28: MACO

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El haber estado revolcándome sobre mi cama, moviéndome de un lado a otro sin poder conciliar el sueño a esas horas debido a lo que ahora se refiere, mi vida sentimental, e idear tantas cosas que podría hacer a su lado, me cobran factura ahora que escucho los golpeteos fuertes que alguien da a mi puerta. Abro los ojos, aún cansada y con ganas de no levantarme, que el sueño no ha sido suficiente, porque dormir unas cinco horas aproximadamente, más cuando en esta semana me la he pasado madrugando tanto en la decisión como en mis trabajos de universidad.

A regañadientes, y por el constante ruido del otro lado de mi habitación, abro la puerta, viendo a Rita.

- ¡Dormilona! Baja de una vez para que desayunes, papá está molesto porque no estás en la mesa, y más, cuando lo has invitado.

- ¿Invitado? ¿Invitado a quién? -Rita me mira molesta, bufa y se da media vuelta.

- Baja de una vez, te está esperando desde hace media hora.

¿Esperándome? ¿De quién habla?

Froto mis ojos, aún sigo algo ida debido a que no he despertado como se debe. Tomo mi celular, veo la hora: 8:37 a.m. ¿Debería dormir hasta que sean las nueve? No, mi padre se molestará y de seguro no me dará algo de dinero cuando quiera salir con Ji Ho.

Bostezo, sentada en la orilla de mi cama, observando mis pies. Me estiro, y al terminar, observo el anillo resplandeciente gracias a la luminosidad de los rayos del sol que caen sobre ella, al momento de abrir las cortinas. Un día soleado y hermoso, como lo predije.

Me cambio de ropa, y bajo las escaleras para poder ir al baño. Escucho risas en el otro salón, lo cual es algo extraño, pero no le doy importancia. Una vez terminado mi aseo personal, salgo de la misma y camino, ya un poco más animada y despierta, hasta el comedor.

- Buenos días, bella durmiente, creí que jamás despertarías. ¿Esperabas el beso de tu príncipe azul coreano? -susurra Gab en mi oído apenas me siento a su costado. Lo miro y sonrío burlonamente.

- Madison, ¿por qué has bajado tan tarde? -pregunta mi padre seriamente. No es una persona con un malhumor al despertar, pero lo que le molesta es que no estén en la mesa todos, en especial cuando en el desayuno es, quizás, la única vez donde todos coincidimos, y más, cuando Gab está con nosotros. Voy a contestar poniéndole de excusa algún estudio, pero me interrumpe- debiste habernos avisado que habías invitado a alguien a casa a tempranas horas, así podíamos haber dado una mejor impresión.

- ¿Yo? ¿Invitado a alguien? ¿De qué hablas papá? Yo no...

- ¡Oh! Cuidado, yo te ayudo. -mi madre se levanta y camina pasando de mí, a lo que me extraño. Giro mi cabeza para ver a quién le está ayudando.

- No se preocupe, puedo solo, he aprendido a hacer este tipos de cosas. Tengan, sírvanse, espero les guste.

- Juan, eres tan atento. Chicos como tú deberían haber más en la sociedad, emprendedores y que ayuden en casa, no como el vago de Gabriel que sólo se llena el buche.

- ¡Hey! Que trabajo lejos y les doy dinero. -Gab hace puchero, pero ríe ante el comentario, levantándose y dejando su asiento vacío para que el invitado pueda sentarse a mi lado.

- ¿Juan? -mi mente entra en conflicto otra vez. No sé si debo reprocharle el haber aparecido de esa forma en mi casa, sin avisarme y encima, mentir con que supuestamente yo le había invitado a desayunar. O reírme por cómo mi madre le ha llamado por su nombre en español. Decido por lo segundo, lo primero ya se lo haría saber cuando estemos solos- te dije que vinieras a las diez de la mañana, no a las ocho.

- Me desperté temprano y quise ayudar en algo. Come, los huevos con salchicha están en su punto. -me sonríe, para luego tomar un pan y echar lo mencionado dentro de ésta. Me los hace llegar, a lo que le agarro dándole una sonrisa falsa pero asesina.

¡NO ME TRATES COMO FAN!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora