32. - Final.

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De vuelta al jardín con los demás, mi padre me llamó con una seña de manos, moviendo el dedo índice indicando que me acercara.

Me acerqué junto a Néstor que, algo abrumado por la conversación que acabábamos de tener, se volvió a sentar en su sitio y yo me quedé al lado de mi progenitor.

-Dime, papá. -Me senté en el reposabrazos de la silla.

-Ya sabes cuáles son las reglas en esta casa, ¿verdad? -Me dijo con seriedad y yo reí.

-Sí, papá. Sé perfectamente cuáles son. -Él asintió.

-Por favor, di la más importante en voz alta para que todos la sepan. -Con un gesto de mano me dio paso para hablar.

-Solo quieres que Néstor la sepa, no que la sepan los demás. -Se encogió de hombros.

-Procede, Kay. -Me volvió a hacer la seña para hablar y suspiré cansada.

-No podemos tener sexo en casa si está papá también en ella o tendremos que limpiar la casa entera de arriba a abajo, desde el sótano hasta los jardines. -Dije con pesadez y todos los chicos comenzaron a reír.

-Ahora te puedes ir a hacer lo que quiera que vayas a hacer. -Mi padre palmeó mi muslo con cariño y me levanté riendo guiñándole un ojo a Néstor para ir con las chicas a bailar.

Angy me tendió mi copa, que antes había dejado en la mesa y, mientras bebíamos, comenzamos a bailar como locas, como si nada nos importara y de hecho, creía que nada nos importaba ya realmente.

De vez en cuando, por la esquina de mi ojo, veía a Néstor mirándome con interés desde su silla, así que intentaba bailar de manera algo más sensual, intentando provocarlo pero siendo sutil.

Movía las caderas de un lado a otro o en círculos, subía la mano por mis piernas hasta mis muslos mirándole, también por mi abdomen y pecho hasta llegar al pelo, donde me lo revolvía mordiéndome el labio sin quitarle la mirada de encima.

Me relamía los labios y le hacía señas con el dedo índice de que se acercara a bailar conmigo, pero él negaba con la cabeza y se reía mirando a mi padre para mirarme de nuevo a mí.

Sabía que conseguía distraerlo cuando carraspeaba aún mirándome, se mordía el labio, me miraba en sitios claves o cuando los chicos tenían que llamar su atención para meterlo en la conversación, lo que me hacía reír.

La noche la pasé así, bailando provocándolo, bebiendo alcohol, cantando en el karaoke, hablando entre todos, con risas por todos lados y siendo, definitivamente, el mejor día 24 de diciembre de toda mi vida.

Pero llegó a su fin y a las 6 de la mañaña ya teníamos todo recogido, colocado o limpio. Angy y Jake se habían ido a su casa y Abigail había desaparecido igual que Brian, así que supuse que estarían juntos.

De cualquier manera, me acabaría enterando de qué había pasado con ellos ya que, mientras yo provocaba a Néstor con los bailes, Angy lo hacía con Jake y Abigail con Brian.

Charlie y Evan habían subido a sus habitaciones a dormir después de haberse despedido de todos y solo quedábamos los chicos, mi padre y yo en la puerta de casa.

-Ve. -Me dijo mi padre y le miré. -Vamos, lo estás deseando. -Sonreí.

-Mañana estará en casa sana y salva. -Dijo Néstor y me agarró de la mano.

-Mientras no le hagas lo que otros, puedes quédatela. -Bromeó mi padre y esa frase no pasó desapercibida por mí.

Néstor pareció no darse cuenta así que opté por ignorarla también. Mi padre estaba muy resentido con John por lo que me había hecho, pero él sabía que Néstor no era así, así que le daba vía libre.

I hate you, don't leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora