RENEESME

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-¿en que han quedado? -le pregunte a Edward. Ambos estábamos en el tope de un gran pino cerca de la nueva casa que estábamos ocupando.

-al parecer los Quileutes están decididos a guardar nuestro secreto... siempre y cuando no ataquemos humanos, y que mucho menos nos atrevamos a entrar a sus territorios -me explico, y bufo -¿Cómo si lo necesitáramos?

Negué levemente, hace más o menos una semana y media mientras cazábamos nos topamos con los miembros de la tribu Quileute. Se sorprendieron al ver a seis personas en apariencia jóvenes atacando a un grupo de animales, con facilidad. Gracias a viejas leyendas ellos sabían a la perfección de nuestra existencia. Como ya una vez me había explicado Jake.

Entonces Carlisle había entrado en acciones y había decidió hacer aquel tratado con ellos. Esa era parte de la historia que seguramente se repetiría una y otra vez.

Edward me apretó mas fuerte contra su cuerpo y beso mi frente. El viento iba y venia con suavidad, haciendo que mechones de mi cabello flotaran en el aire. Pero en medio de aquella paz, a mi llego un aroma que hiso que cada extremidad de mi cuerpo se congelara.

-¿lo percibes? -le pregunto a Edward. Su única respuesta fue un leve asentimiento.

Gruño levemente antes de empezar a correr a través del bosque conmigo a su lado. Casi al mismo tiempo de la llegada de Emmett recordé de donde provenía aquel perfume que llevaba percibiendo desde ya algún tiempo. Era Lilian estaba segura de eso.

Jamás lo olvidaría y desde aquella vez yo misma hable con mi familia.

-¡¿Cómo no nos lo dijiste antes?! -me había preguntado Edward realmente alterado.

-no quería angustiarlos... no quería...

-bella no tienes la razón...no puedo apoyarte... te equivocaste -dijo Carlisle sorprendiéndome -debiste habernos contado aquello hacia tiempo atrás...

-querida entiendes lo peligroso de habernos ocultado esto... ¿Cuáles serán las intenciones de aquella mujer? -pregunto Esme. Edward volvió a gruñir.

-Lilian... ella fue la que te envió al pasado... me pregunto ¿Por qué razón ella habrá vuelto contigo? -soltó Rosalie, a lo que todos guardamos silencio.

Esa principalmente era una de las preguntas que mas nos angustiaban. La incertidumbre de no saber que es lo que Lilian pretende.

-Hacia al norte... -murmuro Edward antes de dirigirse en aquella dirección. Yo avance detrás de el, intentando seguirle el paso, pero como siempre el me superaba.

Seguí el aroma de mi esposo hasta los linderos de aquel bosque, y creí que seguiría, pero me sorprendí al darme cuenta de que poco a poco bajaba la velocidad y se quedaba quieto en su posición.

Al llegar a su lado un aroma me llego a las fosas nasales. Era diferente. Una mezcla vampírica y humana a la vez. De pronto sentí como si todo dentro de mí cambiaba. Mi rostro se desencajo y empecé a mirar en los alrededores, buscando aquello que quería ver.

-no esta... se ha ido... -me dijo Edward -pero jamás había percibido este aroma... no es aquella vampiresa es distinto... o quizás sea que jamás nos habíamos acercado demasiado -dijo pero casi no le estaba prestando atención. Yo estaba mas concentrada en el hecho de que a mi memoria venían retazos e imágenes de una niña de cabellos cobrizos a cada instante, y la sensación de querer lanzarme a llorar.

-mi amor... -me llamo y sentí como apretaba mis hombros -bella... tranquila la atraparemos -soltó Edward mientras me abrasaba, asumiendo que estaba angustiada. Sin darse cuenta de que en verdad estaba más sorprendida que temerosa.

Isabella CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora