La Vida Secreta de Skylar Gray

capítulo#33: "Vale la pena morir..."

Era él.

Todo ángulos, sombras y oro.

El lugar era estrecho, oscuro y húmedo pero aún así pude distinguir sus ojos y la forma de su rostro.

Cuando el grupo llegó hasta donde estábamos contuve la respiración, Dylan se inclinó más cerca de mí y se quedó inmovil. Lo tenía tan cerca que las irregularidades de la pared se me clavaron en la espalda.

Luego de un momento sacó la cabeza para ver alrededor y tiró de mí sacándome del lugar. Caminó con paso decidido y rápido; parecía saber muy bien hacia dónde iba. Yo me limité a seguirlo siendo prácticamente arrastrada.

Su mano cerrada en mi antebrazo era como brasa ardiendo pero estaba demasiado dolorida y aturdida para reclamar y pedir que me soltara.

Sólo me quedé así, con el brazo extendido en el aire y una mirada incrédula y de odio destilando de mis ojos celestes hacia su nuca.

-¿A dónde vamos? -la pregunta salió fría de mis labios y no obtuve respuesta.

Caminamos en total silencio hasta que al fin Dylan se detuvo; tan abrupto que choqué con su espalda. Miré por encima de su hombro, las luces del lugar titilaban con un rosa fosforecente de una manera sugerente y tentadora.

Era un motel.

-Pasaremos aquí la noche.

Llena de pavor disparé mi puño hacia su rostro pero él se hizo para atrás, evitando el golpe.

-¡Eres un cerdo! ¿Crees que solo porque me salvaste voy a pasar la noche contigo?

-Skylar, no quiero acostarme contigo -contestó firme pero calmado-. Pasaremos la noche aquí porque es demasiado tarde, mañana veremos qué hacer.

-¿Veremos? -hice de eco.

-Sí, veremos. Por ahora sólo quiero dormir -se inclinó hacia mí con las manos tras la espalda, sus ojos fijos en los míos-. A menos que quieras volver a casa.

Apreté los puños ligeramente, la mirada de Dylan era una de desafío y como siempre yo no me dejaría amedentrar.

-¿Qué esperamos?

(...)

La recepcionista me lanzó una mirada pícara luego de entregarle la llave a Dylan. Me sonrojé hasta las orejas adivinando sus pensamientos.

No la culpo, ver a un joven tan guapo llegar a esas horas de la noche acompañado a un motel no daba cabida a mucha imaginación.

El lugar era sencillo y viejo, el polvo se levantaba del piso alfombrado al caminar y los pasillos estaban iluminados tenuemente; quizá la intención era poner una atmósfera romántica pero en su lugar, en mi opinión, le daba un aspecto tétrico.

Llegamos a una puerta celeste que se abrió con un chirrido cuando Dylan hizo girar la llave. El cuarto resultó acogedor aunque pequeño: un ropero empotrado, una mesita de noche con una lámpara, un cuarto de baño y una cama para dos con sábanas viejas era todo lo que había.

-Usa el baño primero -su voz rompió el silencio.

Asentí y me encerré en el pequeño baño. Me quité la ropa manchada y tomé una ducha, el agua estaba helada pero al finalizar me sentía mejor y limpia.

Mi buen humor se esfumó cuando al abrir la mochila me percaté de que no había guardado un conjunto para dormir.

Lancé un alto bufido de irritación. Mi estómago dio un vuelco cuando Dylan llamó a la puerta.