Capítulo 29 - "Como un latido"

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Hace 10 minutos que estamos caminando por una zona del bosque que yo no conocía. Ghost no apareció por ningún lado y me estaba preocupando.

- Detente aquí- comentó.

Describiría el lugar, pero lo único que podía percibir era a Connor y su perfecta mandíbula.

- ¿Sabes que los animales pueden comerse los cuerpos?- le pregunté.

- No esta aquí- respondió.

- ¿Qué?- en cuanto dije esto, el orangután que estaba detrás mío sacó un arma. No la vi, pero sentí el ruido que se produjo cuando le sacaron el seguro.

- Primero el dinero- ordenó.

- Ese no es asunto mío- a firmé y me crucé de brazos.

- A ver si nos entendemos...- se acercó.

Parecía una pequeña hormiguita al lado de él. No sólo me sacaba dos cabezas de alto, sino que mis brazos y piernas parecían fideos al lado de los suyos.

- Escucha, dile al orangután que baje el arma. No me siento muy cómoda- comenté.

- Tú te callas, el que manda soy yo. En caso contrario, te saco la cabeza de un balazo- amenazó.

- ¿No te animas a pelear un mano a mano?- continué.

- Prefiero no ensuciarme las manos- sonrió. - ¿Tienes el dinero, si o no?- preguntó.

- Puedo conseguirte más- la voz me tembló.

- No era la opción que quería escuchar- siguió.

- Es la única que hay- le sonreí.

Sentí una fuerte explosión contra mi pómulo izquierdo, la cual no sólo dio vuelta mi cara, sino que arrojó mi cuerpo hacia el suelo. En el momento en que caí, sentí un grueso tronco justo bajo el agarre de ambas manos. No subí la mirada.

- Última advertencia- comentó. Se tomó la cabeza, frustrado.

Estaba por golpearlo con el trono, pero me acordé que mi mayor problema era el orangután con el arma apuntando directamente a mi cabeza.

- ¿Piensas que matarla es lo mejor?- le preguntó Connor a su empleado.

- Podría conseguir mucho dinero por ella- comentó.

- Cerdo asqueroso- susurré.

Otro golpe vino hacia mi cara, la planta del pie del castaño se estampó contra mi nariz, haciendo que sangrara al igual que mi boca.

- ¡NO ENTIENDES LO QUE SIGNIFICA CALLATE!- volvió a gritar. Mi cabeza quedo apoyada contra el suelo, las lagrimas a causa del dolor comenzaron a caer. Miedo no tenía, no quiero morir y que mi último sentimiento sea ese.

- Púdrete- continué.

- Al hombro- le ordenó a su "empleado". Por suerte le "erró" y cayó al lado, aunque quede aturdida por el impacto.

Ni fuerzas me habían quedado para intentar escapar.

- Ni una sola palabra- terminó de decir. – Llámale a Richard, coméntale que tenemos un producto... Innovador- creo que sonrió.

Mientras los dos discutían por mi posible destino, tomé con fuerza la rama que estaba debajo mió; pensaba pegarle al del arma primero.

- Si estas pensando el sólo hecho de intentar escapar, te juro que no sólo te matare a ti, iré por tu amiga- y eso fue lo que me hizo dejar el tronco allí.

Mi padre, su asesino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora