capítulo#31: "El llanto más amargo"

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Retrocedí un paso al identificar a la castaña, no porque tuviera miedo sino por la sorpresa y confusión.

-Skylar -se apartó un mechón del rostro permitiendome ver apenas uno de sus ojos-. ¿Qué haces aquí?

Ella sí parecía intimidada, sin embargo yo tenía preocupaciones mayores que su enamoramiento por Dylan.

-No sabía que vivías aquí -dije volcando los ojos para que deje de temblar-. En realidad estoy buscando al muchacho que me dio esto.

Arrugó el entrecejo al momento que tomaba el papel. Levantó las cejas incrédula.

-¿Buscas a Tonic? -habló sin salir del asombro-. Pero creí que tú y Dylan...-se lo pensó un poco-. Adelante.

Se apartó y yo ingresé en la casa. Todo tenía un aspecto hogareño y limpio, las paredes estaban adornadas con cuadros y fotos familiares y los sillones eran color perla con muebles oscuros.

Me hizo un gesto de que la siga y subimos unas alfombradas escaleras. Al final del pasillo había una puerta por la que se filtraba un sonido no precisamente agradable. Mary abrió la puerta y una pared de sonido y aire pesado nos golpeó.

-¡Tonic! ¡Baja el volumen! -chilló la castaña.

La música bajó de golpe y aproveché de mirar al interior. El muchacho al que buscaba estaba sentado de espaldas sobre un revoltijo de sábanas.

-¿Cuántas veces te he dicho que no entres en...? -se volteó y sus ojos brillaron al verme mientras una de sus afiladas sonrisas hacía aparición-. Vaya, al parecer tengo visitas.

-Yo...Los dejo solos -ocultando el rostro entre su lacio cabello Mary salió cerrando la puerta tras de sí.

-Linda ¿no? -comentó mientras apoyaba los codos en sus rodillas-. Dicen que se parece a su hermano mayor.

Hizo un gesto abarcando su rostro y era cierto, ambos tenían los ojos avellana y el cabello castaño; aunque el de Tonic era algo más oscuro y lo tenía casi rapado a los lados y largo en la corona.

Pensé en ella besando a Dylan y el estómago me dio un vuelco.

-Linda -fue lo único que dije.

No era fornido como Dylan pero sí tan alto como este y una delgada capa de músculo le cubría los brazos desnudos, llevaba una camiseta que parecía haber perdido las mangas de un tirón.

-Me alegra mucho que vinieras -arrastró una mesilla frente al pie de la cama y puso frente a ella un banco-. Vamos, toma asiento.

Obedecí. Todo allí era un desorden y la luz apenas entraba por las oscuras y pesadas cortinas, prácticamente estábamos en tinieblas. Olía a tabaco y a otra cosa que no identifiqué.

-Vine por simple curiosidad -empecé-. Saber lo que tengas que decir no hará daño.

Me dio una sonrisa irónica.

-No engañas a nadie, puedo verlo en tus ojos -se inclinó sobre la mesa entre nosotros-. Estás aquí porque desconfías de él.

Le sostuve la mirada desafiante.

-¿Vas a hablar o seguirás haciendome perder el tiempo?

-Qué carácter -resopló- y pensaba que Mary era molesta.

Sacó unos papeles de debajo de la mesa y los revoleó sobre ella.

-Dylan Leblanc. Edad: dieciseis años, diecisiete en julio. Tutor: Stephen Leblanc. Notas: las mejores de la escuela -leyó con fingido interés una hoja entre sus manos-. Vaya, que aburrido suena este tipo.

La Vida Secreta de Skylar GrayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora