28.

3.2K 224 25
                                    

Estaba a solas con Néstor en una de las habitaciones del propio teatro que nos dejaban usar como especie de camerino para prepararnos.

Él estaba en el sofá mirándome y yo sentada del revés en una silla frente a él mirando al suelo con la cabeza sobre el espaldar de mi asiento.

–Por favor, Néstor, no me hagas daño y dime todo lo que tengas que decirme de una vez. –Le supliqué mirándolo.

–Lo siento. Lo siento tanto, de verdad. Jamás podría odiarte, Katie, jamás. Solo estaba cansado de que tú e Ian tuvieran esa especie de relación tan cercana que me molestaba tanto y nunca supe porqué hasta que me di cuenta del motivo demasiado tarde. –Se levantó acercándose a mí. –Dios, pequeña, perdóname. Tenía que haberte besado cuando tuve mis oportunidades, no sabes lo que me arrepiento de no haberlo hecho. –Tragó un nudo.

»Me estaba volviendo loco por hacerte saber lo que sentía, pero no podía porque me encanta verte enfadada. –Se rió un poco. –Eres tan adorable cuando me insultas. Me encanta, me encantas, Katie. No quería aceptar que estaba comenzando a sentir cosas por ti, por la niñata inmadura que llegó quitándome mi habitación y mi cama, pero a medida que pasaba el tiempo me daba cuenta que no podía vivir sin ti, sobretodo cuando venías unos días aquí y me tocaba dormir solo. Era, y es, un infierno eso. –Suspiró. –Estoy hablando demasiado, ¿verdad? –Negué.

–Sigue, por favor, que vas bien. –Me levanté quedando frente a él.

–Cuando te dije todo aquello me sentí el peor ser de todo el planeta, quería decirte en ese momento lo que me pasaba cuando te veía tan cercana con Ian pero, aunque sé que lo has hecho más veces, algo se negaba a pensar que te había hecho llorar hasta que te vi ese día por mi culpa y no pude decirte lo que quería porque no supe cómo reaccionar al verte de esa forma. –Suspiró.

»Después, cuando te ibas a ir sentí que mi corazón se iba contigo, que me mataba cada paso que dabas alejándote. Cuando bajaste con las maletas un miedo que no había sentido antes se apoderó de mí, te lo juro, jamás había sentido miedo por ver a alguien alejarse de mí o por perder a alguien. –Su labio inferior tembló ligeramente y yo acaricié su mejilla.

»Solo quiero decirte todo lo que nunca me atreví por ser un cobarde, por si me rechazabas, por si ya habías elegido a Ian, por si no sentías lo mismo o no lo sé porque no sabía qué pensar. Quizás por eso me comportaba así contigo por las noches, para demostrarte que no era un gilipollas, y si te pedía perdón antes de dormir, era porque la conciencia de saber que te había hecho pasar un mal rato con la discusión del día y probablemente te había hecho llorar, me mataba. –Tragó un nudo.

–Dime que todo esto que me estás diciendo es porque lo sientes de verdad. Dime que todo esto no es porque te besé antes de irme, Néstor, dímelo y olvidaremos todo lo que ha pasado, por favor. –Le supliqué.

–Todo esto lo siento de verdad y, si me das la oportunidad, lo sentiré toda la vida junto a ti, porque te quiero, pequeña. –Agarró mis mejillas y me besó.

Me sentí extraña porque estaba besándome como tenía que ser, al fin, pero me sentí completa. Sentí que todo lo que había pasado había desaparecido de mi memoria, que nada había ocurrido.

Sentía sus labios sobre los míos con un salado sabor culpa de las lágrimas que ambos estábamos sacando hasta que solo pudimos separarnos y abrazarnos.

Ver a un hombre formal y serio como él, en este estado derrumbado, destruido de esta manera, llorando como un vulnerable niño pequeño, me producía una sensación de extrañeza pero sobretodo de culpabilidad al saber que era por mí.

Después de que ambos nos pudimos calmar, secándonos las lágrimas y ya más tranquilos, más relajados, olvidando lo que había pasado, seguimos en el mismo sitio sentados uno al lado del otro y hablando de estas insufribles casi dos semanas.

I hate you, don't leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora