Capítulo 23 - Seré directa.

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- ¡Aplausos por favor!- Jason me dio la bienvenida al gimnasio. – Crystal a decidido aparecer- terminó de decir, cruzándose de brazos.

- No te quejes, te he seguido pagando- le sonreí y tiré mi bolso a un costado. – He tenido problemas familiares, incluso hoy. Así que mi humor no es de lo mejor- le comenté, acercándome más a él.

- ¿Algún día lo es?- continuó. – No me importa si has mantenido el estado o no. Correrás 4 kilómetros en la cinta caminadora y luego 2 en el escalador. Suerte- me informó.

Ojala los chicos Moore no existieran. Lo que le espera a mi hermana.

(...)

- Realmente me has sorprendido- me comentó mi entrenador. – Creí que a los 10 minutos ya estarías muerta- continuó.

- ¿Loos Moore siempre me quieren matar?- le pregunté.

- ¿Qué?- respondió.

- Broma personal- le mentí mientras me levantaba.

- Espero verte el próximo turno y no dentro de semanas- comentó.

- Reza por mí- le sonreí.

- Nos vemos, Johnson- se despidió.

- Hasta luego- respondí.

Tomé mi bolso y salí del gimnasio en busca de un taxi, ya que Paul me había traído.

- Crystal- me llamaron y giré hacia esa dirección.

- ¡Sebastian!- le sonreí.

Sebastian era el chico lindo y simpático que me había dado la bienvenida al gimnasio. Y ya saben quién arruinó la que iba a ser nuestra futura cita.

- Creí que no vendrías más por aquí- comentó.

Tiene una sonrisa muy dulce, todo su rostro es muy dulce. Parece un príncipe sacado de un cuento de hadas, lástima que no existen los cuentos de hadas. Pero si de brujas, y mi vida es una prueba de ello.

- Dramas familiares- le respondí.

- Seré directo. ¿Quieres ir a comer algo?- me preguntó.

- Seré directa. Huelo como Susan- comenté.

- ¿Susan?- me sonrió.

- Larga historia- le informé.

- Que me podrás contar mientras cenamos- me sacó la botella de las manos y bebió de ella. – Ahora toma- me ordenó.

Le obedecí, me parecía divertido su juego. Y no tenía miedo de llegar hasta el final. Pero cuando me puse la botella en los labios él la tiró al suelo.

- ¿Por qué hiciste eso?- le pregunté.

- Si quieres tener mi saliva en tu boca, debe ser de manera directa- me sonrió.

- Eres un tonto- continué. – Un tonto que me debe una botella- le informé.

- Vamos a comprarla- me tendió la mano como si fuera una princesa. Y la acepté. – Entonces... ¿Qué te gusta más la pizza o el sushi?- me preguntó.

Y le sonreí.

- Hamburguesa- continué.




No puedo creerlo.

- ¡DEBES ENSEÑARME A HACER ESO!- le sonreí. – Es sorprendente.

- He repetido el truco durante miles de veces. No se que le ves de sorprendente- continuó.

- Amo la magia- continué.

- Tú eres mágica- me sonrió.

- Magia maligna- bromeé.

Mi padre, su asesino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora