Capítulo 2 - El chico del funeral.

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Me dí vuelta y salí corriendo lo más rápido que pude de este denso bosque lleno de pinos, me importaba poco el collar, pero lo que más me dolió fue perder mi cámara, ya que era una de mis preferidas por el enfoque que posee, bueno... Poseía.

Mis piernas no podían ir más rápido, como les dije, conozco a estos bosques mejor que la palma de mi mano, pero el miedo que me invadía había nublado todo sentido de ubicación que yo podía tener, por lo que, sólo corría hacia adelante, esperando llegar sana y salva y no que la "cosa" que me habló allí adentro me hiciera daño.

Los árboles parecían desaparecer detrás de mí... Gracias al cielo, pude ver el auto esperando allí.

Me metí rápidamente.

—Señorita ¿Se encuentra bien? —me preguntó Paul.

—No lo sé —respondí. Mejor dicho, no sé lo que vi.

Los fantasmas no existen, los fantasmas no existen...

Sin embargo, la voz de aquel chico, mejor dicho su frase, seguía retumbando en mi cabeza...

La puerta se abrió y mi madre entró.

—Crystal, estas muy pálida.

—Estoy bien.

No podía decirle a nadie lo que creí escuchar, tanta fotografía me debe estar secando el cerebro.

Eso es todo.

Eso DEBE ser todo.

(...)

Me bajé rápido del auto y entré a mi casa.

Ésta poseía un gran tamaño, lo suficiente para mantenerme alejada de mi familia. Es una casa elaborada con ladrillos vistos y madera. Consta de tres pisos; en el de abajo, un baño, la cocina, el living y dos habitaciones para invitados, más el garaje para 5 autos, y otros "juguetes" de mi padre. En el segundo, las habitaciones de mi familia y también la mía, cada una con su baño, y por último la oficina de mi padre. Y millones de ventanales.

En el patio principal se encuentran adornos y atrás está la piscina, el gimnasio y el salón de juegos.

Mi hermana menor está pasando por su etapa de plena adolescencia, por lo que siempre realiza fiestas y más en las vacaciones, siempre busca agradarle a todo el mundo.

Subí las escaleras y entré a mi habitación.

No podía parar de pensar en lo que había sucedido, era algo que me ganaba. Me senté en el borde mi cama y comencé a pensar, mejor dicho, a razonar. No podía ser real lo que había visto, salvo que el chico haya sobrevivido. Algo que no creo, porque su cuerpo fue enterrado bajo 2 metros de tierra.

Tenía que volver, pero no ahora. Esperaría hasta mañana, era muy oscuro y no encontraría nada.

Iba a meterme a bañar pero alguien tocó mi puerta.

—Adelante.

—Necesito un favor —dijo mi hermana.

—No estoy de humor.

—Por favor, Mackenzie le ha dicho a Cody que ya no me interesa y que sólo lo use para la fiesta de fin de curso, y le convenció de que en la fiesta de esta noche le pida ser su novia.

—Y a mí me importa porque... —fue más una pregunta.

—Porque eres mi hermana.

—¿Mackenzie no es tu mejor amiga?

—Lo era, antes de enterarme que es una maldita perra roba Codys.

—¿Y en dónde entro yo?

—Necesito que vengas conmigo esta noche.

Mi padre, su asesino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora