Capítulo 4 - Familia.

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—Hablaba con Frank.

—Tu celular esta allí. —Lo señaló a lo lejos—. ¿Qué puedes decir en tu defensa? —me preguntó, cruzándose de brazos.

—Que estoy borracha —seguí mintiendo.

—No lo estás.

—¿No tienes sueño? Porque yo sí. Duerme y calla —le pedí y me tiré sobre mi cama.

—Como digas pero tendrás que contarme —continuó. Luego de unos segundos, me perdí en mis sueños.

(...)

Cuando terminé de darme una ducha de agua tibia, me cambié; opté por unas zapatillas cómodas y un jean negro, un buzo blanco y una campera de jean celeste. Hoy era un día lluvioso, nada raro por aquí.

Luego de que Katy se fuera, me di un baño ya que en mis planes estaba ir por mi cámara que perdí en el bosque. Seguro sigue allí.

Baje las escaleras y me senté en la mesa. Justo en ese momento, una empleada me alcanzó el desayuno: una tasa llena de cereales de chocolate con leche.

Mi hermana bajó unos minutos después.

—¿Hablaste con mamá?

—¿No has escuchado los gritos? —continuó mientras se sentaba en la silla que se encontraba enfrente de la mía.

—Me estaba bañando.

—Tienes suerte.

—¿Te ha castigado?

—Sólo un poco —dijo con sarcasmo.

—¿Por qué tomaste tanto?

—No quiero hablar de eso.

—Está bien —dije y me levanté de la mesa.

—¿A dónde vas?—me preguntó al ver que me dirigía hacia la puerta.

—Por allí.

—Recuerda que hoy vienen a almorzar unos amigos de papá.

—A mi no me dijeron nada.

—Me olvidé de avisarte —me sonrió.

—¡Denyse!

—Lo siento.

—Bien, estaré aquí para el almuerzo.

Antes de dejar que me detuviera, apresuré el paso y seguí caminando.

(...)

El suelo estaba más resbaloso que nunca, pero tenía mucho cuidado al caminar.

No había ni rastros de mi cámara.

—¿Qué haces por aquí? —me preguntó Ghost.

Por el susto, me caí.

—¡Estas loco! ¡Por si no recuerdas yo sigo viva y me puede dar un infarto! —continué aún en el piso.

—Lo siento —dijo divertido y me tendió la mano. Sin dudar, la tomé.

—No me has contestado.

—He venido por mi cámara. Que la perdí porque tú me asustaste.

—No es mi culpa que seas tan miedosa —siguió mientras se apoyaba sobre el tronco de un viejo árbol.

—¿Miedosa? Pff, ¿Miedo? Por si no lo recuerdas, te moriste, te velaron y yo estuve allí. ¡Si me apareces de la nada, claro que voy a tener miedo!

—Como digas —continuó divertido—. Y sobre la cámara, la dejé sobre tu mesa de luz.

—¿En qué momento?

Mi padre, su asesino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora