiago me pidió que lo cargará y Helena se sentó en el piso. 

-¿Qué haces mí amor?- le pregunta Pamela.

-Mami, este es el cielo. Me gusta.- dice con los ojos cerrados. Siento como mis ojos de cristalizan poco a poco.

-¿Por qué dices eso?- pregunto mirándola.

-Es que así se siente...- dice ella aún con sus ojos cerrados. Yo miro a Pamela y ella sonríe falsamente, se que esta quebrantada.

Nos quedamos un buen rato admirando las cascadas. Estábamos en un ambiente de paz. Ni siquiera los bebés lloraron. Todo era tan tranquilo.  Luego de un tiempo, terminamos todos en el piso. Helena nos sonrió y siguió mirando detenidamente las cascadas.

Estuvimos prácticamente todo el día allí. Tomamos algunas meriendas y platicábamos. Me encantaba este tiempo en familia.

Decidimos volver al hotel luego de admirar las cataratas. Cuando nos subíamos al auto pasó algo inesperado.

-¡Julián, es sangre!- grita Pamela cuando gira su cabeza y ve que Helena nuevamente a vomitado sangre. La sangre dejo de circular en mi sistema. Conduje hasta el hospital más cercano y tomé a Helena en mis brazos. Estaba media inconsciente, sus ojos estaban parcialmente abiertos.

-Aguanta, Helena- digo mientras corro con ella por los pasillos para ver si alguien puede ayudarme. Rápido unos enfermeros la toman y se la llevan a un cuarto. Le ponen máquinas y sueros. No me dejan pasar para estar a su lado.

-Resiste, princesa. Te queda mucho.- digo tratando de no llorar.

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Gracias por leer y perdón por la tardanza. ❤️

Helena: Pequeña PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora