Capítulo 9 - Señorita problemas.

1.3K 156 75
                                    

Me quedé dormida, esperando a que Ghost llegara pero nunca apareció.

Sin embargo, el muy hijo de su madre se dignó a despertarme a las 3:00 de la mañana. A LAS 3:00 DE LA MAÑANA. Eso explica mi cara de orto del momento.

—¿Puedes apagar las luces? Parece de día.

—¿Estas segura que estaba todo en blanco?

Y volví a asentir. Le había contado todo, salvo lo de mi familia porque seguro a él no le interesaba. Detalle por detalle sobre mi mentira, sobre cómo pase y  cómo encontré el expediente.

—¿Nada de nada?

—Pareces estúpido. He dicho que estaba en blanco.

—Una persona muy importante debe estar detrás de todo esto.

—¿No podrías haber esperando hasta hoy pero más tarde? —le pregunté—. Era lo mismo que te contara ahora o después.

—Iremos ahora.

—¿A dónde?

—A hablar con los que escucharon el disparo. Sé que están en una fiesta de su... Estilo.

—¿De su estilo?

—Son hippies.

(...)

Esta fiesta debería llamarse Marihuana.

Marihuana por donde quieras. El olor ya me asqueaba, además todo se veía borroso por el humo. La música era de los 80 y nada de aquí olía bien. Ni siquiera las personas.

—Repetí los nombres —le pedí a Ghost.

Gabriella Carter y Ethan Walker. Él es bastante alto, pálido, su cabello es negro y corto. Tiene ojos azules.

—Bien.

La fiesta era en una casa, por lo que, me sería difícil encontrar dos personas entre millones de éstas.

—¿Ethan Walker? Dime que sí por favor —le sonreí.

Era la décima persona que le preguntaba y a todas las anteriores no le sonaba ni el nombre.

—El mismo —me sonrió.

A Ghost le faltó decir que era muy lindo. Además de unos hermosos ojos tenía una hermosa sonrisa con perfectos dientes blancos.

— ¡Gracias, Dios! —le grité al cielo.

— ¿Nos conocemos?

— No —le sonreí—. Pero podríamos hacerlo. —De todas las formas habidas y por haber—. Crystal Jonhson —le tendí la mano.

—Ya conoces mi nombre —me devolvió la sonrisa mientras estrechaba mi mano junto a la suya.

—¿Podemos hablar un rato en privado? —Por el ruido de la música no escuchaba nada. Aunque hablar no era lo único que quería hacer con él.

Disculpen a mis hormonas, es culpa de la regla.

—Claro —afirmó—. Vamos afuera —asentí y le seguí.

La casa no era muy grande pero el patio sí, raramente no había nadie en él.

Alumbrados a la luz de la luna, pude ver que realmente vestía como un hippie pero él era un hippie lindo. Yo quisiera tener minishippies con él.

BASTA BASTA BASTA. B-A-S-TA. Odio a mis malditas hormonas.

—¿Para qué me necesitas? —me preguntó mientras se sentaba en una hamaca paraguaya.

Mi padre, su asesino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora