Comprometida

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Sentí que los ojos me picaban por aquellas lágrimas que deseaba dejar salir, pero que jamás saldrían, por que mi condición no me lo permitía. Carlisle me tomo por los hombros y a pesar de que me rehusé me separo con lentitud de el.
Me quedo viendo directo a los ojos y parecía estar analizándome, me veía directo a los ojos y su rostro parecía triste, me tenia lastima. Debía verme muy mal, como para que el me observara de esa manera.
-¿Qué hace usted aquí? -me pregunto, pero como podía responderle. Ni siquiera yo sabia que era lo que hacia en ese sitio.
-Carlisle no me pidas que conteste aquello -le pedí, y el pareció aun mas sorprendido. Me soltó los hombros y se separo de mí, solo dos pasos.
-¿Cómo sabe usted mi nombre? -pregunto, y yo rodé mis ojos. Me daba cuenta de que yo no era la única confundida, eso estaba bastante claro. Su vista bajo y recorrió mi cuerpo, sabia que seguro se preguntaba de donde había sacado mis ropas. Bien, yo le podía preguntar lo mismo.
Aunque considerando la forma en la que las demás personas se veían, aquí la rara era yo.
-¿como explicarte? -Empecé -si ni siquiera yo, se por que estoy aquí -me di la vuelta y camine de vuelta a la ventana, me quede observando a las personas de nuevo y la contrariedad se apodero otra vez de mi.
-el color de sus ojos me dice que usted no es mala señorita -dijo -por lo que estoy dispuesto a darle la oportunidad de explicarse.
¿Por donde empezar?, me pregunte.
-Carlisle... no se lo que paso -solté mientras daba un golpe al marco de la venta, casi se rompe
- lo mataron a el... -le conté y el me vio con profunda tristeza -perdí a Edward, los perdí a ustedes... -el me vio con confusión.
-¿como que nos perdió? -Pregunto -me esta incluyendo en su frase, y a otros mas...
-los Vulturis -murmure y algo dentro de el, pareció hacer "clic" -ahora entiendes un poco
-ellos le hicieron algo a usted... ¿a su esposo? -pregunto mientras se acercaba -pero que tengo que ver yo en todo esto señorita -aun no comprendía nada, me exaspere.
-¡Deja de llamarme señorita, soy Isabella...! -el pareció sorprendido por mi reacción -soy bella Cullen -le conté y su ceño se frunció. Me miro con una ceja alzada y pareció estarse debatiendo internamente sicoanalizándome.
-Carlisle... no me hagas tus chequeos médicos, no estoy loca -solté y el pareció sorprendido por lo que acaba de decir, sonreí por un momento -no era la primera vez que me mirabas con esa expresión.
Cada vez que me analizaba, o intentaba saber algo de mi, me miraba fijo y alzaba una ceja.
-¿Cómo es que usted?... Señorita -empezó - le pido me cuente todo lo que ha ocurrido y que tienen que ver los Vulturis en todo esto
Me tarde la noche y la mañana entera contándole de nuestra familia, de la forma en la que el los había salvado, de que yo era la esposa de su hijo mayor, por llamarle de alguna manera. Y que los Vulturis habían acabado con nosotros, con nuestra forma de vida, con todo lo que habíamos construido.
-señorita... -empezó pero al ver mi expresión, rectifico -de acuerdo Isabella... esto que usted me cuenta es realmente difícil de creer...
-por favor Carlisle...somos inmortales y vampiros... ¿dime si no me crees?
Le conté de mis últimos momentos en aquella realidad que ya no existía, el momento en el que mataron a Edward y el se entristeció. No lo conocía pero con lo que le había contado pareciese que Carlisle ya le quería, y de cómo me habían quitado a mi hija.
-concebiste por ser humana... -comento en un momento, anotando mentalmente. Para el eso era interesante, una nueva información, para su enciclopedia mental.
-si, pero la perdí... lo perdí todo -solté -Lilian hiso esto, ahora estoy segura
-¿que fue lo que ella te dijo antes de todo esto?
-fue algo como que me estaba dando un regalo, que estaba en mis manos cambiar las cosas... que solo yo era capaz de... -en ese instante supe lo que ella había pretendido, me estaba dando la oportunidad de verlo de nuevo. De estar con mi Edward. De cambiar las cosas
Salte de mi lugar y una pequeña sonrisa se extendió por mi rostro. Seria capaz de volver va verlo, tenerlo conmigo de nuevo. Tenía la oportunidad de estar con el amor de mi existencia.
-tu aun no lo conoces...eso quiere decir que el debe de estar vivo -Carlisle sabia a lo que me refería y al verme mejor el también sonrió -¿Qué día es Carlisle?
-27 de octubre de 1889 -dijo tranquilo y mi expresión se altero un poco
-vaya que se le paso al mano -dije al recordar a Lilian, Carlisle me vio sin entender -Edward aun no a nacido, tendré que esperar un año y medio para eso, y otros diecisiete para poder acercarme a el... -dije un poco melancólica, no sabia como iba a poder esperar.
¿Cómo iba a soportar su ausencia?
-y... ¿Qué vas a hacer hasta ese momento querida? -me pregunto en un tono amable.
-no me puedo ir, tarde o temprano tu camino, me llevara a el -lo vi con ojos suplicantes -por favor, déjame quedarme a tu lado, quiero estar por lo menos con alguien conocido, con alguien de mi familia
Su expresión se hiso mas amable, mas benévola, y asintió y de nuevo lo abrase, profundamente feliz de tener a alguien.
-así que serás mi hija... -soltó mientras pasaba sus manos por mis cabellos y yo asentí en su pecho, refugiándome en el.

*Carlisle*
Isabella Cullen. Su repentina llegada había cambiado muchas cosas entre ellas mi soledad. Era una niña difícil, pero a la vez amable, dulce, cariñosa, y fiel a los seres que ella ama. En verdad la quería como una hija.
Todas las noches se sentaba conmigo en la sala de la casa y me cuenta de cómo conoció a Edward, aquel que seria mi hijo más querido según lo que me había contado.
Me conto de Esme, ella seria mi pareja y Rosalie, Emmett, Jasper, y Alice. Insistía en que no seria divertido si me lo dijera todo de ellos. Así que solo me adelantaba cositas de su personalidad.
Lo tenas de rose, como ella le decía. Lo divertido de Emmett, la hiperactividad de Alice y lo complicado que Jasper podía ser.
Con el pasar del tiempo nos tuvimos que mudar y ella venia conmigo, no podía pasar como mi hija, así que siempre era una sobrina.
Solo charlaba conmigo, y normalmente se encerraba en su alcoba. Sabía que a pesar de que tenia esperanza, ella no era feliz. Su realidad era muy triste.
Lo único que ella esperaba y contaba las horas para ello, era reencontrarse con Edward. La forma en la que hablaba de el, atesorando cada recuerdo me hacia sonreír.
Me gustaba saber que existía ese tipo de amor tan puro y eterno. Ese tipo de amor que ni la muerte puede derrotar.
El 20 de junio de 1901 fue el día que contra todo pronóstico vi bailar a bella. Decía que ese día había nacido el amor de su existencia, y que solo debía esperar un poco mas, solo un poco mas.
Durante esa época deje a bella en Londres diciéndole que no iría muy lejos y que no tardaría en volver, pero la verdad es que volví a los estados unidos, a chicago.
Busque por toda la ciudad a la familia Masen y efectivamente ellos acababan de tener a su primer hijo, un barón, al que llamaron Edward Anthony Masen.
Mientras estuve ahí me hice amigo del director del hospital, y también del director del banco, es decir el señor Masen.
-sabe usted que yo tengo una sobrina recién nacida... calculo que debe tener los mismos meses que su hijo -comente como quien no quiere la cosa, una tarde en la que estábamos charlando.
-no sabia que tuviera hermanos...
-si, tengo una hermano menor... -mentí -seria divertido, o perfecto si uniéramos nuestras familias... ¿no cree? -le pregunte y una sonrisa se extendió por el rostro de Edward Masen.
-¿Qué pensara su hermano de comprometer a su hija desde tan pequeña? -Pregunto -después de todo su familia es muy respetable
-estoy seguro de que el estará complacida de que halla conseguido un prospecto tan bueno para nuestra pequeña Isabella Marie.
El señor Masen agrando su sonrisa, y estrecho mi mano.
-entonces esta decidido mi hijo Edward Anthony Masen queda desde este momento comprometido con Isabella Cullen
Después de eso volví triunfal a Londres. No le conté nada a bella, pero sin embargo el señor Masen y yo hemos estado en contacto por cartas. Y dentro de unos años todo quedara listo para mi querida sobrina.
¿Por qué me preocupaba tanto por ella?
Todo era por un cuadro. Y es que....
Como toda señorita de su casa y para que la gente no hablara tuve que hacer que bella aprendiera las cosas que una señorita debía saber.
Aprendió a tocar el piano y a pintar. Pero entre los dos prefería la pintura. Se pasaba horas dentro de su alcoba con lienzo y pinturas. Y su habitación tenía una decoración definida.
Un gran cuadro en el que estaba yo, a mi lado la más hermosa mujer que haya visto de cabellos miel y rostro en forma de corazón, una joven rubia y hermosa abrasada a un joven musculoso de cabellos oscuros. Una muchacha de baja estatura junto a un joven rubio bastante serio, y a la izquierda bella del brazo de un joven sonriente de cabellos cobrizos y una niña pequeña, hermosa en sus brazos.
-¿ella es Reneesme? -pregunte y ella soltó un gemido de dolor, y su rostro se descompuso.
Sabía que era imposible que algún día pudiera llegar a entender el dolor de Isabella. Me era imposible. Ella había conocido la felicidad, ella había tenido el amor, y una hija que no podría volver.
Me acerque a ella y la rodee en un fuerte abrazo.
Ahora bella era vampiro, por lo que a pesar de volver a encontrarse con Edward jamás podrían concebir a aquella pequeña. En ese momento odie a los Vulturis por que mi condición me lo exigía, por que con bella a mi lado y observando aquella pintura me di cuenta de que ellos también me habían quitado algo que era mío. Y pagarían por ello. Y en mis manos estaba lograr que esta niña vuelva a ser feliz.

Isabella CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora