capítulo#8: "Mentirosa inconsciente"

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Contemplaba impasible el pequeño vestido rojo tendido frente a mí, no podía quejarme, era cómodo y juvenil; ajustado hasta la cintura y luego suelto en una pomposa falda hasta mitad del muslo.Frescas ráfagas de aire nocturno ingresaban de vez en vez a mi habitación desordenando levemente los rizos de mi coleta.

La puerta se abrió y Rosse se asomó, tenía un vestido rojo que delineaba su curvilínea figura.

-Skylar no es para mirarlo, es para que te lo pongas. Apresúrate

-De acuerdo ya voy.

Solo me faltaba ponerme el vestido y los tacones plateados. Decidida en seguir con los consejos de Zuria como había estado haciendo esos días, tomaría esa fiesta-castigo como una oportunidad para socializar.

Me miré en el espejo de cuerpo completo una vez lista, aunque no poseía curvas tan marcadas como mi hermana o Zuria no estaba nada mal; el maquillaje, el peinado y el vestido hicieron su magia, sin mencionar como resaltaban mis blancas piernas largas.

Respiré hondo antes de abandonar mi habitación e ir junto a Rosse.

(...)

Llegamos al cabo de unos minutos a las rejas de una gran mansión, Rosse me había dicho que uno de los invercionistas más importantes con los que había hecho ese buen negocio era quien prestó su casa para la fiesta, luego que un elegante guardia nos abriera estacionamos junto a muchos otros costosos autos.

Ni bien ingresamos al lugar dos meseras bien uniformadas nos ofrecieron una charola con copas de cristal, a Rosse algo que parecía champán y a mí jugo de fruta, gustosa levanté una. Estabamos en lo que supuse era la sala, era inmensa y estaba decorada con objetos de valor, apenas la miré porque la fiesta se llevaba a cabo en el patio.

El patio era enorme, sobre el verde pasto bien cuidado habían varias mesas con manteles blancos bajo gazas rojas y azules que lucían grandes centros florales de los mismos colores, el lugar estaba bien iluminado además de leves luces que cambiaban de rojo a azul a manera de ambientar con el tema de la fiesta. Todo el mundo estaba elegante, las mujeres con bellos vestidos rojos y los hombres con ternos de elegantes tonos azules.

Todo tenía un apecto caro y fino. A pesar de que la gente no se fijaba en mí empezé a sentirme algo nerviosa pués habían varias personas de edades alrededor de la mía e incluso ví algunos rostros conocidos.

En menos de lo que creí Rosse y yo nos separamos, ella se fué con el señor Brenne y su joven y apuesto hijo. Aun no tenía ganas de enfrentar a mis compañeros así que fuí a comer.

Una larga mesa exibía cualquier variedad de bocadillos y postres, ahogando mi aburrimiento empezé a comer todo lo que me llamaba la atención. Casi me atraganto con un mini-sandwich cuando ví a mi prima totalmente irreconocible con un hermoso vestido rojo con cola, su lacia cabellera estaba recogida en un elavorado moño dejando salir pequeños mechones rizados.

-¡Skylar que gusto verte! - Mía, la mejor amiga de mi prima, se adelantó en saludarme -. No fuiste a la primera reunión.

-Estuve castigada - expliqué brevemente abrazando a la morena con el mismo entusiasmo -. No me la creo que estén aquí.

-Al final mi madre me chantageó -suspiró Zuria-. Al menos me dejó traer a Mía; hace menos dura la tortura.

-Como siempre exagera -me susurró Mía mientras la aludida se lamentaba devorando unos bocadillos-. Está de malhumor últimamente porque mi primo volvió.

-¿Ese con el que Zuria siempre peleaba cuando eran niños?

-Sí -Mía miró hacia su amiga quien se había recorrido hasta la otra punta de la mesa comiendo-. De hecho mira; ahí esta.

La Vida Secreta de Skylar GrayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora