31.

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Llegó el momento de la fiesta donde nosotros, mis hermanos, mis amigas y yo, poníamos la música, sacábamos las bebidas alcohólica y, prácticamente, convertíamos el jardín trasero en una privada discoteca al aire libre.

Abigail, Angy y yo fuimos a buscar las bebidas a la cocina, siendo ellas quienes me interrogaban sobre Néstor y yo, emocionada, solo podía decirles lo feliz que me encontraba y todo lo que le quería.

Salimos y ya mis hermanos tenían los altavoces conectados al ordenador portátil para tener reproductor donde poner la música mientras los chicos y mi padre estaban en una mesa hablando.

-Oye, ¿ese no es el vestido que Evan te regaló por tu 18 cumpleaños? -Dijo Angy señalándome de arriba a abajo mientras nos servíamos unas copas.

-El que se hace corto, sí. -Afirmé sirviendo unas también para los chicos.

-¿A qué estás esperando para acortarlo? -Dijo Abigail dándome un pequeño codazo.

-Hace frío. -Disimulé llevando las copas hacia la mesa con ellas.

-No te excuses, nosotras llevamos dos cortos. -Abigail se dio cuenta de mi trampa.

-Vale que ya les he enseñado las cicatrices a los chicos, aunque no de una buena manera, pero no me agrada que se vean, y así se vería la del muslo. -Me sinceré en susurros.

-Kay, no te van a ver como un bicho raro. -Dijo Angy con apoyo.

-Lo sé, lo sé. Es solo que me da vergüenza y no quiero que me miren con compasión o pena. -Murmuré y pusimos las copas frente a los chicos en la mesa, quienes agradecieron.

-Eso tiene fácil solución... -Dijo Abigail con media sonrisa. -¡Evan! -Gritó.

-¡No, Abi, calla! -Exclamé intentando taparle la boca, pero ya era muy tarde, así que solo pude palmear mi frente.

-¡Aquí estoy! -Evan apareció y yo solo miré a los chicos con mirada de fastidio.

-Ayúdame a desnudar a Kay. -Dijo Abi con naturalidad y yo miré a Néstor que había levantado una ceja con media sonrisa.

-Eso está hecho. -Se sonrieron y me miraron.

Evan agarró la tela del vestido y tiró de ella haciéndome dar una vuelta sobre mí misma mientras me agarraba de Abigail para no caer.

El vestido quedó a medio muslo, con mi tatuaje y cicatriz a la vista, así que tiré de la tela hacia abajo pero, al ser algo apretado y tener tirantes, no bajaba más, lo que me fastidiaba.

Carraspeé con la cara ardiendo de rubor e, intentando que me daba igual el hecho de tener ese odioso recuerdo a la vista, los asesiné con la mirada para desaparecer de la vista de todos.

Comencé a caminar hacia la mesa de las bebidas donde estábamos las tres anteriormente oyendo que mis amigas y mi hermano mayor susurraban algo con los chicos, pero me daba igual.

Me serví una copa nueva porque la mía la había dejado en la mesa de los chicos y no quería volver pero, mientras bebía un gran trago, unos brazos me abrazaron por detrás reposando la cabeza en mi hombro.

-No te emborraches. Recuerda que todavía eres una niñata. -Dijo en mi oído con diversión.

-No seas gilipollas. -Me reí aún sin girar, pero él se encargó de dejarme cara a cara.

-Estás muy sexy con el vestido de esa manera. -Agarró mi cintura.

-No mientas, Néstor. -Me reí un poco.

-No miento. No soy el único que lo piensa. -Dijo con celos.

-Josh seguro que lo piensa hasta si me ve vestida de monja. -Reímos.

I hate you, don't leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora