9.

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Estábamos sentados en el avión que nos llevaría a nuestro destino: Nueva York.

Yo iba sentada al lado de la ventana con Ian a mi derecha, quien iba leyendo un libro, mientras que en los asiento de delante iba Mike hablando con Néstor y detrás de nosotros Josh y Matt discutiendo.

Se pasaban el día así, discutiendo por cosas tontas. Eran como Néstor y yo, pero con mucho menos gritos y menos frecuente.

Aunque, a decir verdad, desde que nos despertamos esta mañana, no habíamos discutido y eso quise asociarlo a que no quería arruinar mi maravilloso viaje de ensueño.

Dejé caer mi cabeza en el hombro de Ian, quien pasó un brazo por detrás de mí, y me puse a ver mis redes sociales o a hablar con mi familia y con Abigail por alguna aplicación social del teléfono móvil.

-Kay, -me llamó Mike y levanté la vista para verlo mirando por ambos asientos delanteros- ¿estás nerviosa? -Sonrió preguntándome lo mismo por trigésima vez.

Sabía que lo estaba y mucho. Ir a Nueva York era un sueño hecho realidad para mí y más yendo en época navideña con todo nevado, luces y adornos en las calles.

-Déjame en paz de una maldita vez, Michael. -Sonreí emocionada.

-Esa boca, niña. -Dijo Néstor buscándome.

-"Esa boca, niña". -Le imité con voz infantil y me pareció oírlo reír de mi acto inmaduro. -Gilipollas. -Murmuré e Ian rió por lo bajo dándome el inicio de que me había oído.

-Tengamos la fiesta en paz, niñata. -Volvió a decir sin voltearse y leyendo una revista de la compañía aérea.

-Al menos podrías tener la decencia de mirarme, que estamos hablando y yo estoy aquí mirando tu asiento intuyendo lo que haces. -Fruncí el ceño.

-Mejor no, gracias, puedes seguir abrazando a tu novio. -Volvió a decir y yo gruñí en susurros por cómo se había referido a Ian.

-Vale. -Me encogí de hombros mirando a Ian cómplice.

-¿Cómo que "vale"? -Se dio la vuelta y ahí sí me miró entre los asientos.

Dejé el teléfono entre mis piernas, para que no se cayera si había alguna turbulencia o movimiento brusco, y quité el brazo de Ian de mi espalda para abrazarlo con los dos míos.

Ian dejó caer la mano en mi muslo, apoyándola ahí, mientras yo me acurrucaba en su brazo mirando a Néstor con una abierta sonrisa que comenzaba a doler en mis mejillas.

Néstor miró la mano en mi pierna con el ceño fruncido, luego a mí y luego a Ian relajando su expresión para volver a mirarme mientras negaba con la cabeza, así que miré yo también a mi acompañante pero solo leía el libro.

-¿Qué gesto le has hecho para que cambiara la expresión, Ian? -Fruncí el ceño y me miró.

-Nada, estaba leyendo. -Me levanté de su hombro, soltando su brazo, y me apoyé en la ventana con los míos cruzados.

-Oh, oh, problemas en el paraíso. -Dijo Néstor burlón.

-Oh, oh, eres un gilipollas. -Le dije en el mismo tono sin mirarlo y oí a Ian suspirar cerrando el libro riendo junto a Néstor.

-¿Te has enfadado, preciosa? -Preguntó Ian suavemente.

-No. -Contesté seca viendo el paisaje debajo de nosotros.

Ian se acercó y besó mi mejilla con dulzura, lo que me llevó a sonreír y mirarlo hacer lo mismo. Tenía una preciosa sonrisa y una cara de niño inocente a la cual era imposible resistirse.

I hate you, don't leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora