Capítulo 25 - Sospechoso

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Frank y yo salimos del auto para dirigirnos a la casa de los Moore.

Él tocó la puerta.

- ¿Crystal?- me preguntó Steven, el hermano menor de Ghost.

- ¡Hola! Perdón que venga a esta hora, pero el auto de mi novio se detuvo y pensamos que podríamos hacer un llamado- mentí.

- Puedo ver el auto si quieres, Thom me enseñó algunas cosas- me informó, y me sentí muy mal con el sólo hecho de escuchar su nombre como si realmente estuviera muerto.

- ¿Puedo esperar adentro?- le sonreí. – Me estoy muriendo de frío- continué.

- Claro- afirmó.

Mientras él salía, yo entraba.

Parecía que la casa estuviera vacía, así que subí hacia la habitación de Jason, me acordaba que quedaba al lado de la de Ghost, aunque sólo vine una vez.

Probablemente después de esto y si alguien me encuentra, no seré bienvenida jamás a la casa de los Moore. Pero no me interesó.

Comencé a abrir cajón por cajón, pero no había nada. Me fije en su placar e incluso debajo de la almohada.

Nada que pareciera sospechoso. Y es justo en ese momento cuando me faltó revisar un lugar crucial, debajo del colchón.

Levanté las sabanas hasta encontrarme con el colchón de la antigua cama. Y ahí encontré lo que buscaba.

Miles de fotos mías. Fotos en todos lados, saliendo de mi curso, entrando a mi casa, yendo a la casa de mi amiga y otras más.

Saqué mi celular y comencé a sacarle foto a mis propias fotos, no sé para que me servirían, pero por las dudas.

Guardé todo y seguí buscando alguna anotación o algo, pero no había nada más.

En cuanto escuché la voz de Frank y de Stev en la entrada, corrí hacia abajo y me senté en el borde de la escalera.

- ¿Pudieron arreglarlo?- pregunté.

- No había nada mal- comentó el enamorado de mi hermana.

- Fue el frío- siguió Frank.

- Gracias Stev- le sonreí. – Otra cosa más- continué. - ¿Estas saliendo con mi hermana?- mi sonrisa dejó visibles mis dientes.

- ¿Qué?- me preguntó.

- No- pero no fue su voz.

Me di la vuelta.

- Jason Moore- continué, y mi enfado no pudo ser disimulado.

- Crystal- susurró. - ¿Qué te trae aquí?- me preguntó.

- ¿Tú no lo sabes? Creí que me vigilabas- sonreí, él me miró confuso. – Un chiste- continué.

- Vamos- me dijo Frank, sonó más a suplica que a orden.

- Adiós- continué.

- Nos vemos- se despidió Stev.

No sirvo mucho para disimular mi enojo, así que una vez que llegamos al auto, me solté:

- ¡MALDITO ACOSADOR! ¡¿ENTIENDES ESO?! ¡FOTOS MÍAS! ¡LE ARRANCARÉ LAS PELOTAS LA PRÓXIMA VEZ QUE LO VEA!- grité.

- ¿Irás a la policía?- me preguntó.

- No, porque yo también estaré en problemas por entrar en la propiedad privada- continué.

Mi padre, su asesino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora