DESTINO

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Estaba empezando a considerar la idea de decirle a mi familia, que yo conocía el aroma del vampiro que habíamos percibido últimamente. Pero no quería preocuparlos, sobre todo por lo exageradamente sobreprotector que podía ser mi Edward.
El reloj del salón marco exactamente las doce de la noche, y se respiraba un ambiente de paz excesivo. Pero eso me intranquilizaba, ya que era como la paz que se siente antes de la tormenta. Carlisle tenía que llegar en cualquier momento. Esme había salido a cazar junto a Edward, y como siempre yo había preferido quedarme en casa.
Me pasee incomoda en la habitación blanca. Revisando con cuidado cada uno de los libros de la estantería. El piano de Edward. La gran pintura de mi familia. Mi hija.
Decidí que seria bueno darle un retoque al cuadro, ya que estaba empezando a perder brillo.
El golpe de la ventana contra la pared de la habitación de Carlisle fue la que me saco de mis pensamientos. Corrí directo a aquel sitio y sentí una sensación parecida al deja'vu. Carlisle deposito con cuidado a Rosalie con cuidado en la cama. Algo que me recordó a cuando trajo a Esme. Solo que Rosalie no estaba tan grave como lo estuvo Esme.
-no llegue a tiempo... la habían golpeado, y uno de ellos ya había abusado de ella... -me conto -los otro cuatro salieron espantados al darse cuenta de que había alguien mas, seguramente no querían que vieran quienes eran.
Vi a Rosalie, y tenia el cuerpo lastimado. Su vestido rasgado, el rostro marcado y la mirada perdida en algún punto en la pared. Como si de pronto la luz se hubiera escapado de los mismos.
Al parecer este era el destino de rose, ya que a pesar de todo no la pudimos ayudar a tiempo.
-esta grave... pero sus heridas físicas sanaran... con el tiempo -dijo Carlisle, mientras empezaba a pasar alcohol para desinfectar sus heridas. Ella no gimió, ni lloro. Se mantenía con la mirada perdida. Sin salir de su estado de sopor.
Media hora después llegaron Esme y Edward.
Esme corrió a acomodarse junto a Rosalie, mientras empezaba a pasar con cuidado sus manos por sus cabellos.
-bella... ¿te molesta si tomo uno de tus vestidos? -me pregunto
-no, por supuesto que no... toma lo que necesites... -dije, sin moverme de mi sitio. Edward rodeo mi cintura con cuidado, y beso mi mejilla.
-nada de esto es tu culpa... ¿lo sabes? -pregunto, y yo sonreí tristemente.
-aun pudiendo evitarlo, no fui de demasiada ayuda -solté
-bella no te castigues de esta manera... si no fuera por ti Rosalie hubiera sido violada por todos esos hombres, y no solo eso, si no que ahora estaría condenada a una vida eterna y por lo que nos has contado, eso no era algo de su agrado -dijo Carlisle, mientras volvía a poner sus instrumentos en el maletín.
Me abrase un poco más a mi esposo, y luego ayude a Esme a vestir a Rosalie con un camisón para que pudiera descansar. Ella tenía los ojos abiertos, pero casi no parpadeaba, ni hablaba. No sabíamos si era consiente de lo que ocurría a su alrededor. Carlisle decía que era normal, que era algo que pasaría en unas horas o días. Dependiendo de su fortaleza.
Entonces supe que Rosalie superaría esto, por que al pensar en rose lo que venía a mi mente era la imagen de una mujer fuerte, y de buen corazón.
A la mañana siguiente, ella seguía descansando y nosotros nos habíamos reunido en el salón principal de nuestra casa.
-ya empezaron con la búsqueda..., su familia la a declarado desaparecida -nos conto Carlisle.
-hasta el cobarde de Royce King esta participando, para esconderse -escupió Edward -¡maldito!
-tienen una idea cercana de quien de ellos fue el que le hiso ese daño... -pregunte, y todos volteamos a ver a mi esposo.
-no he podido verlo, la mente de esos hombres gira en muchas ideas, bastante confusas; culpabilidad, arrepentimiento y miedo... miedo de que descubran lo que estuvieron a punto de hacer
Esme y yo bufamos, y seguro empezamos a compartir el mismo sentimiento de asco y compasión hacia rose.
La situación de Rosalie no cambio durante el trascurso de las siguientes dos semanas. Esme se encargaba de alimentarla, si es que lograba hacerlo, ya que ella se rehusaba a comer. Parecía completamente abstraída y fuera de este mundo.
-sus pensamientos son extraños... mas que conjunto de ideas, es un solo recuerdo que repite una y otra vez -me dijo Edward una tarde en la que ambos estábamos en el cuarto blanco.
-se esta torturando... aun no lo acepta... o no lo entiende -empecé a decir, pero Edward me interrumpió.
-ella quiere dejar ese estado, pero las imágenes se repiten, es como una pesadilla eterna y que no tiene fin. -me explico, suspire.
¿Qué era lo que necesitaba para salir de ese estado?, me preguntaba mientras observaba a Esme cepillando sus cabellos.
-cree que ya no tiene nada por lo cual luchar... -dijo mi esposo que acaba de entrar a la habitación -todos sus sueños, lo que quería de la vida ha visto su final de la peor manera, gracias a Royce -ante la mención de aquel nombre, Rosalie empezó a llorar en silencio. No gimió, ni se movió, pero aun así las lagrimas empezaron a bajar por su rostro.
Tome a Edward de la mano y salí junto con el de la habitación.
-su deseo de ser madre, de formar una familia... -termine.
-ella cree que ahora nadie la va a querer... perdió su virtud y su dignidad, demasiado orgullosa como para superar con facilidad lo que le a ocurrido -sentencio Edward, antes de empezar a bajar las escaleras conmigo detrás de el.
Tres, cuatro semanas; un, dos meses después y ella permanecía sumergida dentro de la misma situación. Con la única diferencia de que ahora sabía quienes éramos los que la rodeaban y no parecía incomoda con ese hecho.

Isabella CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora