31: ...POR SIEMPRE...

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Abro los ojos después de haber tomado una siesta, una demasiado buena donde aquel extraño pero emocionante sueño donde Ji Ho y yo nos entregábamos sin pudor se sentía muy, pero muy real. Sonrío al recordar ciertas escenas, revolviéndome sobre la cama.

Escucho un gruñido detrás mío, por lo que volteo despacio y al verlo, me doy cuenta que aquel sueño dejó de serlo hace mucho. Que ahora es verdad, que ha pasado, y no sólo una, sino muchas veces desde aquel día en que ambos nos atrevimos a "intentarlo". Terminó siendo divertido al final cuando, después de toda la acción, llegó la reacción, y esa fue, de mi parte, una vergüenza tremenda, y de la suya, una risa maquiavélica al notarme de ese modo. Habíamos al fin calmado esas ansias de poseernos no sólo con mordidas, succiones o besos en cada parte del cuerpo, sino con algo que diera un valor más significativo a nuestra relación que, aunque aquel día habíamos cumplido siete meses, nosotros lo sentíamos como si fueran años. Desde entonces, lo nuestro cambió de muchas maneras, como por ejemplo, el trato.

Ya que vivía prácticamente conmigo, mientras veíamos algún programa o película ya sea en mi habitación o en la sala, siempre, pero siempre, metía una mano bajo mi polo o la prenda que usara en ese momento, acariciando mi piel, poniéndome tensa y con ganas de tener más que sólo caricias. Ji Ho sabía cómo prenderme, cómo volverme loca con un simple susurro, un beso en la zona indicada o una caricia tentadora, y yo, no podía negarme a algo que nuestros cuerpos exigía como derecho propio.

Otra de las cosas es que, cuando estábamos solos en casa, le gustaba molestarme, muy aparte de ayudar, así como besarme con pasión sujetando mi trasero con ambas manos. Sí, demasiado atrevido pero... era Ji Ho, ¿qué esperaba? No era un completo pervertido, pero me gustaba el hecho de que era inocente y tierno, sin dejar su osadía ni picardía de lado. Sí, me acostumbré de manera rápida y casi obligada a ese Ji Ho oculto que aún no sé si despertó después de que lo hicimos, o quizás siempre estuvo oculto esperando el día en que saliera por completo. Como sea, me agrada, me gusta y me atrae. Lo amo en cada faceta suya, lo amo con cada atrevimiento y con cada momento tierno que me ofrece, tanto como él me ama en las mismas facetas.

Poso mi mano sobre su rostro que aun muestra a un Ji Ho durmiente, un hermoso príncipe recostado abrazándome fuerte, como si no quisiera soltarme, como si quisiera aprisionarme por siempre en sus brazos para poder estar juntos. Sonrío levemente mientras dejo por unos momentos apreciar mis ojos con esa belleza tan única que tiene. Sus ojos rasgados hechos curva con sus esquinas levantas, sus cejas pobladas, su nariz grande pero perfecta para su rostro, sus labios entreabiertos, viendo cómo el inferior tiembla un poco mientras reniega, quizás porque quiere conciliar el sueño otra vez pero no puede pero, aun así, no quiere abrir los ojos. Su ceño se frunce al igual que sus ojos, para luego abrirlos lentamente y éstos, al verme, vuelven a desaparecer dejándome una sonrisa de ojos, con la misma línea curva que sus labios me muestran. Sonrío también mientras me acurruco en su pecho, para sentir como su respiración se vuelve pesada al momento de dejarle el aroma de mi cabello entrar por sus fosas a presión. Mis dedos pasean por su brazo desnudo, al igual que por su espalda, casi al mismo tiempo en que su brazo se eleva para acariciarme el cabello, dejando enredar sus dedos con el mismo, dándome un temblor propio de aquel gesto tierno. Levanto mi cabeza y muerdo su mentón, a lo que se queja agachando su rostro para morder mi nariz. Ambos reímos para luego besarnos con cariño y amor.

- Deberíamos irnos de una vez, tenemos que hacer las maletas. -le digo mientras acaricio su rostro, pasando mi pulgar suavemente sobre su labio inferior, con mis ojos directamente observando los suyos.

- Sí. Mañana el vuelo sale en la madrugada, así que tenemos que estar desde temprano. ¡Ah! Si vas a llevar presentes para los chicos, será mejor que lo compres ahora. -posa sus labios sobre mi frente, a lo que sonrío.

¡NO ME TRATES COMO FAN!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora