capítulo#29: "Órdenes e incomodidad"

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No fue fácil pero los días después logré esquivar a Dylan, tanto en los recreos como a la salida de la escuela. Tampoco contesté sus mensajes. Era extraño no tener ganas de verlo y extrañarlo a la vez.

-Dylan vino a verte -comunicó Rosse en el umbral de mi puerta.

-Dile que estoy indispuesta -contesté de inmediato antes de enterrar la nariz en mi libro.

Suspiró -Como digas. Tengo una reunión, no te duermas tarde.

Solté aire y dejé el libro a un lado. Luego de ponerme ropa de dormir empecé a destrenzar mi cabello sentada al borde de la cama. En un segundo la ventana de mi habitación se abrió de golpe y alguien entró como una abalancha.

Tan pronto como me sorprendí mi espalda estaba contra el colchón con su peso sobre mí. Solté un gritito de entre sorpresa y queja.

-Relájate, soy yo.

Me topé con los ojos de gato que tan bien conocía centelleando fijos en los míos. Lo fulminé.

-¡Casi me da un infarto! ¿Qué no puedes usar la puerta como una persona normal?

-No me dejaste entrar -bufó-. Eres una pequeña mentirosa.

Tenía mis muñecas sujetas sobre mi cabeza y su cadera presionaba contra la mía. Vestía ropa ligera y por esto podía sentir el calor y la humedad de la noche que emanaba su cuerpo en cada fibra del mío, estremeciéndome.

-Quítate de encima -me removí con fuerza consiguiendo solo que se presione más contra mí.

-No, me gusta esta vista -dijo sardónico-. ¿Por qué has estado evitándome?

-No te evité -desvié la mirada. Era imposible mentir con esos brillantes ojos perforándote el alma.

-Sí, lo has estado -soltó aire-. ¿Crees que soy idiota? Sé cuando algo te molesta y tengo además mucamas chismosas ¿sabes?

Abrí los ojos como platos y maldije interiormente a esas mujeres.

-Escuchaste la discusión con mi padre ¿a que sí?

-¡Sí! ¡Sí la escuché! -lo encaré hastiada-. Y escuché lo suficiente para hacerme una idea de la imagen que tiene de mí.

Solo me sostuvo la mirada, impasible ¿Cómo podía estar tan relajado cuando yo estaba al borde de una histeria?.

-Me alejé de ti porque necesitaba pensar y lo he estado haciendo todo el tiempo -mi voz era firme pero las palabras cortaban dolorosamente-. He pensado en las palabras de tu padre y quizá tiene razón, tal vez yo no soy para ti -respiré hondo-. Es tu padre y deberías...

Un gruñido de su parte me interrumpió -Oh, qué tontería.

Tomó mi barbilla con firmeza y me hizo mirarlo, estábamos demasiado cerca.

-No voy a dejarte ¿me oyes? No me interesan las razones que él pueda tener o la autoridad que representa para mí. Eres mía como yo soy tuyo y eso no cambiará.

Su rostro era serio pero sus ojos brillaban con fulgor, dándole veracidad a sus palabras. Casi no podía respirar y temía que oyera los latidos de mi corazón.

Su boca descargó fuego en mis venas. Me desvanecí, tenía ganas de hacerlo a un lado, creyéndome incapaz de responder su beso pero él me impidió cualquier movimiento que no incluyera el de mis labios.

-¿Por qué insistes en estar conmigo? -chillé entre sus labios-. ¿No te das cuenta que sólo traigo problemas?

-Te quiero, maldita sea ¿es tan difícil de entender? -se apartó de mis labios y me miró mientras su respiración golpeaba mi rostro-. A menos que tú no me quieras y sólo estás buscando excusas para no estar conmigo.

La Vida Secreta de Skylar GrayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora