26.

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Al día siguiente del concierto, todo el mundo hablaba de mi desahogo y especulaba quién podría ser el hombre del que hablaba, ya que en ningún momento dije su nombre.

Ni siquiera había dicho quién era mi tío, así que todos empezaban a investigar a los cinco hombres, hasta a Michael, y eso último me llegaba a hacer gracia.

Había entrado de nuevo en mis redes sociales viendo que ya no habían tantas cosas negativas, aunque siempre había alguna, la mayoría era diciendo lo bonito que fue lo que dije ayer.

Algunas personas me pedían perdón por haberme insultado o amenazado diciendo que no sabían que yo sentía algo así, tan fuerte, por alguno de los chicos y otras personas me apoyaban.

También había quien directamente me preguntaba quién era el hombre al que había confesado mis sentimientos públicamente, pero no respondía a eso porque no quería que se supiera o al menos no todavía.

Confesaba que quizá también me había pasado por las redes sociales de los chicos, hasta por las de Néstor, pero no había puesto nada así que nadie lo relacionaba conmigo.

Sabía que él no era como Josh o Mike, que compartían casi todo en sus redes sociales. A Néstor no le gustaba eso, ni siquiera entraba habitualmente.

Cuando entraba cada dos semanas, si era que entraba, solo ponía cosas muy puntuales o profesionales, por eso nadie sabía que era él.

De verdad que, lo único que pasó por mi mente en el concierto, fue en que necesitaba sacar todo lo que tenía dentro, todo lo que sentía, lo que quería y que, probablemente, él estaría escuchándome.

Lo confirmé cuando supe que Mike había visto el concierto, ya que fue televisado por varios canales de la televisión y alguno de radio.

Sí, sabía que lo había visto porque me había llamado y, esta vez, había atendido.

No mentía si decía que había atendido deseando que fuera Néstor, pero no, porque desde anoche, no había recibido ni mensaje ni llamada suya.

Eso me asustaba porque entonces, mis sospechas de que él solo se disculpaba porque yo le había besado, eran ciertas, y yo no quería que fueran ciertas, yo quería que realmente lo sintiera.

Mañana ya era 24 de diciembre pero teníamos otro concierto, esta vez en acústico, más calmado y privado, por la mañana y ahora estábamos ensayando las canciones que cantaríamos.

Cuando hicimos un descanso del ensayo, que no estaba durando mucho, salí de la sala donde estaba estudio donde ensayábamos y me senté en la terraza abierta, que no tenía bonitas vistas, pero al menos corría el aire.

Me saqué un cigarro y me lo encendí poniéndomelo en la boca porque había comenzado a fumar el mismo día que volví y fui a casa de Abigail, ya que ella fumaba y quise probar para desahogarme.

Tenía el teléfono en una mano dándole vueltas sobre la mesa blanca, que estaba en medio de la terraza, y un cigarro se consumía entre los dedos de la otra.

Desbloqueé el teléfono, abrí la agenda, busqué el contacto con su nombre y moví el dedo pulgar entre el botón de "llamar" o el de "salir", dudosa y deseosa de hacer algo que no sabía que era porque no sabía lo que quería.

En realidad sí lo sabía porque le quería a él y nada más que a él. Quería oír su voz llamándome "niñata" por el día y "pequeña" por la noche, quería sus abrazos y sus besos en la frente.

Pero también quería estar lejos de él, que no me estuviera buscando para discutir porque ya no quería discutir con él, quería odiarlo como sabía que él me odiaba a mí pero no podía hacer eso.

Yo nunca podría odiarlo.

Cuando iba a pulsar el botón de "salir", una llamada entrante con su número y nombre aparecieron en la pantalla junto a una foto de ambos, una que nos sacamos en el mirador y en la que ambos sonreíamos a la cámara con dos abiertas sonrisas.

Mi corazón iba a una velocidad casi inhumana, mi respiración intentaba ser constante y pensaba que iba a vomitar con todas esas cosquillas que revoloteaban en mi estómago solo de leer la palabra "gilipollas", porque así era como lo tenía agregado.

Ahora mi dedo dudaba entre el botón de descolgar o el de colgar, moviéndose rápidamente entre ambos y, antes de que la llamada se cortara, cerré los ojos llevándome el aparato al oído después de haber deslizado el color verde.

-¿Diga? -Respondí dejando caer la ceniza restante del cigarro en un cenicero.

No se oía respuesta pero sabía que él estaba ahí, al otro lado, porque se oía su respiración irregular pegada al auricular, como si estuviera sorprendido o nervioso, quizás al igual que yo.

-Has respondido. -Dijo finalmente.

-Sí. -Carraspeé.

Tenía una gran lucha interna entre mi mente y mi sentimientos, pues quería gritarle que dejara de llamarme o mensajearme pero quería decirle que le quería y que le quería a mi lado.

-No pensé que fueras a responder después de casi dos semanas. -Suspiró.

Su voz se oía diferente, no era fuerte como normalmente se oía, más bien era débil y hablaba en suaves susurros que me partían el corazón en mil pedazos.

-Yo tampoco pensé en responderte. -Me sinceré.

-Quería decirte que... -Empezó a hablar pero mi padre habló a mis espaldas diciendo que volvíamos a ensayar.

-Me tengo que ir. -Colgué el teléfono rápidamente. -Gilipollas... -murmuré mirando la pantalla- ...te quiero. -La pantalla se iba apagando a medida que pasaban los segundos y quedó completamente oscura.

Apreté el teléfono en mi puño y lo volví a guardar en el bolsillo de mi pantalón vaquero mientras apagaba el cigarro y me levantaba para volver.

Según entré al estudio, vi a mis hermanos sentados haciendo un círculo y a mi padre por fuera de éste, de pie con los brazos cruzados, todos esperando por mí.

Me llevé las manos a la cara y comencé a llorar sintiendo que mi padre me abrazaba. Él me consolaba hasta dejar que me desahogara del todo, calmándome y pudiendo hablar.

-Me ha llamado y descolgué. -Dije sollozando. -Quiero volver. -Agarré la camisa de mi padre. -Quiero volver con Néstor, papá. -Lloré como una niña pequeña.

-No puedes irte ahora, Kay. La banda, el álbum ya está lanzado. Vamos a empezar a hacer firmas de discos más seguido, no puedes... -Me abrazó más fuerte.

-Mañana por la tarde, te irás. -Dijo Evan a mis espaldas.

-Evan... -Mi padre comenzó, pero dejó de hablar. -Oh, vale. Está bien. -Asintió y pensé que mi hermano acababa de hacerle alguna seña.

Me daba igual que Evan le hubiera hecho una seña para hacerme creer que mañana me iría aunque en realidad no fuera a pasar porque, aunque ellos no lo supieran, sí me iba a ir.

Después del concierto de mañana por la mañana, dejaría las maletas preparadas, o me iría con lo puesto, llegaría al aeropuerto y tomaría el primer vuelo que saliera.

No podía seguir viviendo así más tiempo, básicamente porque no quería seguir viviendo así más tiempo. Tenía que hablar con él, escuchar lo que tuviera que decirme y que volviera a decirme que me odiaba.

Si me lo volvía a decir, estaría claro que me iría para no volver y jamás volvería a molestarle para nada, pero tenía que verlo una última vez antes de que eso pasara.

I hate you, don't leave meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora