El tiempo había pasado dentro de nuestra pequeña burbuja de alegría. Rosalie era ciertamente una mujer valiente y capaz de salir adelante. Desde que se entero de su embarazo a mostrado un avance magnifico.
Ya no se mostraba tan callada, y seca. Ahora siempre estaba sonriendo, viendo la vida con aquel brillo en sus ojos de color azul y aunque pudiera parecer extraño ella esperaba con ansias a su hijo. Lo quería, lo deseaba con todo su ser, y parecía no importarle el hecho de que era producto de una violación.
-creo que debo ser un poco mas condescendiente con Rosalie... después de todo la claridad que muestra su mente, lo firme de sus decisiones me dan a entender que ella es una gran mujer -dijo Edward, mientras pasaba sus manos por mis brazos.
Me recosté en su pecho.
-me alegra saber que al fin estas viendo a la verdadera Rosalie. Esa mujer que siempre a estado dentro de ella -dije segura de lo que decía.
-es increíble ver la importancia que le da a su hijo, lo quiere sobre todo por que se niega a pensar que ese niño es de uno de esos hombres... para ella es solo suyo y de nadie mas... es la primera vez que pienso que el egoísmo es algo hermoso -aseguro y yo sonreí.
Recordé aquella vez, en mi vida en la que había sido egoísta con el. Y lo egoísta que el era al mantenerme a su lado. Ciertamente en situaciones como estas, el egoísmo no era un sentimiento tan horrible.
Los meses siguieron transcurriendo, y entre las tres preparamos todo lo necesario. Sus ropitas, biberones, cuna, coche, juguetes. Todo lo que fuera necesario para el bebe, y hasta lo que no lo era, seria para el pequeño.
Rosalie ya podía ponerse de pie, y eso era bueno, ya que no le haría bien permanecer tanto tiempo sentada. Siempre ponía una mano sobre su vientre y la otra debajo del mismo, como acunando a su bebe. Y me ponía triste.
Recordaba los momentos de mi embarazo, a mi pequeña Reneesme. Esa preciosa de mejillas rosadas y ojos de color café, de cabellos rizados y cobrizos. Mi hija y la de Edward. Nuestra unión perfecta.
Era horrible el sentir la perdida de un hijo. Peor que su muerte, es saber su inexistencia. Después de haberla sostenida en mis brazos, después de que ella me mostrara sus sueños, después de haberla visto jugando en el bosque con Jacob, después de ver sus gestos, y encontrar en ella a Edward en cada movimiento. ¿Cómo no extrañarla? ¿Como no desearla de nuevo?
Edward suspiro y me rodeo fuertemente.
-sabias que cuando te concentras demasiado en tus pensamientos... olvidas el mantener tu escudo -me conto y yo solo gemí.
Sentí las lágrimas picándome en las comisuras de los ojos y me gire para abrasarme al pecho de Edward. Me había acostumbrado, pero no lo aceptaba. No podría aceptarlo nunca. Mi hija, mi única hija.
-ellos van a apagar por esto... ¡lo harán! -aseguro mientras me apretaba aun mas cerca de su pecho.
-¿estas bien? -me pregunto Rosalie que venia subiendo las escaleras junto con Esme.
-querida... -susurro Esme hasta abrasarme con cuidado.
-no te preocupes rose... todo esta bien -asegure, pero ella me vio con una ceja alzada.
-no soy tonta... pero esta bien si no me lo quieres decir -dijo ella con aquella forma de hablar tan directa, le sonreí.
Esme y yo la acompañamos de regreso a su habitación. Actualmente tenía ocho meses de embarazo, y teníamos todo listo para ella. Carlisle se encargaría del parto claramente, y en cuanto a los cuidados, mejor que con nosotras no estaría.
Eran las cuatro de la mañana del 30 de diciembre de 1933 y el grito ensordecedor de Rosalie fue el que nos saco a todos de nuestro estado de tranquilidad. Todos acudimos a su habitación, y ella estaba en el filo de la cama gimiendo mientras se sostenía a dos manos la parte baja de su vientre.
-aun es temprano... falta un mes -soltó Esme mientras salía de la habitación en busca del maletín de Carlisle, yo fui detrás de ella para traer sabanas limpias.
Edward se quedo junto con Carlisle y empezaron prepararlo todo dentro de la habitación.
Al volver notamos que la situación de Rosalie era un poco precaria. Seria un parto natural, eso era lo que estaba planeado. Pero ella parecía no aguantar. Las piernas se le doblaban, y parecía que el aire le faltaba.
Me senté a su lado y apreté su mano. Ella me vio con agradecimiento y a la vez con una profunda expresión de miedo.
-todo estará bien... -le aseguro, pero ella no pareció del todo convencida.
-eso espero... -dijo con la voz temblorosa -tengo que estar bien por mi hijo -dijo mientras volvía a gritar presa de otra contracción. Recordé el dolor que yo misma había sentido, y no era nada agradable.
-vamos Rosalie... este bebe se muere por llegar al mundo... -dijo Carlisle mientras ponía una manta por encima de sus rodillas, y hacia que abriera mas las piernas.
-pronto tu bebe estará a tu lado... -prometió Esme, mientras pasaba su mano por la frente de rose. Ella asintió, y tembló al sentir otra contracción.
-te falta una dilatación para que puedas empezar a pujar... -soltó Carlisle y Rosalie literalmente le gruño. Comprendí, le estaba diciendo que tenía que aguantar el dolor por otro rato más.
El blanco y hermoso rostro de Rosalie parecía cansado, y amarillo, enfermizo. Sus cabellos humedecidos por el sudor se pegaban a su frente, y la hacían ver desalineada. Pero eso no era importante, no sabiendo que su hijo estaba por llegar al mundo.
-Carlisle... no parecerá aguantar por mas tiempo... -soltó Edward, mientras se detenía a mi lado, bastante nervioso debo agregar.
-de acuerdo... ya llegamos a la dilatación que necesitábamos... -soltó Carlisle y Rosalie sonrió -en la siguiente contracción pujas -pidió.
En el momento en el que apretó nuestras manos un grito escapo de sus labios y aun así empezó a pujar. Temblaba casi a punto de la inconsciencia, pero seguía intentándolo.
-vamos rose, el bebe esta coronando -informo Carlisle, y ella solo fue capaz de volver a pujar con fuerza. Me sentí mal al ver a Rosalie en aquella situación. Lucia realmente adolorida.
-tu puedes cielo... es por tu bebe -le recordó Esme, y ella volvió a pujar, sacando energía de donde no la tenia. Su cuerpo vibro con mucha mas energía que la anterior, y una risa salió de Carlisle.
-solo un poco mas rose... un poco mas -pidió el, y vi como las piernas de Rosalie se doblaba y con un solo gruñido que pareció provenir desde lo mas profundo de su garganta, pujo.
El llanto de un niño pequeño se escucho en la habitación. Los quejidos de un recién nacido que nos informaba que el mundo le parecía demasiado frio e incomodo. A mi lado rose se dejo caer en las almohadas. Mientras que Carlisle se levantaba con el bebe en sus brazos.
-es un niño... rose tenía razón -dijo mientras lo mecía con cuidado.
Me gire a ver a rose y ella esbozo una pequeña sonrisa. Sonrisa que fue reemplazada por una expresión de dolor. Sus ojos se cerraron de golpe.
-¡Carlisle! -lo llame angustiada. El dejo al bebe en los brazos de Esme, y corrió a ubicarse a mi lado.
-esta muriendo... -dijo Edward, y todos supimos que era cierto. Su corazón se debilitaba poco a poco, y ella cada vez parecía irse más y más lejos.
-¿Qué haremos? -pregunto Esme. No lo pensé dos veces tome la muñeca derecha de Rosalie y la mordí. Carlisle se sorprendió, pero acto seguido hiso lo mismo con su muñeca izquierda.
Ambos colocamos suficiente ponzoña como para lograr que ella volviera de la muerte. Y sabía que ella no nos reprocharía. Por que si había algo peor para Rosalie que la inmortalidad, era permitirle morir ahora que tenia algo por lo cual vivir.
Me arrodille con cuidado, y coloque mi boca en su oreja para susurrar.
-vuelve pronto... por tu hijo -le recordé, y acto seguido salimos de la habitación. Esperando que su hijo le diera la suficiente fuerza como para salir de aquella situación tan complicada.
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Isabella Cullen
FanficUna vida, una familia, un esposo, una hija. Una existencia perdida Eso era yo, lo poco que quedaba de una mujer que se vio realizada y feliz. ¿Acaso era justo lo que me había pasado? ¿Que fue aquello tan malo que hice? ¿Por que cree la vida que me...