7.

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Abigail lloraba al otro lado de la pantalla y yo me sentía tan impotente de no poder hacer nada, ni abrazarla, ni poder consolarla como quería.

Por muy hermano mío fuera y por mucho que lo quisiera, era un completo capullo con las mujeres solo porque una le había hecho daño anteriormente.

Ahora jugaba con todas sin importarle los sentimientos, aprovechándose de su físico, aunque él siempre dejaba bien claro que solo sería un rato de diversión y ellas aceptaban.

En parte no toda la culpa caía sobre él.

Siempre había alguna que se quedaba con ganas de tener algo más con mi hermano mayor, y Brian era quien me decía a mí que me encargara de dejarle las cosas claras a la chica en cuestión.

Sonará cruel, pero me encantaba decirles las cosas claras en sus caras y ver cómo se enfadaban conmigo hasta el punto de insultarme o llegar a pegarme.

Por suerte para mí y desgracia para ellas, ninguna se llegó a salir con la suya y consiguió llegar a golpearme, pero quizás alguna si se llevó un golpe mío al intentarlo.

Con Abigail no podía ser así de brusca ni mucho menos parecido.

Ella era mi mejor amiga de toda la vida, literal, quien había estado conmigo en todos los momentos malos de mi vida, que por desgracia no eran poco.

No iba a ser así con ella, ni similar, aunque Brian me lo pidiera de rodillas y rogándome.

-No llores, Abi. Me siento inútil desde aquí. -Le dije y ella sollozó.

-Lo siento. -Suspiró. -¿Te puedo contar cómo pasó? -Asentí.

-Claro, aquí estoy para lo que quier... -Una varonil mano puso un teléfono móvil frente a mi cara impidiéndome ver la pantalla.

-Me han dicho que has roto el tuyo y te he comprado uno. -Habló en inglés.

No sabía porqué solo hablaba en español cuando estaba a solas conmigo.

-No necesito que me compres nada. -Le dije en el mismo idioma sin mirarle.

-Cuando es por mi culpa, sí, lo necesitas. -Dejó el teléfono sobre el escritorio, al lado del portátil, y se volvió a sentar en la orilla de la cama por la parte de abajo.

Miré el aparato y, de reojo, lo vi a él. Se había vuelto a sentar, sí, pero sin teléfono móvil y sin nada. Solo estaba ahí, sentado, inclinado hacia adelante y mirándome.

Suspiré y miré de nuevo a Abi, que solo jugaba con el pañuelo, ya sin poder usarse, entre sus manos y una cara bastante triste.

-Abi... -La llamé con voz suave y me miró asintiendo.

-Lo sé, sé lo que me vas a decir. -Suspiró.

-No, tú eres diferente. Eres mi mejor amiga, no puedo tratarte como a las putas de Brian. -Ella sollozó ante mis palabras y yo giré la cabeza al otro lado por lo que había dicho.

Mi mirada chocó contra la de Néstor, que seguía mirándome pero con algo de curiosidad y yo le aparté la mirada hasta la pantalla del ordenador portátil otra vez.

-No te voy a tratar como a las demás, Abigail, no puedo hacer eso contigo. -Suspiró. -Cuéntame, siempre estaré aquí para ti como tú has estado para mí. -La apoyé.

-Todo empezó hace cosa de un año. Nos encontramos en una fiesta, sabes que él y yo nunca nos hemos llevado especialmente bien. -Asentí. -Bien, pero esa noche nos juntamos los dos grupos, el de Brian y el mío, que éramos las de siempre, Angy, Noah y Dany, que sabes que él siempre va con nosotras. -Volví a asentir recordando a mis cuñadas y cuñado. -Bueno, bastante entrada la madrugada comenzamos a besarnos y más tarde, fuimos a su coche. Ya sabrás lo que pasó, y a partir de ahí tuvimos ocasionales encuentros pero eran puramente sexuales. -Hice una mueca de asco y ella rió.

I hate you, don't leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora