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-¡Arriba! -Gritó Brian, uno de mis hermanos mayores, abriendo la puerta de mi habitación de golpe.

-¡Hoy hace un día precioso para viajar! -Exclamó Evan, otro de mis hermanos mayores, abriendo las cortinas y dejando que el sol entrara.

Murmuré palabras incomprensibles para que me dejaran dormir más, me daba igual el viaje, solo quería dormir porque anoche no pude hacerlo bien de los nervios.

-No nos obligues a tirarte un cubo de agua. -Amenazó Brian.

-Hagamos las cosas bien, KayKay, tío Michael vendrá en cinco minutos a buscarte. -Evan me destapó y me levantó pero volví a caer hacia atrás.

-Voy a por el cubo de agua. -Dijo Brian y salió de la habitación, lo que me hizo sentarme de nuevo en la cama.

No quería que me despertaran así. Otra vez.

Me levanté y me vestí mientras Evan me hacía el favor de recoger la cama, porque a las 8 de la mañana no podía pensar ni hacer las cosas bien.

A penas podía vestirme y mi hermano me tuvo que ayudar a poner la sudadera porque me la acababa de poner al revés y me enredé en ella pidiendo ayuda, pues con un brazo enyesado no podía hacer mucho.

A los diez minutos me estaba desayunando un vaso de leche junto al resto de mi familia, mis otros dos hermanos y mi padre, en la cocina.

Al lado del sofá estaban mis dos grandes maletas de viaje, que eran las que me llevaría ahora con tío Michael, pues no sabía cuánto tiempo me quedaría con él.

El timbre sonó y yo me acabé el vaso para ir a la puerta junto a mi familia, abriendo mi padre y viendo a un sonriente tío Michael ahí parado.

Su sonrisa se borró un poco al verme así, con el brazo izquierdo enyesado desde el bíceps hasta mi mano dejando mis dedos al aire, y mi cara golpeada, con un ojo morado, el labio inferior roto y un pómulo hinchado.

-Buenos días. -Fue el saludo predeterminado.

-¿Lista? -Me preguntó en su perfecto inglés y asentí.

No era inútil, sabía hablarlo a pesar de que mi idioma natal fuera el español, pero tenía que empezar a acostumbrarme a usarlo más seguido.

Me di la vuelta y me despedí de mis cuatro hermanos mayores y de mi padre, de quien más me costó despedirme, pues no sabía si vendría mañana de nuevo, a la semana, al mes, a los años, o nunca.

No podía seguir arriesgándome a estar aquí con él rondando mi mismo barrio, así que había tomado la dura decisión de hablar con tío Michael, ahora que estaba de visita, e irme a vivir con él a otro sitio, muy lejos.

Tío Michael llevó una maleta y yo la otra con el brazo que podía mover hasta el taxi donde las metimos en la parte de atrás junto a una suya y nos subimos al vehículo.

Cuando éste arrancó, yo miraba por la ventana hacia mi casa, mi familia estaba despidiéndose de mí, y yo me iba, dejando mi vida atrás para comenzar una nueva a salvo, muy lejos de donde me había criado.

Las lágrimas me las bebía, pero sabía que esto tenía que ser así si quería estar a salvo y segura. Sabía que tenía que irme de aquí o, probablemente, volvería a por mí, y estaba segura que no saldría con vida la próxima vez.

-Sé que es dificil. -Tío Michael puso una mano en mi muslo en señal de apoyo.

-Más difícil es saber el porqué me veo obligada a abandonar a mi familia, mi mejor amiga y mi vida. -Suspiré.

-¿Te despediste de Abigail? -Asentí.

-Ayer estuvimos juntas todo el día y anoche estuvimos hablando por Skype hasta bastante tarde. No podía dormir de los nervios y ella estaba triste también, así que... -Me encogí de hombros.

I hate you, don't leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora