19.

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Se repetía la rutina como si nunca nos hubiéramos ido de viaje a Nueva York, como si Néstor y yo nunca hubiéramos mejorado en cuanto a discusiones.

Según me levanté esta mañana, estaba sola en la habitación, como siempre, me duché, me cambié por algo casual y bajé a la cocina, como hacía todas las mañanas.

Cuando llegué, sí, Néstor y yo discutimos porque me había bebido todo el bote de la leche y no le dejé un poco para echarse en el café.

Tan normal.

Lo extrañaba.

-¡Pues ve a comprar! -Le exclamé con obviedad agitando el bote vacío y tirándolo a la basura.

-No hubiera tenido que ir si no te la hubieras bebido. -Se puso una chaqueta.

-Venga, que así haces ejercicio porque te vas a poner gordo. -Le dije burlona y él bufó.

-Y tú si sigues comiendo porquerías también te vas a poner gorda. -Me dijo sonriendo antes de salir de la cocina.

-¡Yo hago deporte con Josh y Matt! -Exclamé para que me oyera desde su posición en la sala.

-¡Necesitas hacer más! -Abrí la boca indignada y fruncí el ceño con su contestación.

¿Me estaba llamando gorda?

-¡Gilipollas! -Le grité.

-¡Niñata! -Se oyó en respuesta seguido de la puerta de casa cerrándose.

-Hogar dulce hogar. -Dijo Josh sonriendo.

-Mierda, cuánto extrañaba todo esto. -Murmuré sentándome frente a él en la barra de la cocina.

-Yo también, nena, yo también. -Respondió Josh riendo.

-Buenos días. -Ian apareció y besó mi mejilla tiernamente. Le devolvimos el saludo.

-Ian, ¿me ayudarás a decorar la casa para navidad después de comer? -Le pregunté y asintió preparándose un café.

-¡Por supuesto! Me encanta decorarla contigo. -Sonreímos. -Por cierto, ¿no hay leche? -Rodé los ojos y Josh rió.

(...)

Cantamos canciones de navidad con los suéters de punto puestos, yo llevaba una diadema con orejas de reno e Ian un gorro de navidad con luces pero la bola se le metía en el ojo y me reía de él.

Estábamos decorando las paredes así que Ian se agachó, me senté en sus hombros y coloqué unos cuantos adornos en forma de estrella en la pared mientras él me sujetaba los muslos.

Se alejó un poco para ver cómo había quedado y ambos ladeamos la cabeza hacia el mismo lado para admirar nuestro trabajo en equipo.

Ian miró hacia arriba y yo miré hacia abajo dando el visto bueno a la decoración, reímos y me bajó lentamente para que no me cayera.

Los demás estaban en los sofás tomándose unos chocolates y hablando de cualquier cosa que no había oído por estar demasiado ocupada.

-Kay, tu padre está al teléfono. -Me avisó Mike, me acerqué y puse el altavoz poniendo el teléfono sobre la chimenea.

-¡Hola, papá! -Exclamé colgando unos adornos más en la pared al lado de donde estaba el teléfono.

-Hola, cariño. ¡Cuánta alegría tienes! -Me reí.

-Estoy decorando la casa con Ian, aunque por ahora solo tenemos por la sala. -Me levanté el suéter por la parte del abdomen y me limpié la frente con la tela, ya que estaba sudando.

I hate you, don't leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora