3 años después.
-¡Te he dicho que no tengo tus malditas llaves! -Grité en medio de la sala con los brazos abiertos.
-¡Estaban sobre la mesa de la entrada y ya no están! -Néstor gritó de vuelta.
-¡Son tus cosas, yo qué sé dónde las dejas! -Mi cara comenzaba a estar roja de enfado.
-¡Nadie más en esta casa querría quitarme las llaves, Katie! -Dijo él como si fuera obvio que había sido yo.
-¡Te he dicho que no, y no digas ni nombre, no me gusta cómo suena viniendo de ti! -Bufó pasándose la mano por la cara y la otra apoyada en la cadera.
-Pues ya me dirás cómo quieres que te llame. -Le miré entrecerrando los ojos.
-De ninguna manera. ¡No me lla-mes! -Grité lo último separando las sílabas.
-¡Entonces dame mis malditas llaves, tengo una cita ahora y no quiero llegar tarde! -Exclamó.
Gruñí exasperada y fui hasta la mesa de la entrada. Abrí los cajones, moví algunas fotos que estaban sobre ella e incluso levanté revistas pero no estaban.
Miré en algunas macetas de Mike, tanto dentro como fuera, levanté el casco de mi moto y... ¡Bingo! Ahí estaban las malditas llaves del maldito coche de Néstor.
Las agarré en el aire con una sonrisa y las agité dándome la vuelta para verlo mirándome con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados sobre su pecho.
-¿Ves? Las tenías tú. -Dijo acercándose a mí.
-Si buscaras mejor, sabrías que no, que estaban debajo del casco de mi -me señalé- moto. -Me quitó las llaves de las manos.
-Enhorabuena. Ian te dará tu premio. -Murmuró muy cerca de mi cara.
-Y tú usa protección. No queremos niños correteando por la casa. -Le dije levantando la cabeza, pues mi altura era por su cuello.
-La usaré. -Dijo con un asentimiento y salió de casa.
-¡Gilipollas! -Le grité a la puerta y me giré para ver a los chicos en la barra.
Habían visto toda la escena pero ya estaban acostumbrados a estas situaciones.
Estaba a unos escasos días de cumplir 22 años y, aunque había ido algunas veces a ver a mi familia y a Abigail a Los Ángeles, había decidido quedarme aquí.
A veces pensaba que sería más fácil irme y alejarme del incordio de Néstor, pero seguía sin sentirme segura en mi antiguo hogar, así que los chicos me daban cobijo aquí hasta que quisiera.
Ya iban tres años.
Las pesadillas era cada vez menos frecuentes, aunque todavía tenía alguna, y eso era por el Néstor de noche.
Sí, era como si fueran dos personas totalmente diferentes: El gilipollas de día, el adorable de noche.
Siempre estaba ahí para mí cuando tenía algún mal sueño. Tenía mi teoría de que era bipolar.
Me despertaba cuidadosamente, si yo necesitaba aire y me ponía en la ventana se apoyaba conmigo, me abrazaba, besaba mi frente, me ayudaba a refrescarme en el baño...
¡Incluso me llamaba pequeña, hablábamos en español y habíamos llegado a reír juntos!
Pero después llegaba el amanecer y, como siempre, despertaba sola.
Creía que solo me había despertado junto a él una vez o dos en estos tres años.
Las peleas, discusiones y gritos comenzaban desde el primer momento en el que ambos estábamos juntos a las 8 de la mañana en la cocina o en cualquier espacio que tuviéramos que compartir, menos en nuestra habitación.

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I hate you, don't leave me
Chick-LitKatie es una joven cantante que tiene que mudarse lejos de su familia, de sus amigas y de su vida temporalmente por un problema del pasado, siendo acogida por su tío Michael. Lo que Katie no sabía era que su tío vivía con cuatro hombres más, Matt...