Retrocedí un paso al identificar a la castaña, no porque tuviera miedo sino por la sorpresa y confusión.
-Skylar -se apartó un mechón del rostro permitiendome ver apenas uno de sus ojos-. ¿Qué haces aquí?
Ella sí parecía intimidada, sin embargo yo tenía preocupaciones mayores que su enamoramiento por Dylan.
-No sabía que vivías aquí -dije volcando los ojos para que deje de temblar-. En realidad estoy buscando al muchacho que me dio esto.
Arrugó el entrecejo al momento que tomaba el papel. Levantó las cejas incrédula.
-¿Buscas a Tonic? -habló sin salir del asombro-. Pero creí que tú y Dylan...-se lo pensó un poco-. Adelante.
Se apartó y yo ingresé en la casa. Todo tenía un aspecto hogareño y limpio, las paredes estaban adornadas con cuadros y fotos familiares y los sillones eran color perla con muebles oscuros.
Me hizo un gesto de que la siga y subimos unas alfombradas escaleras. Al final del pasillo había una puerta por la que se filtraba un sonido no precisamente agradable. Mary abrió la puerta y una pared de sonido y aire pesado nos golpeó.
-¡Tonic! ¡Baja el volumen! -chilló la castaña.
La música bajó de golpe y aproveché de mirar al interior. El muchacho al que buscaba estaba sentado de espaldas sobre un revoltijo de sábanas.
-¿Cuántas veces te he dicho que no entres en...? -se volteó y sus ojos brillaron al verme mientras una de sus afiladas sonrisas hacía aparición-. Vaya, al parecer tengo visitas.
-Yo...Los dejo solos -ocultando el rostro entre su lacio cabello Mary salió cerrando la puerta tras de sí.
-Linda ¿no? -comentó mientras apoyaba los codos en sus rodillas-. Dicen que se parece a su hermano mayor.
Hizo un gesto abarcando su rostro y era cierto, ambos tenían los ojos avellana y el cabello castaño; aunque el de Tonic era algo más oscuro y lo tenía casi rapado a los lados y largo en la corona.
Pensé en ella besando a Dylan y el estómago me dio un vuelco.
-Linda -fue lo único que dije.
No era fornido como Dylan pero sí tan alto como este y una delgada capa de músculo le cubría los brazos desnudos, llevaba una camiseta que parecía haber perdido las mangas de un tirón.
-Me alegra mucho que vinieras -arrastró una mesilla frente al pie de la cama y puso frente a ella un banco-. Vamos, toma asiento.
Obedecí. Todo allí era un desorden y la luz apenas entraba por las oscuras y pesadas cortinas, prácticamente estábamos en tinieblas. Olía a tabaco y a otra cosa que no identifiqué.
-Vine por simple curiosidad -empecé-. Saber lo que tengas que decir no hará daño.
Me dio una sonrisa irónica.
-No engañas a nadie, puedo verlo en tus ojos -se inclinó sobre la mesa entre nosotros-. Estás aquí porque desconfías de él.
Le sostuve la mirada desafiante.
-¿Vas a hablar o seguirás haciendome perder el tiempo?
-Qué carácter -resopló- y pensaba que Mary era molesta.
Sacó unos papeles de debajo de la mesa y los revoleó sobre ella.
-Dylan Leblanc. Edad: dieciseis años, diecisiete en julio. Tutor: Stephen Leblanc. Notas: las mejores de la escuela -leyó con fingido interés una hoja entre sus manos-. Vaya, que aburrido suena este tipo.
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La Vida Secreta de Skylar Gray
Teen FictionAl verse obligada a ocultar una mentira capaz de impresionar a su flamante ex novio, Skylar acepta un curioso pacto con un inusual alumno de la escuela, sin sospechar que esta solución solo la meterá en situaciones peores en las que nunca se imaginó...