14.

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Leí la letra escrita en la pantalla de mi teléfono móvil una y otra vez, dándole diferentes entonaciones mientras me grababa y se las iba pasando a mis hermanos y padre por el grupo que teníamos en conjunto en WhatsApp.

Ya había pasado todo un día desde que mi padre me había mandado la base y había estado centrada en esto a pesar de estar divirtiéndome con los chicos.

Hoy decidimos quedarnos en el apartamento para descansar ya que habíamos estado saliendo durante 7 días haciendo de todo y quisimos tener un día de tranquilidad porque aún nos quedaban tres más.

Estaba acostada boca abajo en la cama de mi habitación provisional con solo una camisa puesta, pues había encendido la calefacción y hacía calor aquí dentro con la puerta cerrada.

Tenía los auriculares puestos aunque sin sonido, pero aún así no oí cuando Néstor entró en la habitación.

Solo sentí la cama hundirse cuando se acostó boca abajo a mi lado y me quitó un auricular para ponérselo él, lo que me sobresaltó.

-¡Dios, qué susto! -Exclamé tirando el móvil en la almohada frente a mí.

-Lo siento. -Sonrió. -¿Por qué estás usando una de mis camisas? -Frunció el ceño mirando la prenda y agarrándola por mi hombro.

-Porque es mi favorita de las que tienes y estoy cansada de las mías o de las de mis hermanos. -Respondí con simpleza retomando el teléfono.

-¿No tienes de Ian? -Dijo con cierto rencor soltando la camisa.

-No, solo tuyas porque están en mi armario. -Le miré.

-En realidad es mi armario, tú te adueñaste de él cuando viniste. -Fruncí el ceño.

-Gilipollas. -Le dije seria.

-Niñata. -Contratacó, relajamos las expresiones y reímos.

-Ya he escrito la canción. -Enrollé los auriculares en el teléfono.

-¿No me dejarás oírla? -Negué poniendo el móvil sobre la almohada.

-La oirás en su momento, si es que decidimos sacar ésta en el próximo disco. -Se rió y me acosté boca arriba.

-Oye, pequeña... -Le miré para que siguiera hablando pero no lo hacía.

Se había sentado en la orilla de la cama con una mano hacia atrás, un poco inclinado, y miraba mis piernas desnudas con el ceño fruncido, hasta había levantado la mano para tocarme, lo que me hizo fruncir el ceño a mí.

-¿Qué pasa? -Me estremecí y jadeé en sorpresa al sentir el frío contacto de la yema de sus dedos en el interior caliente de mi muslo izquierdo.

-¿Qué te pasó ahí? -Me levanté de golpe según hizo esa pregunta.

-Pues... Eh... Yo... Era... Era pequeña... Sí... -Tragué saliva duramente. -Tendría como cinco años, y eh... -Jugué con las manos frente a mi abdomen. -Me caí en la bicicleta y... Ya sabes, me hice una herida con la cadena pero más tarde... Ahora... Eso. Es una cicatriz. -Inventé sobre la marcha articulando con las manos para hacerlo más creíble.

-Tuvo que haber dolido si eras muy pequeña, ¿eh? -Carraspeé y asentí a su ironía. -No me mientas. -Suspiré y me senté en la cama otra vez.

-No quiero hablar sobre ello. -Mi labio inferior comenzó a temblar y él acarició mi mejilla pasando el dedo pulgar por él.

-Está bien, solo te hice una pregunta, si no querías responder me hubieras dicho que no querías y ya está. -Asentí y medio sonrió.

-Lo siento. -Se encogió de hombros.

I hate you, don't leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora